Adiós al sueño de investigar en EE.UU.

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Adiós al sueño de investigar en EE.UU.

Los drásticos recortes de fondos para la ciencia llevados a cabo por el gobierno de Donald Trump poco después de ocupar la Casa Blanca han convertido el sueño de investigar en EE.UU, potencia número uno en el mundo, en un ejercicio de incertidumbre. Esa es la palabra que más repiten científicos españoles que trabajan en centros estadounidenses, incluidos algunos con décadas de experiencia, laboratorios en marcha y mucho trabajo a sus espaldas. La situación «insólita» y «repentina» ha hecho que se planteen la posibilidad de regresar o mudarse a otro país europeo ante el temor de que sus proyectos queden paralizados. Hay quien ya ha hecho las maletas. En la mayoría de los casos, les empuja la falta de financiación, especialmente aquella que llegaba de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) y otras agencias federales. En otros, el hecho de trabajar en proyectos que han sido descartados por tratar asuntos que no gustan a la nueva administración: el cambio climático y la diversidad, la equidad y la inclusión , lo que se conoce bajo las siglas en inglés DEI. «Vivimos en una crisis existencial enorme. Esos fondos financian directamente nuestra investigación biomédica con becas de varios millones de dólares. Con eso pagamos salarios, equipamiento… Es nuestra línea vital. Si eso se acaba, los laboratorios no son sostenibles», reconoce Juan Suárez (prefiere mantenerse en el anonimato, así que el nombre es ficticio), líder de grupo en un centro puntero en Biomedicina en el Medio Oeste. «De la noche a la mañana», Suárez, que lleva más de 20 años en EE.UU, ha visto cómo el sistema en el que ha desarrollado toda su carrera se ha puesto patas arriba. «La amenaza de quedarnos sin dinero supone la parálisis. Tengo que ser más prudente a la hora de contratar a estudiantes que, en condiciones normales, mantendría un año más. Tengo que graduarlos y echarlos a la calle. Son la crema, lo mejor, y se van a quedar en el paro porque nadie contrata», lamenta. «Aunque todo esto sea temporal, ya se han ralentizado y abortado muchos proyectos. En el mejor caso, solo perderemos unos meses. En el peor, se vendrá abajo toda la investigación biomédica en EE.UU.», avisa.Noticia Relacionada reportaje Si El lento regreso a España de la diáspora científica: «Vuelvo para quedarme» Judith de JorgeSuárez recuerda que la decisión del gobierno federal de limitar a una tarifa plana del 15% los costes indirectos (para pagar desde gastos administrativos a material), cuando antes suponían el 60-80% de las becas, aboca a las universidades «a un escenario apocalíptico. Es insostenible, supone la quiebra». La orden de bajar el presupuesto está congelada por la justicia tras la demanda de 22 estados. «Estamos en un limbo, con la espada de Damocles encima. Si esto llega a la Corte Suprema hay un peligro real de que se pongan del lado del presidente. El sentimiento en círculos académicos es de que si esto pasa, se acabó. Hay mucho miedo», cuenta. La genetista María Rodríguez (tampoco quiere dar a conocer su nombre real) lleva una década en EE.UU. Iba a iniciar un estudio de diversidad con un prestigioso centro de investigación. Obviamente, ya no lo va a hacer. «Este tipo de estudios fueron eliminados con la primera orden ejecutiva», recuerda. «Hay una paranoia tremenda. Una situación de terror. Miedo a que haya represalias por hablar: de ciudadanía, visado, trabajo… Hay gente que borra los mensajes que envía. Y otros no viajan fuera de las fronteras porque no saben si después van a poder volver. Esto recuerda a Alemania en los años 30. La situación es mucho peor de lo que se ve desde Europa», asegura. A los trabajadores federales se les envía un mail los viernes por la tarde preguntándoles cinco cosas que han hecho durante la semana. Si no contestan el lunes, «se les despide». Además, «hablamos español y tenemos nombres latinos. La persecución a la comunidad latina es inimaginable. Hay padres hispanos que prefieren enviar a otras personas a recoger a sus hijos a la parada del autobús para evitar a los de inmigración. En mi ciudad los latinos no van a las iglesias, no van a los supermercados… Ya no hay gente en la calle», apunta. Rodríguez también tenía proyectos con el NIH, pero el organismo paralizó contrataciones y los programas para estudiantes en los que estaba involucrada. Hay más: «El primer día nos dijeron que no podían comunicar al exterior nada sobre salud que no esté autorizado. Por ejemplo, los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) no están comunicando que hay una pandemia de gripe aviar. Si te quieres enterar de cómo va el brote de rubeola en Texas, nadie te lo va a decir». El 15 de marzo «se tenían que haber reunido para seleccionar la cepa de la vacuna de la gripe que se pone en otoño. No lo han hecho porque el Departamento de Salud es antivacunas».No salir del paísEsta situación ha generado «un alto nivel de angustia, estrés y ansiedad» entre los investigadores, que temen perder su estabilidad laboral y la continuidad de sus proyectos. «Tengo un par de colegas que ya se están volviendo (a España) por estos motivos y otros se están preparando para irse. Algunos se plantean la idea después de 15 o 20 años en EE.UU.», asegura Rodríguez. El matemático Josué Tonelli-Cueto lleva dos años y medio en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Maryland). Cuenta que allí ha habido muchos despidos debido al parón en los programas de la agencia para el Desarrollo Internacional (USAID). El centro «nos ha recomendado no salir del país por si acaso nos prohíben volver». Igualmente, colegas suyos con puestos permanentes se plantean la posibilidad de regresar a Europa. Los recortes también perjudican a quienes estaban a punto de dar el salto a América. Jóvenes investigadores han renunciado a la oportunidad de incorporarse a universidades como la de Chicago por la inestabilidad existente. Toda moneda tiene su reverso. Suárez cree que esta es «una oportunidad de oro para revertir la fuga de cerebros y traerse de vuelta a los mejores, algo que ahora se vuelve más tentador. Colegas asiáticos ya están siendo llamados por sus países, sobre todo China, para ofrecerles volver», apunta. De forma similar piensa Luis Serrano, director del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona: «Cuando cayó la Unión Soviética hubo una migración de científicos rusos de primer nivel que se fueron a EE.UU, y Europa perdió la oportunidad de traérselos. Ahora puede hacerlo, pero para eso hace falta un plan a nivel autonómico, nacional -con el programa Atrae- y europeo. No vale solo con un sueldo, tiene que haber un presupuesto inicial». Europa ya se ha puesto a ello. Y el gobierno francés anunciará un plan «en cuestión de días». En las últimas semanas, el CRG ha recibido diez peticiones de incorporación de investigadores que enseñan en universidades estadounidenses de primer nivel. La mayoría sénior y europeos.A la Universidad Pompeu Fabra no ha llegado ninguna petición formal, pero sí «muchísimas consultas en este sentido», reconoce Arcadi Navarro, catedrático e investigador ICREA del Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida de la Pompeu Fabra.¿Tiene contactos con China? Las 36 preguntas para los extranjeros financiados por EE.UU. Investigadores de distintos países de Europa, Reino Unido, Canadá o Australia que obtienen financiación de EE.UU. para sus estudios han recibido una encuesta en la que se les pide declarar los vínculos de la institución en la que trabajan con China y se les pregunta si sus proyectos se adecuan a la ideología del gobierno estadounidense. Por ejemplo, el cuestionario pregunta si los estudios están relacionados con la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI),o el cambio climático, asuntos para los que la administración del presidente Donald Trump ha suspendido los fondos. En España, la Universidad del País Vasco (UPV) ha confirmado que uno de sus investigadores principales ha recibido la encuesta y la ha respondido. Otra universidad española ratifica un caso entre su personal investigador, pero prefiere mantenerse en el anonimato, lo que refleja el temor que suscita la política de Trump, incluso a este lado del Atlántico. Según publica la revista científica ‘Nature’, muchas universidades de Europa han aconsejado a sus investigadores que no respondan a la encuesta, pero algunas en Australia sí lo han hecho. En esos lugares, las asociaciones que representan a las universidades afirman que esto «amenaza la libertad académica y socava el avance científico».Pero los tentáculos de Trump llegan a este lado del Atlántico. Un proyecto de 5 millones de dólares sobre trasplante de ojos que acababa de ser concedido al CRG ha sido retirado porque la investigadora en el centro barcelonés tenía un ‘dual appointment’ en China; es decir, dedicaba una parte de su tiempo de trabajo a otro estudio con un equipo chino. «Nos ha costado año y medio de mucho trabajo conseguirlo y esa ha sido la excusa para cargárselo», lamenta Serrano. El centro también tiene varios proyectos con el NIH sobre genómica «que están congelados. Están revisando todo y hay una incertidumbre (de nuevo la misma palabra) muy grande. No se sabe lo que va a pasar». Navarro también contempla un futuro sombrío. «Estos días se publicaba en ‘Nature’ que el alzhéimer es una enfermedad que sufren más las mujeres. Nosotros podemos abordar este tipo de estudios, pero ahora en EE.UU. es difícil que se tengan en cuenta por sus criterios de brocha gorda», apunta. El equipo de Javier Martínez Picado, profesor de investigación ICREA en IrsiCaixa, tiene dos proyectos financiados por el NIH, «una parte importante de nuestro presupuesto anual. Pero ahora todo es incerteza. No tenemos una información clara de si van a ser recortados», dice. Preparaban documentación para una nueva convocatoria de proyectos «y no está claro si los centros extranjeros vamos a poder presentarnos. Nos preocupa porque puede repercutir en la pérdida de plazas de investigadores. Llevamos con esto dos meses y no hay forma de clarificarlo». El investigador trabaja en «la cura de la infección del VIH, un tema muy sensible porque implica a colectivos que han quedado reestigmatizados por la administración Trump. Hemos tenido que redactar de nuevo las páginas web para evitar citarlos, cosa que antes considerábamos importante por responsabilidad social», confiesa. Están en juego 2 millones de dólares, «con los que se pagan bastantes salarios». Otro presidente republicano, George Bush, puso en marcha el PEPFAR para luchar contra el sida en los países necesitados. «Salvó muchísimas vidas. Recortar sus fondos significará un rebote en los casos de infecciones y muertes, lo que se puede convertir con las migraciones en un problema internacional», teme Martínez Picado.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Cómo un terremoto con epicentro en Birmania ha derribado edificios a 1.300 kilómetros de distancia noticia No El eclipse solar parcial podría quemar tu móvil: consejos para fotografiarloY observa una consecuencia a tener en cuenta: gran parte de todos los materiales que se utilizan en ciencia, como los reactivos moleculares o los modelos de roedores, vienen de EE.UU. «Si se cumple la amenaza de incrementar los aranceles un 25%, vamos a poder comprar menos equipamientos», advierte. El 8 de abril una gran manifestación a favor de la ciencia se celebrará en Washington y habrá protestas por todo el país. Allí también se oirán la voces de investigadores españoles. Está en juego «uno de los mayores bienes de la humanidad».

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