A las doce y diez, en un comedor escolar de Wembley , al norte de Londres, ABC se sienta en una de las mesas con seis alumnos de Year 8, cuatro niños y dos niñas, todos de doce años. Después de que los comensales han recitado de pie y en voz alta un poema, se sientan y comen mientras conversan, guiados por una pregunta asignada con antelación, pensada para fomentar el pensamiento crítico y la expresión oral, y para que nadie se quede sin participar. «Miss Salazar, ¿usted preferiría que le regalaran cien libras para gastarlas en lo que usted quisiera, o mil libras que tendría que donarle a alguien?», pregunta una de las estudiantes. Y así empieza el debate en el Michaela Community School, una de las más exitosas del país académicamente pese a que sus alumnos provienen de entornos muy desfavorecidos. Los estudiantes son quienes sirven, recogen y limpian la mesa . Sus modales son impecables. Y antes de marcharse, expresan un agradecimiento. Algunos son elegidos para hacerlo frente a todos los presentes. Uno de ellos, con voz emocionada pero firme, agradece a su hermano por haberle comprado un par de zapatos con su propio dinero. Otro agradece a la periodista por visitar su colegio.«Ser estricto significa poner a los niños por delante de ti» Este ritual, que se mueve entre lo litúrgico y lo militar, se repite cada día en el centro fundado en 2014 por la carismática y controvertida Katharine Birbalsingh, conocida como «la directora más estricta del Reino Unido ». Aquí no hay espacio para la improvisación ni para la condescendencia. Cada segundo, cada gesto, cuenta, y todo responde a una filosofía articulada sobre tres pilares: disciplina, enseñanza y valores , que la directora explica al detalle en una hora de conversación con ABC en su despacho, donde recibe a la periodista con una gran sonrisa, un firme apretón de manos, y una presencia que impone sin intimidar. No esquiva la mirada y no evade ningún tema. «Ser estricta es educar con amor », dice sin rodeos. «Muchos no lo entienden. Piensan que ser estricta es ser cruel. Pero no, es amar a los niños y niñas lo suficiente como para mantener altos estándares y altas expectativas sobre ellos». Y eso, dice, aplica tanto en el colegio como en la familia: «Cuando te amas más a ti mismo que a tus hijos, es cuando bajas los estándares, porque te hace sentir mejor contigo mismo. Es difícil ser estricto, porque e so significa poner a los niños por delante de ti. Y eso es difícil».Noticia Relacionada estandar No Gregorio Luri: «Si prohibimos las pantallas en el aula no seremos una sociedad competente» Beatriz L. EchazarretaLa disciplina aquí no tiene nada que ver con la de hace décadas cuando los profesores golpeaban con una regla, ni mucho menos con gritos, porque el respeto es en dos vías. «Los profesores son la autoridad, pero los niños no les temen, les respetan. Aquí no se tolera la falta de respeto en nadie . Y el respeto, al final, es lo que les permite sentirse seguros. Y cuando un niño se siente seguro, cuidado y amado, entonces puede ser creativo, pensar por sí mismo, desarrollarse. No va a pensar por sí mismo si vive en el caos». Con la espalda rectaLa visita a las clases, en un silencio absoluto, es toda una experiencia. Los alumnos no se distraen, no se giran, no miran al visitante. Prestan atención a los profesores con la espalda recta y los brazos sobre la mesa. Cuando una profesora les pide abrir un libro, lo hacen al ritmo de su voz en una cuenta regresiva: «Diez, nueve, ocho…». Al llegar a uno, todos están en la página correcta. Y cuando se corrigen ejercicios, bajan la cabeza, cierran los ojos y responden a las preguntas de sí o no levantando la mano en esta posición. «¿Quiénes no han entendido el ejercicio?», pregunta la de Matemáticas. Algunas manos se levantan, pero sus compañeros no las ven. «Evitamos que quien se ha equivocado o no ha entendido algo se sienta expuesto».Varios alimnos durante una clase MICHAELA COMMUNITY SCHOOLMedidas como esta, o los recreos cortos y supervisados para evitar conflictos, o la prohibición absoluta de los móviles , se traducen en uno de los grandes orgullos de la directora. « Somos un colegio libre de acoso escolar », afirma. «La gente no se lo cree, pero no hay bullying. Si aparece, suele ser en línea y lo detectamos rápido». Los estudiantes están a salvo, también porque «se cuidan entre ellos». El segundo pilar es la enseñanza, con una transmisión clara y estructurada. « Hoy en día, la palabra ‘enseñar’ es malinterpretada . ‘Tienen que aprender a pensar por sí mismos’, te dicen, pero es que si no tienes nada en la cabeza sobre lo qué pensar, no puedes generar tus propias ideas. Primero necesitas un buen conocimiento de base».El tercer pilar son los valores, y aquí su mensaje es tan claro como provocador. «Nadie entiende lo que son los valores. Hablamos de responsabilidad personal, del deber hacia los demás, de sacrificarse por el bien común, del trabajo duro, de ser amables». En definitiva, saben que «pueden elegir entre el bien y el mal», y que habrá consecuencias. «Somos un colegio libre de acoso escolar» Katharine Birbalsingh«Desafortunadamente, hoy esos valores se perciben como conservadores, cuando son universales. La izquierda ha abrazado el victimismo. Quiere encontrar excusas para los niños, para grupos enteros de personas. Desafortunadamente, se ha alejado de los valores que hacen una vida mejor para los niños, en particular para aquellos de entornos desfavorecidos». Birbalsingh enfoca el componente emocional en la educación desde una perspectiva distinta a otras corrientes más «hippies» que, dice, pueden permitirse los niños de «clases medias y altas» . «Si el niño tiene orden y estructura en casa, y padres que les enseñan leyendo libros, yendo a museos y hablando de política en la cena, ya está aprendiendo muchísimo y no necesita depender de su escuela para aprenderlo todo, y puedes permitirte ser más hippie. El problema es que muchos niños no tienen familias así».«La izquierda ha abrazado el victimismo. Quiere encontrar excusas para los niños»«En otros colegios, si una niña te dice que está estresada por sus exámenes finales, le dan una taza de té y una galleta, y le dicen que no se preocupe, que no haga los deberes ese día. Nosotros jamás haríamos eso. Le decimos: ‘Vale, entiendo cómo te sientes, pero encuentra la fuerza dentro de ti . Puedes hacerlo’. Es como tener un entrenador personal. Si el entrenador te dijera: ‘Sé que estás cansada, no hagas la flexión, tómate un té’, lo despedirías, porque lo has contratado para que te exija más. Y los niños también necesitan que alguien les empuje».Michaela funciona en un viejo edificio junto a las vías del tren, sin zonas verdes y con trampas para ratas en el patio. Por dentro, eso sí, está inmaculado. «Nada de esto ha sido fácil, pero hemos logrado un verdadero éxito con un edificio que no es nada bonito, gracias a la auténtica creencia de lo que es posible en zonas desfavorecidas».MulticulturalOtro punto polémico de su sistema, en un centro donde más del 40% de los alumnos son musulmanes, es que «no tenemos sala de oración, porque yo no voy a dividir a los niños por raza y religión. Se supone que debemos ser un éxito multicultural. Queremos que se mezclen. Aquí verás amistades interraciales, entre sexos, interreligiosas. Si empezamos a segmentarlos, lo perdemos todo». También hay castigos y premios. «Pero no estamos violando los derechos humanos de alguien que se queda trabajando en un ensayo o escribiendo una carta de disculpa durante 20 minutos después de la salida». Las críticas, por supuesto, han sido muchas. Desde sindicatos de educación hasta defensores del aprendizaje alternativo, acusan al Michaela de ser «demasiado militar» o de imponer una rigidez incompatible con la infancia. Birbalsingh, sin embargo, responde a sus detractores que «vengan a visitarnos, hablen con los niños, comparen lo que hacemos aquí con lo que ocurre en otros colegios de zonas marginales ».Una profesora ayuda a los alumnos a comprender los ejercicios MICHAELA COMMUNITY SCHOOL«Estamos ayudándolos a construir las habilidades, el conocimiento y los valores que necesitan para ser resilientes, trabajadores, para seguir adelante cuando todo se pone difícil, y la estructura y la atención que muchos no tienen en casa la tienen en la escuela». Y cuando se le pregunta a los estudiantes, en privado, si son felices, la respuesta es clara y rotunda: «Sí», sonrisa incluida. ¿Y quiénes somos nosotros para no creerles? Incluso el lenguaje corporal importa. «L a forma en que movemos nuestros cuerpos es parte de la educación . En estas zonas, los niños se mueven con este paso (hace una mímica que refleja desinterés y chulería), este andar con apariencia de pandilleros, pero los nuestros van con mirada alta, paso rápido y luciendo con orgullo su uniforme, sus logros, sus insignias», porque pese a su contexto, saben que salir adelante depende de ellos. El mensaje, dice Birbalsingh, es: «Rechaza lo que el mundo exterior te está diciendo, que estás en una zona marginal, que eres de piel negra, o de piel marrón, que no conoces a tu padre, que eres pobre, y que por todo eso no puedes tener éxito en la vida. Que sólo eres una víctima. No. Aquí pueden decir que ‘en realidad, tengo una baraja de cartas para jugar en la vida, y voy a jugar esa baraja, y voy a ganar’». Pero tiene que haber un encuentro entre autoridad, responsabilidad y crianza: «Puedes ser amigo de tus hijos cuando son niños o cuando son adultos, pero no puedes ser ambas cosas . Tienes que elegir. No es apropiado que los profesores o los padres sean amigos de sus hijos. Necesitas ser una buena figura de autoridad. Y entonces, cuando sean adultos, podrás ser su amigo ».

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