‘El instinto supremo de la libertad’

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‘El instinto supremo de la libertad’

En 1992 Francis Fukuyama publicó su famoso libro ‘ El fin de la Historia y el último hombre ‘, en el que observaba que todos los estados del mundo se habían adherido, al menos de palabra, a los principios de la democracia de tipo americano. De esta forma, aunque siguieran produciéndose acontecimientos históricos, la historia concluía con el triunfo de América y de su modo de vida, convertido en el ideal supremo de la humanidad .La humanidad entera asiste ahora, paralizada por el asombro, al desplome, tan solo dos décadas después, de esa ilusión: la democracia no está siendo aniquilada hoy en día por un ‘estado canalla’ de algún eje del mal, sino por los propios Estados Unidos, con un impulso suicida que no se ha conocido desde que existe la sociedad humana. La destrucción súbita, desde dentro, del propio ADN de una sociedad hasta hace poco estandarte de nuestras aspiraciones de libertad, democracia y derechos humanos, solo es comparable con el momento en que una persona descubre, estupefacta, que tiene cáncer. Es lo imposible convertido de repente en algo alucinantemente real, es «the day the earth stood still».Platón decía que de la democracia surge siempre la tiranía, porque siempre habrá alguien que engañe y manipule a las masas para convertirse luego en tirano. Los padres de la democracia norteamericana crearon mecanismos para que algo así no pudiera suceder. Han funcionado durante dos siglos, un periodo de tiempo en el que la propia constitución no ha sido puesta en tela de juicio. Pero estos días, cuando un grupo ha tenido el valor insensato de impugnar esa constitución desde dentro, todo el sistema se ha derrumbado. El ajedrez tiene unas reglas muy precisas con las cuales se puede ganar, sin embargo, hay asimismo otras meta-soluciones. Puedes ganar cuando te llevas el rey del contrincante, pero también si coges el tablero y se lo lanzas a la cabeza. Vencerás entonces con el contrincante, herido de muerte, caído a tus pies. La Norteamérica democrática se ha vuelto bruscamente antidemocrática a través de una meta-solución de esas.La súbita alianza, de nuevo sin precedentes, de la América de Trump con el adversario hasta ahora tradicional de EEUU, Rusia, así como los golpes propinados a sus aliados fieles, Europa o Canadá, al mundo democrático internacional en general, así como el terrible golpe propinado a Ucrania , hacen recordar nítidamente realidades históricas que la humanidad creía definitivamente superadas: el pacto Ribbentrop-Molotov y el fantasma del nazismo. Todo aquello que no podía suceder está sucediendo. Hace tan solo un par de meses, nadie habría creído que USA iba a situarse junto a estados que contemplamos con horror como monstruosas tiranías: Rusia, China, Irán, Corea del Norte. No creo que los votantes de Trump ni la mayoría del partido republicano intuyeran ni desearan esa transfiguración.Tengo la certeza de que, si no resulta paralizada por una especie de Alzheimer de la memoria de su propia historia, América resolverá por sí misma ese inmenso problema. Quiero pensar que no ha muerto la democracia en el país de la democracia y que esta regresará fortalecida. Creo que el pueblo americano no se dejará engañar ni subyugar por un puñado de ideólogos neonazis y de oligarcas tecnológicos. Creo que enfrentarse a ellos es la obligación de cada ciudadano americano honesto, indiferentemente del partido al que pertenezca.La misión de reconquistar la libertad es, ciertamente, en este momento, una labor compartida. No creo que las pruebas evidentes de la intrusión del KGB en las más elevadas estructuras estatales americanas dejen indiferente a la justicia. Pero si la propia justicia se ve paralizada y cae bajo el peso de la nueva administración, y si los americanos no cumplen con su obligación de proteger la libertad, así como la libertad del mundo, solo cabe que esta sea protegida por los bastiones de la democracia, de repente en minoría en el globo. Para los estados que siguen creyendo en la democracia, la libertad, la honestidad y la buena fe en las relaciones internacionales, la transformación norteamericana de Dr. Jekyll en Mr. Hyde plantea problemas existenciales de orden superior. Muchos estados de la Europa unida, así como Canadá y otros países democráticos, deben superar el shock inicial y pasar a organizarse. No hay tiempo de deliberaciones interminables. Ante una amenaza que no ha vivido desde la II Guerra Mundial, la Unión Europea tiene dos misiones de las que depende su propia supervivencia y su relevancia en el mundo.La primera es la redefinición de las relaciones entre las naciones que la constituyen. Es la filosofía de la Unión Europea lo que hay que redefinir. En tiempos normales, se podían tolerar disidencias respecto a la línea marcada por Bruselas. En los tiempos actuales, que pueden ser interpretados como tiempos de guerra, es difícil pensar que pueda funcionar un voto unánime para cada acción propuesta, pues un estado soberanista como Hungría puede bloquear, a través de su veto, cualquier plan. Además, la unidad de Europa es todavía muy laxa. No existirán nunca -creo- unos Estados Unidos de Europa semejantes a los norteamericanos, pues los estados europeos no son cuadrados en un mapa. Sus fronteras han sido trazadas con sangre muchas veces a lo largo de la historia. Pero, en unos momentos tan amenazadores, será imperiosamente necesario un cierre de filas mucho más firme que el actual. Creo que Inglaterra tendrá que reintegrarse en la Unión Europea y que los estados disidentes soberanistas deberían someterse a unas elecciones definitivas. Es imposible que este territorio maravilloso, inigualable e irrepetible del genio humano científico y artístico que ha sido siempre Europa, sobreviva económica, social y militarmente si no es a través de más unidad.Al mismo tiempo que se redefine la filosofía de una Europa unida, y de manera igualmente urgente, debe abordarse un serio incremento de la capacidad de defensa. Se ha observado desde hace tiempo que el viejo continente es militarmente vulnerable. Se ha sentido seguro durante décadas gracias a la protección de Estados Unidos. Todos sus instintos de supervivencia están ahora atrofiados. El rearme está paralizado de manera sorprendente e intolerable. Dante, Da Vinci, Shakespeare y Goethe son extraordinarios, pero no están respaldados por divisiones de tanques. Es terriblemente triste, pero también verdadera, la máxima de que si luchas con monstruos, tú también debes convertirte en cierta medida en un monstruo. Como europeo, pacífico y amante del arte, me espantan las armas y los ejércitos. Pero sé que imposible que sea de otra forma. En el mundo actual, que ha girado como un botón de on-off, luchas por tu propia supervivencia o de lo contrario desapareces. En estos momentos, el único ejército competente y probado de Europa es el de Ucrania. Ese país heroico, que seguirá defendiendo su existencia e integridad en cualquier situación, deber ser admitido cuanto antes en la UE. Su experiencia en la guerra con Rusia es valiosísima. Los ejércitos europeos deberán tener un mando centralizado. No podemos olvidar, en definitiva, que Europa cuenta con una población superior a la de Rusia y Estados Unidos juntos. Existe la esperanza de la autoprotección. Todo derrotismo es inútil y contraproducente.Se dice que el arte y la cultura no ofrecen medios de vida, pero ofrecen motivos para seguir viviendo. Eso se debe a que el arte es un forma de libertad. Sin libertad, la vida carece de sentido. No vivo para ser humillado y despreciado por los que tienen poder, sino para disfrutar de mi vida, de mi familia, de mis amigos, del genio y de la bondad de mis semejantes. He vivido cuarenta y dos años bajo una dictadura, conozco muy bien el valor de la libertad. «La diferencia entre la felicidad y la alegría es que la felicidad es un sólido, mientras que la alegría es un líquido», decía Salinger en uno de sus relatos. Así como la felicidad es la solidificación de la alegría en un solo momento deslumbrante, así también es la libertad la solidificación de la vida. La libertad es la vida concentrada en un punto de levitación y éxtasis. Es el sentimiento más poderoso del que es capaz el ser humano, porque sin él la vida se nos escurre entre los dedos como agua inconsistente.( Traducción de Marian Ochoa de Eribe )

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