Ese Madrid en expansión de principios del siglo XX fue para Antonio Palacios el lienzo perfecto en el que plasmar sus ideas para construir una ciudad monumental. Su huella en el callejero es incuestionable (ahí están el Palacio de Cibeles , el Banco Español del Río de la Plata, el Palacio de Maudes, Círculo de Bellas Artes), pero la capital, en cierto modo, también conformó al arquitecto. «Él tenía una gran fuerza creativa, era muy libre en sus planteamientos y los edificios que hizo aquí poco tienen que ver con los que hizo en su Galicia natal. Plasmar esas ansias monumentalistas en otro lugar no era fácil, pero ese Madrid que se estaba convirtiendo en una gran metrópoli encontró en Palacios a su gran hacedor», explica el arquitecto Javier García-Gutiérrez Mosteiro, comisario de la exposición ‘Madrid Metrópoli. El sueño de Antonio Palacios’, una muestra sobre este imprescindible del urbanismo madrileño que se inaugurará el próximo martes en CentroCentro.«Aquí impulsó, por ejemplo, nuevos tipos como la arquitectura bancaria. Es curioso porque pese a que muchos le tachan hasta de megalómano, era muy práctico, distribuía muy bien los espacios y daba funcionalidad a sus proyectos», subraya el responsable de esta exposición, comisariada también por Julián García Muñoz, que repasa los principales valores de sus grandes obras y rescata de los archivos aquellos edificios que llegó a diseñar pero nunca a construir. Noticia Relacionada CRÍTICA DE: estandar No ‘Bufet libre’ en CentroCentro: bocados muy sabrosos Fueradcarta Fernando Castro Flórez Homenaje merecido en CentroCentro a Fueradcarta, proyecto editorial madrileño que mapea todo el arte español en esta décadaAlgunos de ellos, relata Mosteiro, ya se habían mostrado en alguna retrospectiva del autor (como la de 1987, esencial para reivindicar su figura), pero aquí han profundizado en muchos desconocidos (y tremendamente actuales) para el gran público. Si bien algunos bocetos eran puras utopías irrealizables (lo que los expertos llaman arquitectura de papel), como la reforma del actual paseo del Prado, otras ideas, como la remodelación de la Puerta del Sol, llevaban años rondando la cabeza de Palacios, y aprovechó la sequía constructiva de los años de la Guerra Civil para plasmarlas en un plano.«Los proyectos de Palacios que nunca vieron la luz nos dan muestra de la enorme creatividad de este genio de la arquitectura. Todo su talento queda perfectamente plasmado en esta exposición, que permite al visitante sumergirse en la mente de quien cambió la morfología de Madrid», destaca Marta Rivera de la Cruz, delegada del área de Cultura, Turismo y Deporte. Un ensanche verde tras la Casa de CampoUna vocación tan aparentemente moderna como la de crear oasis verdes en una capital en expansión ya la plasmó Palacios en la Ciudad-Jardín Nuevo Madrid (1917), que desarrolló junto a su hermano Jesús, quien fue, como su padre, ayudante de Obras Públicas. Su ambición era crear un ensanche al oeste de la capital, más allá de los límites de la Casa de Campo y orientada hacia la sierra madrileña, siguiendo el modelo de la ciudades jardín europeas, como la Letchworth Garden City de Ebenezer Howard, que ambicionaba crear barrios más habitables. «Estas urbanización seguía una estructura lineal, de casas bajas, parecido en cierto modo a las propuestas de Arturo Soria, a quien Palacios admiraba y cita en la memoria de este proyecto», subraya Mosteiro. «Esta es una propuesta muy razonable, destinado no a reemplazar a la ciudad ya consolidada, sino a coexistir con esta».Una megaplaza con un palacio y una catedralLa obra de la Casa Palazuelo, un edificio comercial ubicado entre las calles Mayor y Arenal, animó a Antonio Palacios a idear una reforma completa de todo el entorno de la Puerta del Sol. Su primera propuesta, elaborada en 1919, planteaba un gran óvalo superpuesto a la trama original de la plaza, lo que implicaba la desaparición de calles y edificios como la casa de Cordero o el antiguo edificio de Correos. Esta intervención pretendía monumentalizar el espacio, rompiendo con el diseño previo de Lucio del Valle y alterando la estructura de todo el centro histórico incluyendo la Plaza Mayor. En 1938, retomó esta idea y la hizo aún más ambiciosa (y en cierto modo destructiva). En este nuevo plano, la plaza tenía una forma ovalada pero quedaba atravesada por una vía central, eje de una nueva conexión norte-sur que recorría la ciudad sin respetar su trazado histórico. En los extremos, el arquitecto diseñó dos colosales edificios: la Catedral votiva de los Mártires al sur, en la plaza de Benavente, y el Palacio Provincial al norte, junto a la Gran Vía. «Este tipo de ciudad era esforzadamente monumentalista, pero destruía algo incluso más importante que la arquitectura, que son las trazas de la ciudad, las del centro. El verdadero valor del patrimonio urbano es también el diseño de sus calles, con independencia de que un edificio suceda a otro», admite Mosteiro.Uno de los bocetos de la reforma de la Puerta del Sol y el centro abcOtro templo del juego que se le resistióQuizás espoleado por la idea de recordar el primer gran proyecto para Madrid que hizo junto a Otamendi y que nunca se construyó, el casino de la calle de Alcalá, Palacios diseñó en 1920 otro templo del juego para el paseo de Rosales. Ubicado en la glorieta de cierre de perspectiva de la calle del Marqués de Urquijo hacia la Casa de Campo, este monumental edificio lograba resolver ingeniosamente el desnivel de la zona y recuperaba además elementos de otras de sus obras de referencia, como el Círculo de Bellas Artes.Un gran monumento para presidir ColónEn su discurso de ingreso a la Real Academia de Bellas Artes, en lugar de pronunciar unas palabras de agradecimiento, Palacios detalló su plan para la plaza de Colón: el Palacio de las Artes (1926). Este coloso «desmedido», como admite Mosteiro, que no se limitaba al solar de la Casa de la Moneda sino que anticipaba su demolición, se basaba en un edificio que se expandía mediante puentes sobre las calles de Jorge Juan y Goya, estableciendo conexiones directas con la Biblioteca Nacional y con las manzanas que proponía levantar al norte. En su planta superior incluía una especie de acrópolis con templos exentos, esculturas sobre columnas y altos pedestales, siguiendo la estela del recién acabado Círculo de Bellas Artes. Según Mosteiro, Palacios sí tuvo la intención, tal y como manifestó en más de una entrevista, de levantar este proyecto.Rascacielos de pisos en una autopista elevadaA principios de los años treinta se terminó el último tramo de la Gran Vía, que acababa en Plaza España. En esa misma década, Palacios trabajó en una extensión de esta arteria fundamental que llamó Viar o Gran Vía Aérea (1939). Según su idea, esta estructura recta, elevada 60 metros sobre el suelo, partía del barrio de Argüelles en dirección a la montaña de Príncipe Pío, atravesando la Casa de Campo sobre siete grandes puentes, apoyados en pilonos-rascacielos de 200 metros de altura que albergarían viviendas.En Príncipe Pío, al final del trazado (del que dibujó distintas variantes) se situaba un edificio monumental. «Es curioso, porque se concibió como una propuesta de extensión de la ciudad, una idea muy presente en su obra. Era paradójico que incluyese rascacielos en medio de una autopista y la Casa de Campo, pero a Palacios esa idea de reencuentro con la naturaleza le interesaba», apunta Mosteiro.Recreación de la Gran Vía aérea abcDos grandes plazas para abrir el espacioTras levantar el Palacio de Correos y la casa del conde de Bugallal, Palacios esbozó una reforma de todo el actual eje del Prado (1938). Su plan buscaba alinear la fuente de Apolo con Cibeles y Neptuno para reforzar la axialidad del conjunto. A partir de ahí, proponía primero abrir una gran exedra, simétrica a la de la plaza de la Lealtad, lo que implicaba demoler el Palacio de Villahermosa y sus jardines, además de alterar la calle de Zorrilla. Después, planeaba construir frente al museo del Prado un Palacio de la Villa Este edificio, con una planta en V, establecía en una de sus alas una correspondencia axial con el pórtico de Juan de Villanueva. Mapa de la disposición del Nuevo Salón del Prado abcAunque ahora también nos planteemos cómo mejorar los mismos entornos, según Mosteiro estos proyectos son «hijos de su tiempo»: «Sus ideas no las podríamos ejecutar hoy. De todas estas ensoñaciones podemos quedarnos con el grado de compromiso que siempre tuvo Palacios con su disciplina y su permanente investigación de nuevos materiales y tratamientos». Que no es poco.

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