Pero… ¿no se muere nunca esta tía? ¿es Superman?». El caso de M., de 16 años y en un pueblo no muy lejos de Madrid, es titulado como ‘Superman’ por el profesor de Psicopatología y Psicología Forense y Criminología en la Autónoma de Madrid, Miguel Ángel Alcázar-Córcoles. En su libro ‘En la mente del menor delincuente. Casos de psicología forense de menores infractores’ (Editorial UOC) recrea, junto a ese, otros ocho casos que vivió como psicólogo de un equipo técnico que traslada a la Fiscalía y juez de Menores los informes que valoran la personalidad de chavales que han delinquido en nuestro país en los últimos años. Son todos autores de menos de 18 años anonimizados para proteger su confidencialidad, así que lugares y siglas no son reales. El profesor asegura en charla con ABC que ‘Superman’ fue uno de los casos que más le impactó. «También hay cisnes negros», revela en las páginas el experto, no es lo usual, aunque M.. de entrada tampoco lo parecía: estaba en un centro de protección de menores y acuchilló a su educadora social. Quería matarla, pero ella sobrevivió a las múltiples cuchilladas.Noticia Relacionada Sobreexposición de la salud mental estandar Si «Estamos psiquiatrizando la vida cotidiana» Érika Montañés El boom de documentales de famosos que sobreexponen su salud mental es un arma de doble filo para los expertos: «Quita estima; pero trivializa». El de la cantante Aitana es el más reciente y polémico, pero no será el últimoCuando preguntó por su víctima, Alcázar-Córcoles le dijo la verdad. M. reaccionó por no haber logrado su propósito: «Si hubiera tenido una escopeta, hubiera matado a quien se hubiera puesto por delante. Necesitaba matar, desde hace días tenía ganas de matar» y a esa tía «se la tenía jurada». «La madre no comprende qué le ha podido pasar por la cabeza para cometer un acto así», pese a conocer su agresividad, describió el psicólogo. Aunque aquel joven se había atrincherado en el centro de menores, dejó finalmente entrar a una ambulancia y pese a las heridas, Patricia salvó la vida. «Ella no volvió a trabajar como educadora en un centro; M. mató para siempre su vocación». Él estuvo ocho años internado en régimen terapéutico cerrado, en una sentencia del juez de Menores que calificó los hechos como «asesinato en grado de tentativa».Belén Flores , recientemente en Badajoz, no tuvo ese destino. La noticia de la muerte de esta educadora, que sobrecogió a los suyos , no sorprendió a Alcázar-Córcoles, sabedor de lo que se vive en los centros de cumplimiento de medidas judiciales. Pero estadísticamente sigue reivindicando que estos crímenes son «infrecuentes», minoritarios, que nuestros jóvenes son «poco violentos» y que «todo lo que tiene que ver con delitos cometidos por niños nos impacta más como sociedad». Añade el matiz: «Entrar en su mente es complejo. Tenemos que darnos cuenta de que lo improbable es posible».Este último mensaje se dirige más a las familias. Casi nadie lo prevé, quedan en ‘shock’, no lo ven venir. Se recoge perfectamente en los primeros episodios del citado libro, donde los padres de otro varón, C.F., de 14 años y 2 meses (dos meses por encima del límite inferior de la imputabilidad), no creen ni por asomo que su hijo pudiera haberle hecho algo malo a Tony, de la misma edad, y asesinado planificadamente con una navaja. Tony quedó desfigurado. «’Me puse muy nervioso, tenía mucho miedo y me fui corriendo sin parar hasta mi casa, y es como si aquello no hubiera pasado’. Eso me dijo el niño de 14 años recién cumplidos. Esa frialdad, ese control no correspondían a los de un niño» , relata el autor. Cometiendo algún espóiler (disculpen), sucede lo mismo en la serie de moda de Netflix. Los cuatro capítulos de ‘Adolescencia’, rodados en plano secuencia que, al margen de su destreza audiovisual, han impactado a la sociedad entera. El padre de Jamie Miller, de 13 años y que ha acuchillado a su compañera de clase, considera que hasta el momento de la muerte todo lo que vive el joven y lo rodea es normal; que cuando se mete en su cuarto está seguro. Espera un giro de guion que nunca llega. Alcázar-Córcoles, del departamento de Psicología Biológica y de la Salud y del centro de Investigación en Ciencias Forenses y de la Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid (ICFS-UAM), ha visto la magnífica serie y percibe que es «dura, sin concesiones, devastadora». Como el resto de espectadores, él también aguarda que Jamie (Owen Cooper hace el papel ) sea no culpable porque, dice, «no tenemos todas las piezas del puzle. La imagen del parking que lo demuestra está distorsionada, quieres pensar que el chándal con capucha sea de otra persona…». Hay una llamada al padre (Stephen Graham) para felicitarle por su cumpleaños. La llamada se hace con el asesino ya en régimen de internamiento cerrado, esos que ha aconsejado en decenas de ocasiones este profesor de Psicopatología que nos ayuda a interpretar lo que no se ve en la ficción. El niño «de una familia normalizada» admite su culpabilidad ante los ojos de millones de espectadores que se han resquebrajado abducidos por la emisión. Exploración psicológicaCuando un menor como Jamie es detenido en el Reino Unido , o como sucede en los nueve casos que retrata este volumen en España, el psicólogo forense (Alcázar-Córcoles, en la Fiscalía y Juzgado de Menores) evalúa qué ha pasado por la mente del infractor desde muchos prismas. Entre otros, el trabajo del psicólogo forense en la jurisdicción de menores contempla entrevistas personales con el delincuente y la madre, el padre o tutor legal. Explora cómo es su rendimiento escolar, quién es su pareja, quiénes sus amigos, cómo es su relación con la familia y hasta qué paga le dan; aparte de sus vínculos personales y sociales, también se adentra en el mundo ‘online’: qué respuestas da, qué interacciones tiene en internet, qué publica… Cada caso es «un desafío». Los especialistas se basan en test estandarizados y también en su amplia experiencia laboral en esta exploración psicológica. «A veces el examen de la personalidad da una razón a la sinrazón», apunta el experto. En este trabajo es crucial analizar las motivaciones, los patrones de comportamiento y las dinámicas familiares que influyen en la conducta de esos menores delincuentes (en el libro hay robos con violencia, que es numéricamente el delito más cometido por adolescentes pero también asesinatos e intentos de homicidio).Y, con todos esos elementos en la mano, entonces el equipo técnico –compuesto además por un educador y un trabajador social– realiza un diagnóstico valorativo del caso y propone unas orientaciones que conforman el informe acorde con las características de ese menor. El juez decide. El autor de ‘En la mente del menor delincuente’ (Editorial UOC), fotografiado en su despacho en la Universidad Autónoma de Madrid TANIA SIEIRA¿Esas medidas coercitivas son suficientes? «Este es otro debate» . El régimen de internamiento cerrado (ocho años) que se aconsejó y dictó para M. por el intento de homicidio de Patricia supone que el chaval ingresa en «un régimen restrictivo equivalente a lo que puede ser una cárcel de menores». «Puede que la Ley Orgánica 5/2000, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, tenga que evaluarse por si se ha quedado o no desfasada, pero antes de eso hay que dotar a la Justicia de menores de recursos», intercede el autor sobre el mínimo de la imputabilidad fijado a los 14 años. «Tampoco creo que el menor que delinque esté pensando en que le vayan a coger o no, o en la pena que le van a poner, o si tiene un tipo de pena u otra. Yo creo que no se ve ni se siente impune. El niño en la serie, volviendo a ‘Adolescencia’, no piensa en si le atraparán o no». Prosigue: «Hay que tener en cuenta la personalidad del niño, el ambiente –por ejemplo, si ha tenido facilidad para hacerse con un arma por su entorno– y si quiere conseguir un objetivo, que en la serie se supone que es que la chica que se mete con él acceda a quedar (y charlar) para resolver el problema. Las motivaciones van por otro lado. En la serie esto no sale».«Se pegan por todo: fútbol, novios o lo que publican» Sin un resultado tan expeditivo, pero «los adolescentes se pegan por cualquier cosa y las redes son una capa más en esta violencia» Miguel Ángel Alcázar-Córcoles Profesor Universidad Autónoma de MadridNo aclara si el joven tenía planeado matar a su supuesta acosadora, pero el profesor se ha encontrado casos, como el de la muerte de Tony, perfectamente orquestados. Alcázar-Córcoles aborda con claridad las conductas antisociales que se vislumbran en ‘Adolescencia’ y que sí son el sustrato de «muchas peleas» entre jóvenes en la actualidad. «Se pegan por cualquier cosa. Por el fútbol, las chicas… y ahora también se pegan porque en esta red has dicho esto, o porque me has borrado de otra red», escribe. Porque en la mayoría de los casos similares al que plasma la cinta, los adolescentes de carne y hueso «se pelean, quedan porque se está percibiendo un acoso para hablar y muchas veces se llega a las manos» . Estas agresiones con lesiones sí están en aumento en España, sin el resultado expeditivo que tiene en la serie de Netflix, corrobora el psicólogo de la UAM. Periodo crítico«La adolescencia es un periodo muy crítico en el desarrollo de los niños. Ciertas conductas hay que enmarcarlas en todos los cambios que se están produciendo (físicos, hormonales…). Además está su relación con los estresores –mal ambiente familiar, fracaso escolar o fracaso sexual, consumo de sustancias…–; cuantos más estresores hay más posibilidades de violencia. Todo lo que tenga que ver con su personalidad, la impulsividad, la búsqueda de sensaciones, si son empáticos… todo eso influye en la toma de decisiones. No hay un perfil descrito de menor delincuente. Hay infinitos, pero estos factores se deben tener en cuenta».El profesor ahonda en que la adultez arroja una perspectiva vital que se ignora en la adolescencia y que deviene en clave en la serie de Netflix: «Si no caes simpático o no te toleran en un grupo, por ejemplo al entrar en la Universidad, te cambias, te vas y ya está. Esto cambia radicalmente en la edad adulta, pero en la adolescencia sientes que eso va a ser siempre así. No encajar es una presión enorme para ellos. Y creen que esa situación que están viviendo es para siempre. La adolescencia es como un Gran Hermano; te sientes encerrado en el instituto, trabajas un rol que te asignan y sientes que no puedes salir de ahí. Para ellos es el fin del mundo; con los años descubren que no es así». «El acoso es omnipresente» Si a eso añades el sufrimiento por ser víctima de acoso escolar –como el que se intuye padece Jamie– y el mundo digital, entonces el cóctel es tóxico. «Las redes sociales han introducido una capa más que puede fomentar la violencia. La regla más sencilla sería que no hagas nada en el mundo online que no te gustaría que te hicieran en la vida», explica el profesor. Asimismo, abunda en que «en la adolescencia se tiende a romper el vínculo con tu familia y te adscribes a un vínculo nuevo, normalmente el de amigos. En esa nueva dimensión y con un nuevo rol en las relaciones sociales, todo se magnifica. Si sufres acoso te lo llevas encima, es accesible para todo el mundo, omnipresente. Es un ‘mundo’ constante . Antes te lo dejabas en el patio del colegio, o en el aula, ahora tu móvil va contigo a todas partes y lo pueden ver las personas con las que veraneas o en tu barrio. Y lo metes en tu habitación, como hace Jamie». La digestión de la adolescencia en un mundo híbrido entre sus vivencias digitales –que para los jóvenes son ya casi las mismas que las reales– y todo lo que comporta es la tarea que compete a los padres. De ahí que al ver ‘Adolescencia’ se estremezcan.

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