Feísima (y milagrosa) cogida en Las Ventas a Miguel Andrades: «¡Así se viene a Madrid!»

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Feísima (y milagrosa) cogida en Las Ventas a Miguel Andrades: «¡Así se viene a Madrid!»

Pegó una coz y una costalada en varas el primero, que era de pañuelo verde aquí y en Australia. Con razón protestaba el personal: Fabiolo estaba completamente inválido. Cuajado, pero de agradable cara era el de Sánchez Herrero, sustituido por un sobrero de Aurelio Hernando. Chocito se llamaba el jabonero, con más movilidad que estilo, con mejor embroque que despedida. A peor fue durante la lidia, cada vez más rebrincado. A más iba el muelle de su testa, mientras Álvaro de Chinchón le buscaba con voluntad las vueltas.Le costaba humillar al segundo, hecho cuesta arriba y complicado en banderillas. Cada vez más saltarín y andarín, pero sin raza. Dejándole la muleta puesta, Manuel Caballero logró hilvanar dos rondas diestras, pero este Tornillero era tremendamente deslucido. Por ese pitón siguió tras desistir enseguida por el zurdo, por donde lo único quee se divisaba era la voltereta. Vibrante y con gusto el saludo capotero de Miguel Andrades, que levantó la primera ovación de la tarde. Arreó en el galleo por chicuelinas, con aires ferreristas. Todo con mucha intensidad, y con el animal, con embestidoras hechuras, sacando más brío. De cine comparado con sus hermanos. Sus derroche de ganas continuó con los palos y, sabedor de que Giraldillo transmitía mucho, brindó al público. Concedió distancia al ‘sanchezherrero’ y citó con la derecha. Hacía falta mando y mano baja, aunque el toro comenzó a desentenderse en algún momento. Cuando cogió la zurda, frente a la Puerta Grande, crujió un natural larguísimo, pero por ese mismo lado el toro lo prendió con terrible violencia. Por el muslo, por el pecho. De un lado a otro lo zarandeó como a un muñeco. La cornada se presentía, pero milagrosamente regresó a la cara por el mismo pitón. Andrades, uno que quiere ser torero. Fibra y más fibra hasta la hora final. Dos veces tuvo que entrar a matar y cambió el posible premio por saludos. Una ovación se llevó Giraldillo en el arrastre. Madrid Monumental de las Ventas. Domingo, 5 de abril de 2025. Tercera de la temporada. Un cuarto de entrada. Novillos de Hermanos Sánchez Herrero y Aurelio Hernando (1º bis), desiguales y deslucidos en conjunto; el mejor fue el 3º. Álvaro de Chinchón, de verde y oro: estocada que hace guardia y descabello (silencio); estocada defectuosa y dos descabellos (silencio). Manuel Caballero, de tabaco y oro: pinchazo y estocada defectuosa (silencio); estocada traserísima y descabello (silencio). Miguel Andrades, de rosa y oro con cabos negros: estocada corta atravesada y estocada caída (saludos tras aviso); dos pinchazos y estocadaCerca de las ocho menos veinte arrastraban al cuarto. Sin pena ni gloria trasncurrió este capítulo. Manseó el quinto, al que Casanova trató de empujar en la lidia. A dos velocidades su informal viaje en la muleta. Y allí no pasó nada. Cuando Andrades quiso irse a portagayola para recibir al sexto, la puerta de chiqueros ya se había abierto. Total, que tuvo que conformarse con una larga de bienvenida en el tercio a un serio noivllo. Astifino se llamaba y nada regalaba. Con la paliza aún en lo alto por el percance anterior -podría haber dejado los palos en manos de la cuadrilla., sucedió un nuevo milagro: t tras colocar el primer par, el toro lo prendió por la espalda. Encorajinado y valiente, cumplió con gallardía, con el terno roto y el corazón intacto por querer y querer. Para Rafael García Garrido fue el brindis mientras en lo alto del 5 unos jóvenes entonaban el «que viva España». En fin…Lo serio se hallaba en el ruedo, cuando Andrades trazó con inteligencia poderosos doblones para bajar los humos del encampanado animal, con mucha guasita. Después de probarlo por el derecho, lo intentó por el zurdo, por donde había que aguantar miradas y tragar lo que no está escrito. Tras un buen epílogo, de tan atacado, se precipitó en el primer encuentro final. Qué expectación había, qué silencio. Lástima que pinchara porque tenía la oreja ganada, pero la estocada le impidió tocar pelo. Tras la petición de oreja, dio una vuelta al ruedo de ley, de las que deben valer.«Así se viene a Madrid», gritó una sabia voz. Y, sí, así se viene, dispuesto a jugarse la vida. Que venir así no le penalice, que últimamente se han visto cosas inverosímiles, como dejar fuera a Candelas de un certamen de novilladas ¡por indultar un animal! Qué despropósito, qué absurdo.

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