Fin del problema de la vivienda

Home People Fin del problema de la vivienda
Fin del problema de la vivienda

Dice una rubia que decreta los alquileres indefinidos . Dice que lo dice con firmeza. Ha proclamado también el derecho a la huelga de alquileres, delante de los micrófonos, como podría haber decretado que es Navidad y proclamado la independencia de Motilla del Palancar. Ha hecho también un llamamiento, con igual firmeza, para que los arrendatarios no abandonen los inmuebles una vez expiren los contratos. Y ha exigido, ya de paso, una rebaja del 50 por ciento en los alquileres y acabar con los desahucios. Resulta que es la portavoz del sindicato de inquilinos e inquilinas de Madrid. Un sindicato, hasta donde yo sé, es una organización de trabajadores que se constituye para defender los intereses de sus miembros. Supongo que, si se ha elegido el sintagma ‘sindicato’ en detrimento de los mucho más ajustados ‘asociación’ o ‘agrupación’, es porque consideran un trabajo el hecho ser arrendatarios, y no una simple condición contractual y habitacional. Debe parecerles, además, un trabajo agotador, imagino, porque inquilino se es 24 horas. No hay un rato que se deje de serlo, que sea uno propietario, ni siquiera los fines de semana o fiestas de guardar. Me imagino, pues, que la rubia (decretadora, proclamadora y exigidora) es profesional del arriendo, o sea, será la inquilina de alguien. O no sería portavoz de este sindicato sino del de viento y metal de la banda sinfónica municipal de Cangas de Onís o del de mujeres tejedoras de Alpedrete. Y como en España más del 90 por ciento de los arrendadores son pequeños propietarios, y no grandes tenedores de vivienda, me imagino a su casero viendo la tele y pensando; «Mírala, qué joya». Un señor que, imagino, ha puesto en alquiler una segunda vivienda, comprada con su esfuerzo, y con cuyo alquiler consigue un extra que complemente sus ingresos. Seguro que, ante la firmeza de la rubia, habrá pensado que, joder, pues claro, que le baja, no un 50 por ciento, sino un 75 por ciento el precio. Con efecto inmediato. Y que, por supuesto, nada de desahucios si deja de pagarle por la razón que ella estime oportuna. Y que, el contrato, indefinido. Solo faltaba. Y sin subidas, ni para actualizar el IPC, mientras ella quiera. Que le ha convencido. Que quién es él (ni el Estado, ni la ley de la oferta y la demanda, ni el régimen jurídico de arrendamientos) para, ante tal firmeza y convicción, no claudicar. Así, hoy mismo, damos por terminado el problema de la vivienda de alquiler en España. Porque lo ha solucionado la rubia, qué tía. Tanto procedimiento legislativo, y tanta tramitación y aprobación parlamentaria, con lo fácil que era sacar a la calle a la portavoz del sindicato (que no asociación, ni agrupación, ni pandilla, ni cáfila, ni recua; yo le habría puesto ‘tropa’) de inquilinos. Tan fácil como mirar a cámara (con firmeza), sacarse del bolsillo un gallifante antijurídico y decretar los alquileres indefinidos, proclamar el derecho a la huelga de alquileres y exigir un millón de euros en billetes no marcados, ocho pizzas familiares con extra de queso y un helicóptero en la azotea. Chimpún.

Leave a Reply

Your email address will not be published.