Camino de Oudenaarde, su recta interminable, sus casas bajas de color ocre, navegando a 45 kilómetros por hora después de haber recorrido 260 kilómetros y atravesar 15 cotas empedradas, Tadej Pogacar convierte al vagón de campeones del mundo que lo persigue en una procesión doliente, héroes derretidos, guerreros abatidos por la apisonadora de Eslovenia, que vuelve a vencer. El mejor ciclista que han visto muchas generaciones conquista el Tour de Flandes, la carrera que lo tiene todo.Y lo hace con grandeza, sin escatimar, estableciendo una conexión directa entre la fantasía del aficionado y sus piernas. Pogacar es la magia en bicicleta. En Flandes se corona por segunda vez, ocho monumentos ya, después de hostigar en cada cima, en cada adoquín, a sus rivales, sin descanso, una cota detrás de otra. Hasta reventarlos.Mathieu van der Poel se cae a 126 kilómetros de la meta, un enganchón cuyo daño es imprevisible. En la misma montonera, Pogacar pierde a tres escuderos. Flandes promete lo de siempre: es la esencia del ciclismo, la carrera total que lo tiene todo. Noticias relacionadas estandar Si ciclismo Van der Poel humaniza a Pogacar en la Milán-San Remo Pablo Lodeiro estandar No ciclismo Pogacar redefine la épica entre polvo y sangre para conquistar la Strade Bianche Pablo LodeiroDespués de enlazar, Van der Poel estira el cuello para emprender un mediodía en persecución. Siempre se exprime para cazar a Pogacar, que lo castiga en el Viejo Kwaremont por primera vez. A 56 de meta, queda claro el reparto de fuerzas: Pogacar, Van der Poel, Van Aert, Pedersen y Jorgenson viajan juntos, espaciados según se van sucediendo las colinas y los adoquines.Filippo Ganna aprendió de su derrota en San Remo, la mejor carrera de los últimos años, y anticipa un ataque en previsión de lo que sucederá: perderá pie en cada rampa. No tiene éxito el gigante de Verbania.Van der Poel es un ciclista conectado con la grandeza, siempre piensa en lo máximo. Y aunque dolorido, ataca a Pogacar en el Berg Ten Houte. Es el pulso de emperadores, la batalla psicológica en cada empedrado. Tampoco Pogacar puede soltar al holandés en el Koppenberg , la cuesta más dura de todas.Van der Poel ha ganado el duelo mental, cabe pensar a tenor del resultado y de la meta en llano que espera su esprint vencedor en Oudenaarde. Como en la avenida de San Remo hace unas semanas. A los acelerones de Pogacar va y viene Van Aert, el prodigio en horas bajas, alma secundaria en este festival de ciclistas alucinantes.En el Taaienberg, 600 metros con desnivel máximo del 15 por ciento, Pogacar sacude los costados de sus adversarios y el formato en breve fuga agrupa a tres campeones del mundo, Pogacar, Van der Poel y Pedersen. Juntos suman 20 etapas en el Tour. El nivel de Flandes es de calidad suprema, tope de gama.Los vip que toman vino en las terrazas del Viejo Kwaremont y los aficionados que trasiegan cerveza y patatas fritas en la cuneta asisten al desenlace definitivo en el tercer paso por la cumbre emblemática. Van der Poel cede, se cansa de los latigazos, pierde paso, y Pogacar acelera, vuela, imagina y sueña mientras lo aleja de su rueda.Van der Poel ha corrido seis veces Flandes, tres victorias , dos segundos y un tercer puesto. No se rinde, aunque no encuentra la colaboración con Van Aert, Pedersen y Stuyven, los que han salido vivos del Paterberg y ya no tienen fuerzas para perseguir. Pogacar responde con su dinamita en las piernas y su hoja de servicios, además de los tres Tour, del Giro y del Mundial, luce siete monumentos antes de ganar Flandes por segunda vez. El trayecto hasta la meta es la aceptación de la derrota. Cuatro estrellas del pedal no saben como organizarse para acercarse al esloveno. Cunde la resignación, falta el ánimo, hay otro ciclista superior. No queda otra que inclinarse ante su majestad Tadej.

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