Tavares silencia Belgrado con un milagro en el último segundo

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Tavares silencia Belgrado con un milagro en el último segundo

Un milagro de Tavares dio al Madrid una victoria que por momentos pareció imposible. Los blancos firmaron tramos muy espesos ante el Partizan, que llegó a vencer por casi diez puntos en el último acto. Sin embargo, gracias a la fe de Campazzo, los visitantes llegaron a la última posesión con empate en el marcador y con Tavares como punta de lanza. El africano, a falta de dos segundos para la bocina, regaló a los merengues con un sutil gancho una genial victoria, esa que le permite soñar con los cuartos de final y evitar la repesca, aunque no dependen de sí mismos para ello. Como casi siempre que visita la capital serbia, el Madrid fue un témpano ante las llamas. Muy profesional, comenzó a elevar su ventaja gracias a las individualidades de sus astros, punzadas suficientes para amedrentar a un Partizan que se mostraba demasiado ansioso a la hora de regalar una última victoria europea a sus efervescentes seguidores. Ante las dudas, Tavares parecía un elefante que arrasaba con todo lo que veía. Seis puntos del africano mantuvieron el colchón blanco, pese que la potencia interior de Davies y Bonga amenazaba en cada posesión. Sus penetraciones y un potente abucheo a Llull acabaron por descentrar a los blancos, que remataron el primer cuarto por debajo en el marcador (22-20). Cuando necesitaban energía, los visitantes fueron rescatados por Ibaka, al alza en las últimas semanas tras meses de escaso protagonismo. Su intimidación, rebotes y hambre bajo el aro proporcionaron más continuidad al baloncesto merengue, que todavía era perseguido muy de cerca por los serbios. Musa, autor de 12 puntos en la primera mitad, se convirtió en héroe para que el Partizan no abriese brecha, culpable el bosnio de que la igualdad fuese la nota dominante al descanso (46-48). Tras el paso por los vestuarios, la defensa del Partizan fue fantástica y, además, consiguió sacarle la tercera personal de Tavares, que comenzó a dudar a la hora de proteger su zona. Se le acumulaban las averías al Madrid y Jones comenzaba a calentar su prolífica muñeca, pues cinco puntos de su autoría, sumados a los triples de Davies y Pokusevski, dieron a los balcánicos una ventaja de ocho, la máxima del duelo. Fue en ese momento cuando Hezonja, que estaba negado de cara al aro, enlazó varias acciones de alto calibre para detener la sangría, racha insuficiente en cualquier caso pues el Partizan, de tres en tres, iba lanzado a por la victoria ( 74-65). El último cuarto se inauguró con una escena solo posible en el Belgrado Arena. Después de un altercado entre Llull y Lakic, la grada local comenzó a lanzar decenas de bolsas de patatas fritas a la cancha como protesta (el capitán Marinkovic incluso se adueñó de la megafonía para pedir que parara). Tras la lluvia de aperitivos y un nuevo triple de Davies, el Madrid, en un acto de fe fantástico, consiguió reducir la diferencia a solo dos puntos cuando, unos minutos atrás, había sido de ocho. Faltaban 43 segundos para el final y Campazzo, con dos tiros libre, hizo el empate a 87, acierto que fue seguido de una estratosférica bandeja de Llull que puso a los blancos con ventaja. El Partizan tenía una sola oportunidad y Jones, a falta de dos segundos, devolvió la igualdad al electrónico con una brutal suspensión. Un duelo crepuscular que tuvo un final apoteósico. Tavares recibió al poste, lanzó un suave gancho y el Madrid, una vez más, silenció a Belgrado.

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