El matrimonio Pombo, gente que brilla, y la prosa poética de Tomás Páramo

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El matrimonio Pombo, gente que brilla, y la prosa poética de Tomás Páramo

Para entrar en la fiesta de La Roche Posay tuve que ponerme gafas de sol. Era tal el reflejo que desprendía la luz cegadora en la puerta de la Casa de las Alhajas, en San Martín, que a todo el mundo le brillaba la cara. Deslumbraban como un eclipse de salud y bienestar; un cutis, una tez, un absoluto destello de guapura que a cualquiera que no estuviera embadurnado de ese elixir de la eterna juventud le hacía sentir fea, vieja, gorda y todas esas cosas terribles que le pasan a la gente normal. Brillaba mucho el matrimonio Pombo , que es una pareja que brilla en general. Son así como una gente que destella al pasar, dejando una estela de purpurina que muchos recogen para parecerse a esa foto de ‘Insta’ que les da tanta rentabilidad. Son un filtro con piernas, una cosa que da un poco de grima pero que les ha permitido entrar en el cuarto reservado a la gente a la que se paga dinero por ir a sitios. Como le ocurre a otro guapo de la sociedad madrileña que también brillaba horrores, Tomás Páramo . Está tan de moda que la semana pasada presentó su libro, ‘Si supieras quien soy’ (Espasa, 2025) en el que confiesa su vida en una prosa poética que quita el hipo y el sentido con versos desgarradores como «soy miedos y verdades, cielos naranjas, azulados, oscuros y estrellados». No entiendo cómo no ha sido convocado de inmediato por don Luis para obtener la dirección del Cervantes de Miami, París o cualquiera de los chiringos del poeta frágil. Y como de pieles no hay diferencias de clase, por allí andaban brillando también Alexia Putellas, Laura Escanes o Amelia Bono , que parecía una lámpara enchufada a la pared. Me cuenta Carlota que hay una clínica que te dice lo vieja y fea que vas a estar en cinco años. Te hacen un estudio facial y te muestran una imagen tuya hecha por ‘inteligencia criminal’ de cómo serás dentro de pocos años. De ese modo te encasquetan el tratamiento deseado por el director financiero de la empresa y pelillos a la mar. El eslogan del asunto es ‘Longevity Hub’ y te venden que «el elixir de la juventud está dentro de uno mismo», previo pago de una buena cantidad de euros para meterte veneno de serpiente en la jeta para que no envejezcas. Te dejan así, tieso en la cartera y en la cara, para que después la cirugía te deje igual que a todos los que gastan estas nuevas formas de sentirse Peter Pan. Noticia Relacionada EL MENTIDERO opinion Si Coche oficial, alfombra azul y Nawja Nimri lo hace todo bien en Madrid Gato Magerit ABC estrena esta sección para descubrir la trastienda de una ciudad que no duermeSe podría analizar Madrid según el rostro de las personas con las que te cruzas. Este tipo de centros de estética que prometen milagros a base de dejarte tremendo, han llenado el barrio de Salamanca de señoras y señores que van por la vida como zodiacs. Me preocupa que cada vez son más jóvenes los que han sucumbido al error de no envejecer mientras lucen el Mickey Rourke que llevan dentro. Un auténtico esperpento que no entiende de clases ni de sexos, pues todos ellos, todas ellas, cada vez se parecen más entre sí mismos. No es que les opere el mismo médico, es que todos acaban manoseados con el mismo patrón, creando una sociedad paralela de «engominados» que terminarán con las reservas de plástico del planeta tierra, Tiempo al tiempo. La noche del domingo tocó Lenny Kravitz en el Movistar Arena, antes Wikzink, antes ‘Palacio de los Rebotes’. Allí estaban Pe y Javier o Javier y Pe , que son la misma cosa y que lo pasaron pipa bailando y coreando las canciones del músico neoyorquino. Son amiguetes, pues Goya Toledo sale desde hace años con el guitarrista de la banda de Kravitz, Craig Ross . Tanto es así, que el cantante les dedicó ‘I´ll be waiting’, e incluso bailó y cantó a su lado desde la grada. Este gato tuvo tiempo para dejarse ver de tapadillo por la entrega del premio taurino de esta Casa, que se entregaba a Victorino Martín , el sabio de la dehesa que ha llenado de calidad las tardes de lidia de esta España vertebrada. Mi sorpresa fue cuando me topé con algún torero y famoso al que le brillaba mucho la cara. Entonces mis sospechas se confirmaron. ¿Estuviste la otra tarde en lo de las cremas, verdad, maestro? Así es, me contestó. Entonces y no antes comprendí, que muy posiblemente llevaría su foto de diez años más viejo en el bolsillo de la chaqueta. Veneno de serpiente y a lidiar. Esto no hay quien lo pare gatos míos.

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