El español que busca el origen del linaje humano en Kenia

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El español que busca el origen del linaje humano en Kenia

El oeste del lago Turkana , al norte de Kenia, en la frontera con Etiopía, es un lugar tan seco que las cabras se comen los pinchos de las acacias y, si uno se descuida, «corre el riesgo de que le muerdan hasta el pelo». El paleontólogo madrileño Ignacio A. Lazagabaster lo conoce bien. Desde hace cuatro años es codirector del yacimiento de Lothagam, una árida pero bella extensión de sedimentos rojos, morados y azules que, si no fuera por la salpicadura de algún arbolito, parecería «un paisaje marciano». Excepto durante el monzón, cuando el agua corre en torrenteras, no cae aquí una gota de lluvia. Los habitantes locales tiran de sus rebaños para sobrevivir a duras penas. Sus cuencos de barro están tan secos y vacíos como el terreno. Pero esa tierra desértica es prolífica en restos fósiles. Excavada de forma intermitente desde los años 70 por la famosa familia Leakey de arqueólogos, ha entregado un sinfín de piezas de animales desde el Mioceno tardío, hace unos 7 millones de años: esqueletos y cráneos de primates, carnívoros, tortugas, hipopótamos, elefantes… Sin embargo, a diferencia de otras áreas del lago Turkana, los restos de homínidos han sido escasos y mal datados , así que el yacimiento se abandonó hace veinte años por falta de interés. Se dedujo que las condiciones del lugar no lo hacían atractivo para esos primeros humanos.Lazagabaster, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), y su equipo reabrieron el sitio en 2020. Ilusionados por tener su propio proyecto, en la primera semana de prospección tuvieron una suerte extraordinaria: encontraron el diente de lo que creen es un homínido que se acerca a los 7 millones de años. El hallazgo todavía debe ser confirmado, advierte el investigador con precaución, pero, si están en lo cierto, habrían dado con uno de los miembros más antiguos de nuestro linaje. La cuestión es que ese antepasado se encontraría muy cercano en el tiempo a una misteriosa criatura de la que apenas sabemos nada y por la que Lazagabaster volverá a Turkana este agosto. Noticia Relacionada estandar Si Arqueólogos españoles hallan en Tanzania las primeras herramientas de hueso de la humanidad Judith de Jorge Grandes y afiladas, fueron creadas de forma sistemática a partir de los huesos de las patas de hipopótamos y elefantes hace 1,5 millones de años. El descubrimiento retrotrae un asombroso millón de años el uso regular de esta tecnologíaEl paleontólogo dirigirá una expedición internacional financiada con 225.000 dólares durante tres años por el Turkana Basin Institute (TBI) de Nairobi para dar con el último ancestro común que los humanos compartimos con chimpancés y bonobos, los simios que más se nos parecen y con los que coincidimos en el 99% del genoma. Una especie de la que no hay rastro fósil y que vivió «en la etapa más misteriosa de la evolución humana».El ‘santo grial’Encontrarla marcaría un antes y un después en el conocimiento de nuestros orígenes. Sería algo así como dar con el ‘santo grial’ de la paleoantropología. Nos ayudarían a responder grandes preguntas sobre quiénes somos, de dónde venimos y por qué a pesar de que nuestro ADN sea tan parecido al de los chimpancés hemos acabado de forma tan distinta . Ahora, no conocemos ni el aspecto ni las adaptaciones evolutivas de ese ancestro común. «Durante muchos años se ha pensado que debía de parecerse mucho a un chimpancé, como en la típica imagen de la evolución humana, en la que una criatura simiesca se convierte en un Homo erectus y este en un humano moderno, pero no fue así«, explica Lazagabaster. Para empezar, porque el chimpancé, al igual que nosotros, ha tenido su propia historia evolutiva y »ha podido cambiar poco o mucho« en esos 7 millones de años. Y porque los restos de fauna de la época, como cebras y antílopes, parecen indicar que el paisaje que habitaba ya era de sabana, un ambiente distinto al que ocupan los chimpancés. «Esto es interesante porque nos dice que los antiguos homínidos podrían haber vivido en ambientes menos boscosos de lo que se creía, lo que influye en cómo y cuándo se pusieron de pie«, señala. A su juicio, ese último ancestro común ya podía haber estado adaptado a la vida en el suelo, caminando, eso sí, sobre sus nudillos, como hacen los gorilas o los babuinos. «Quizás no nos hicimos bípedos al bajarnos de los árboles. Quizás ya estábamos viviendo en el suelo cuando eso ocurrió», señala. Pero ‘Lucy’, la menuda australopiteca de hace más de 3 millones de años hallada en Afar (Etiopía) en 1974, caminaba como cualquiera de nosotros y seguía manteniendo la costumbre de subirse a los árboles . Esto, que parece contradictorio, «quizás nos esté diciendo que ese período de la evolución humana era muy complejo, y que pudo haber una diversidad de adaptaciones. Distintos linajes que se adaptaron a distintos ecosistemas. Tendemos a pensar que los humanos somos uno, pero en el pasado hubo mucha más diversidad», afirma. Completaría el retrato de ese viejo pariente un cuerpo cubierto de pelo y una dentadura que el investigador cree más parecida a la nuestra que a los grandes caninos de los chimpancés y los gorilas. Son rasgos a brocha gorda. Para afinar, hacen falta huesos. La hembra ‘Ardi’, de 4,4 millones de años Los primeros de los nuestros El cráneo de ‘Toumaï’ El cráneo ‘Toumaï’ Sahelanthropus tchadensis vivió hace unos 7 millones de años, durante el Mioceno tardío, por lo que, por el momento, es el homínido más cercano al ancestro común con los chimpancés. Sus fósiles, entre ellos un cráneo llamado ‘Toumaï’, fueron hallados en el desierto del Djurab, en el norte de Chad, por un equipo franco-chadiense y anunciados por primera vez en 2002.Estudios recientes apuntan a que ya caminaba erguido. ‘Hombre del milenio’ Los fósiles de Orrorin tugenensis, entre ellos un fémur prácticamente intacto, fueron encontrados en las colinas Tugen de Kenia y tienen 6 millones de años. Fueron anunciados en el año 2000 por científicos franceses. Sus descubridores creen que caminaba erguido y que tiene un parentesco directo con nuestra especie. Los medios lo bautizaron como el ‘Hombre del Milenio’, pero el hallazgo fue muy polémico y discutido por otros investigadores. ‘Ardi’, la ardipiteca La especie Ardipithecus ramidus prosperó en lo que hoy es Etiopía hace 4,4 millones de años. ‘Ardi’, el esqueleto parcial de una hembra, no medía más de un 1,20 metros y su peso debía de rondar los 50 kilogramos. ‘Ardi’ no se parece en nada a los chimpancés y gorilas actuales, pero sí que tiene indudables analogías con nuestra propia especie. No vivía sólo en los árboles, sino que podía caminar erguida sobre sus dos piernas.El equipo que los buscará está formado por ocho investigadores, la mayoría estadounidenses, y cuenta con estudiantes de Nairobi y de la propia región de Turkana. «Sinceramente, tienen el ojo mucho más adaptado que el nuestro y una resistencia al calor mucho más alta. Sin ellos, no encontraríamos tantos fósiles», reconoce el paleontólogo. Aunque los investigadores evitan trabajar durante las horas centrales del día, soportan temperaturas de hasta 50 ºC al Sol. No hay una sombra que les proteja. De noche, cuando intentan descansar en sus tiendas de campaña, se alcanzan los 30 ºC. El calor es su mayor problema. Hace algunas décadas, los exploradores del oeste de Turkana tenían que protegerse de las hienas y los leones. Pero ahora, esos animales salvajes ya no están. Tampoco las jirafas y las cebras que pastaban por las praderas. La desforestación, la ganadería y la caza han hecho que desaparezcan. El paisaje árido del yacimiento de Lothagam DAVID GOTTLIEBCien kilómetros a pieBuscar restos fósiles en África no es como hacerlo en el yacimiento burgalés de Atapuerca, donde todo está contenido en simas y trincheras. En Turkana, una campaña se parece más a la búsqueda de una persona desaparecida. Los exploradores recorrerán a pie unos 100 kilómetros, que comprenden Lothagam, el yacimiento de Napudet y otras áreas más desconocidas, en busca de fósiles semienterrados. Caminarán unos junto a otros separados por la distancia de un brazo extendido. Si hay algo sospechoso, colocarán una banderita. No colectarán todo lo que encuentren, solo lo que les parezca realmente interesante. «Si no, no acabaríamos nunca porque hay cientos y cientos de miles de restos. Ni tenemos la capacidad logística ni se pueden almacenar tantos», señala. Desde 2022, las prospecciones encabezadas por Lazagabaster y John Rowan, de la Universidad de Cambridge (Inglaterra), en Lothagam han recuperado más de 600 fósiles, incluyendo el prometedor diente del homínido antiguo. El motivo de que el lago Turkana entregue tanto es que está situado en una zona volcánica, donde la actividad tectónica mueve la corteza terrestre y crea nuevas capas. Los restos recogidos se llevan al TBI en Nairobi, donde se almacenan y se estudian. La organización fue fundada por Richard Leaky, hijo de los aún más famosos Louis y Mary Leakey, y responsable de hallazgos emblemáticos como el cráneo 1470, perteneciente a un homínido de hace 1,9 millones de años llamado Homo rudolfensis , o el esqueleto del niño de Turkana, un Homo erectus que vivió en la misma época. Una decena de grupos de investigación con el apoyo de este instituto pueden coincidir en una campaña en Turkana. «Compartimos baterías, paneles solares… Es una forma inteligente de ahorrar recursos», dice Lazagabaster. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Los neandertales sufrieron un ‘colapso poblacional’ hace 110.000 años noticia No «Fueron devorados como animales»: Canibalismo «por humillación» en una cueva de PoloniaEl investigador sueña con encontrar un esqueleto completo de ese ancestro común, como el de ‘Lucy’ o el de la homínida aún más antigua ‘Ardi’ (4,4 millones de años), cuyo descubrimiento mereció once artículos en la revista ‘Science’. «Algo así no se ha hecho nunca en la historia de la paleoantropología, es algo único», se admira. El hueso de un brazo y el de una pierna serían suficientes para caracterizarlo. Sin duda, su hallazgo nos ayudaría a entender por qué mientras los humanos somos miles de millones en el planeta, tenemos inteligencia artificial, fabricamos naves que han atravesado el Sistema Solar y entramos en guerras arancelarias, los chimpancés siguen buscando termitas con un palo y están en peligro de extinción.

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