La noche es más oscura para Alonso y Sainz en el desierto de Sakhir

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La noche es más oscura para Alonso y Sainz en el desierto de Sakhir

Una mala noche la tiene cualquiera. Lo preocupante es cuando encadenas jornadas y jornadas —nocturnas y diurnas— nefastas. Alonso y Sainz, Fernando y Carlos, los dos pilotos españoles de la Fórmula 1, vivieron otra carrera para olvidar bajo los focos que iluminan el circuito ubicado en el desierto de Sakhir. Por contra, Piastri dominó de principio a fin el GP de Baréin y entró ganador por delante de Russell y de su compañero Norris. No es muy edificante agarrarse a sorpresas, errores o, como mal menor, a fenómenos meteorológicos para esperar algo de emoción en la actual Fórmula 1, pero es lo que hay. Salvo improbable cambio, o cambios, de consideración, la edición de 2025 del Mundial de la élite automovilística sigue siendo una dictadura de las máquinas. Mandan los coches, y su poderío o pobreza mecánica diluyen, para mal o para bien, las cualidades y los defectos de los hombres que se sientan en su interior.El resumen de la temporada parece claro cuando solo se han disputado 4 de las 24 citas previstas: gana McLaren, por detrás hay un grupito de escuderías que luchan por las migajas, y al fondo de la parrilla malvive el más legendario piloto español, Fernando Alonso. Y a su compatriota, Carlos Sainz, no le va mucho mejor. Traduciendo esa visión general a lo particular sucedido este domingo en Baréin, los dos McLaren exhibieron su poderío desde el primer minuto. Piastri, que partía desde la pole, mantuvo sin problema su envidiable posición. Más atrás, sexto, Norris arrancó como un tiro, adelantó a tres —Antonelli, Gasly y Leclerc— y se puso tercero.La mala noticia es que el inglés había aparcado mal su coche en la parrilla y le cayeron cinco segundos de sanción. Como pícara curiosidad, el primero que se dio cuenta y se chivó del error cometido por Lando fue Verstappen. En algo se tiene que entretener el holandés, aburrido y desesperado como está sobre el asfalto.Red Bull, equipo del tetracampeón del mundo, no solo tiene un coche muy inferior a lo que solía, sino que la decadencia, contagiosa, le hace fallar en la estrategia de elección de neumáticos e incluso en los cambios de dichas ruedas, un arte que otrora dominaban con precisión milimétrica y rapidísima.Verstappen ha pasado de acumular alegrías y títulos a bajar al barrio de la case media, donde toca batirse el cobre con los Ferrari, Mercedes, Alpine y Williams fundamentalmente. Cada curva es una odisea en busca de mejorar un puesto para acercarse a la cabeza y cazar, si se tercia, un podio o algo más.Uno de los rivales de Max es, o debería ser, Carlos Sainz. Lo fue en la salida, donde el español acabó adelantado por el holandés, y lo fue en la vuelta 33, cuando Tsunoda, el otro piloto de Red Bull, le dio un fuerte toque al Williams del madrileño y provocó un coche de seguridad. Ahí acabó la noche. El bólido de Sainz quedó seriamente dañado y poco después tuvo que abandonar. Más abajo, en el semisótano de la F1, otro español sigue penando con su lamentable Aston Martin. El conocido episodio del volante ‘desmontable’ sucedido durante los entrenamientos es algo más que una anécdota. Es la descripción gráfica de un equipo, el de Fernando Alonso, en caída libre.Solo un debutante, Bortoleto (Kick Sauber), fue peor que los dos pilotos de la escudería inglesa. Con Sainz retirado y Hulkenberg descalificado, las posiciones 15ª y penúltima (17º) en meta fueron ocupadas por Alonso y Stroll respectivamente. En medio, otro debutante, Lawson (Racing Bulls), al que el ovetense adelantó en el último suspiro. Nada que añadir.

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