Europa se debate entre el gas de EE.UU., las renovables y la energía nuclear

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Europa se debate entre el gas de EE.UU., las renovables y la energía nuclear

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , ha zarandeado los cimientos económicos del mundo entero. La guerra arancelaria presentada por el mandatario americano agita todos los sectores, incluido el energético. De hecho, el oleaje al otro lado del Atlántico provoca un tsunami en el viejo continente. Planteamientos que ya estaban lanzados, como la carrera por la descarbonización y la progresiva eliminación de los combustibles fósiles, vuelven a estar encima de la mesa como parte de la guerra comercial. Pese a este bandazo, Europa tiene clara que la apuesta por la autonomía estratégica pasa por las energías renovables y las interconexiones entre los Estados miembro. Y de fondo, el resurgir de la energía nuclear que ofrece grandes soluciones, pero también plantea importantes retos a nivel económico y, no menos importante, sobre cuestiones ideológicas.Noticia Relacionada estandar Si Iberdrola lanza una nueva empresa eléctrica para plantar cara al gas natural Raúl Masa La compañía de Sánchez Galán usará A Tu Aire con servicios térmicos para empresas e industriasEn este contexto, el comisario europeo de Energía, Dan Jorgensen , abrió hace unos días una nueva línea de debate que pone todos los paradigmas en tela de juicio. Si ya existía la certeza de que el gas proveniente de EE.UU. había subido en los últimos meses –y los registros públicos lo demostraban–, ahora se lanza un mensaje explícito al respecto: la Unión Europea abre la puerta a se importe más gas de Estados Unidos, como ha sugerido Donald Trump, para reducir los aranceles.Esta situación tiene una implicación que muy pronto deberá aclararse. Esa mayor importación de gas se refiere a una ponderación de destinos con respecto a otros, o se refiere a volumen. El propio comisario ha querido matizar sus palabras, y subrayó que la UE no quiere crear nuevas dependencias y privilegió la autogeneración y la diversificación.«No queremos estar en manos de nadie que pueda cerrarnos la energía (…), no queremos estar en una situación de dependencia nunca má s », dijo Jorgensen. Con esta aclaración, se entiende que todo está sujeto al conflicto arancelario, porque el socialdemócrata danés señaló que lo primero que debe hacer la UE es reducir su dependencia en los combustibles fósiles a través de un sistema productivo basado en la electrificación y las renovables, además de mejorar la eficiencia energética y las redes, que podrían ahorrar hasta 50.000 millones de euros al año a la UE. No obstante, nadie en Europa quiere hacerse trampas, y se asume que durante algunos años se necesitará de gas natural. Por tanto, quizá no es mala idea lanzar un guiño a Trump.Además, hace unos días, el CEO de la petrolera TotalEnergies , Patrick Pouyanne, también abrió su particular melón al asegurar que no le sorprendería que volviera a fluir el gas ruso hacia Europa a través del gasoducto Nord Stream 2 . Aseguró que el gas natural licuado (GNL) es menos competitivo que el producto de origen ruso, y eso tiene implicaciones para la industria europea en sus procesos productivos. Esta situación lanza otro debate que implica relaciones bilaterales con Estados Unidos y, más allá de eso, con el conflicto militar de Ucrania.En el caso español, por ejemplo, según consta en el boletín estadístico de Enagás sobre la cobertura de demanda de gas, en el acumulado de enero a marzo, Estados Unidos empató a Argelia como el primer proveedor de gas, con el 32%, y deja a mucha distancia al tercer país de origen que es Rusia (13%), y mucho más lejos a zonas como Nigeria (7%) o Angola (5%).Esta situación española refleja la preocupación del comisario Jorgensen de pasar de una dependencia rusa a una americana con esa promesa de comprar más gas a cambio de tener un mejor trato en la guerra arancelaria.Los debates sobre el futuro del gas, además, se dan en una época clave para la compra de esta materia prima en Europa. Una vez que pasa el invierno los países están obligados a llenar sus reservas. Esta ocasión llega, además, con novedades por parte de la Comisión Europa que ha propuesto prorrogar dos años la obligación vigente de los Estados miembro de tener sus instalaciones de almacenamiento de gas al 90 % de su capacidad antes de la temporada de invierno, con el fin de garantizar la previsibilidad y la transparencia. Esta prórroga reduciría la exposición de la UE a la volatilidad de los precios, incluida la causada por la actual inestabilidad geopolítica. También ayudaría a mejorar la seguridad energética y la estabilidad del mercado del gas hasta que se establezca un posible marco a nivel de la UE sobre seguridad energética en los próximos años.Todos estos condicionantes marcarán el futuro europeo en materia energética. No se trata de algo menor, sobre todo, por la cuestión económica.Renovables, sí o sí ¿o no?Europa ha logrado consolidarse como líder en la transición energética, superando en 10 puntos porcentuales a economías como Estados Unidos y China en incorporación de energías renovables. Sin embargo, este liderazgo en sostenibilidad no ha sido suficiente para traducirse en una mejora de la competitividad industrial. En las últimas dos décadas, la brecha del Producto Interno Bruto (PIB) entre la Unión Europea y EE.UU. se ha ampliado significativamente, situándose actualmente en un 44% a favor de la economía norteamericana. Este retraso económico evidencia la necesidad de replantear estrategias para fortalecer la competitividad de la industria europea.Un ejemplo es España . No hay ninguna duda sobre la necesidad de expandir las renovables y conseguir rebajar la huella de carbono. Además, otorga gran dependencia de terceros países y se consigue rebajar el coste eléctrico. El problema es el periodo de transición y el coste que supone para la sociedad. Por si fuera poco se añade otro dilema.El futuro nuclearHace unos años, cuando Alemania decidió prescindir de su capacidad de energía nuclear , parecía que esta tecnología tenía los días contados. España estaba decidida a abandonar también sus 7 GW de potencia, e Italia ha dado la espalda a esta tecnología. Además, países fuertemente industrializados como Polonia, tampoco hace uso de la nuclear.Sin embargo, tras la guerra de Ucrania todo saltó por los aires. Los preceptos energéticos cambiaron. El gas natural, tecnología de transición en procesos caloríficos y para la generación de electricidad, dejaba constancia de que estaba en manos de terceros países, y eso suponía un problema. Cuando saltaron las alarmas por la falta de gas ruso, o la tensión que hay en zonas como Argelia, las miradas volvieron a la nuclear.Se trata de una tecnología estable, cuya dependencia de uranio como combustible no parece tan extrema como sucede con el gas, y encima no emite carbono. Por este motivo, Alemania ha reabierto el debate sobre sus centrales, y en Italia se empiezan a estudiar alternativas de índole nuclear. Aunque España es el paradigma de la nueva vida –y necesidad– de esta forma de generar electricidad. Ahora se discute si es necesario prolongar las vida útil de las centrales. Aunque no está siendo sencillo debido a planteamientos ideológicos.

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