Alcaraz, pese a sus 21 años, ya es todo un veterano del circuito y ejerce como tal porque son muchas las victorias y cicatrices que acumula el murciano. Solemnidad que le vino de maravilla en su debut en la arcilla del Conde de Godó ante Quinn, rebelde estadounidense, lleno de potencia, que le dificultó sus primeros pasos en Barcelona. Tras un primer set impecable, fue en el segundo donde el californiano encontró su mejor versión, una mezcla de duros golpeos y paciencia que tardó en descifrar el español. Pero, cuando se le complicaba el encuentro y la tercera manga aparecía en el horizonte, ejecutó una genial remontada en el tie-break (8-6) que le dio el pase a la segunda ronda. El estadounidense fue un tifón desde el inicio, mostraba un abanico de golpes fantásticos, subía hasta la red, atinaba con el saque. No en vano le levantó al español hasta tres bolas de break en el primer juego, que fue directo a su bolsillo. Su rodaje ante el en las primeras rondas barcelonesas, victorias ante el francés Moutet y el croata Coric, y el cansancio acumulado de Alcaraz tras su triunfo en Montecarlo parecían decantar la balanza. Fue entonces cuando el murciano, rostro serio, sin excesos pero con mucha intención, comenzó a devolver bolas, a mostrarle a su rival el camino hacia el error no forzado. Una estrategia de lo más exitosas, pues alcaraz se llevó los dos siguientes y, además, le rompió el saque. Su tenis siguió al alza y un 40-0 fue una profunda herida para el californiano. Descentrado Quinn, fuerte en su golpeo pero cada vez menos preciso, con la red como su principal enemigo, Alcaraz seguía presionando, muy profesional, consistente. Hace unos meses, si no disfrutaba parecía que sufría mucho para ganar. Ahora, el de El Palmar sabe ahorrar esfuerzos, asegurar un notable y no ir siempre a por el sobresaliente. Aún así, le dio tiempo a regalar a unas entregadas gradas un par de sus clásicas dejadas antes de amarrar la primera manga. Recuperó algo de tacto Quinn tras el paso por los banquillos, era consciente de que alargar los puntos, no intentar aniquilar al español en cada jugada, era un camino que merecía ser explorado. Así, se puso 1-2 en el segundo set, la primera vez en todo el encuentro que veía a Alcaraz por el retrovisor. La irregularidad se había cambiado de bando y ahora era Alcaraz el que sufría ante la batería americana. La reacción era obligatoria. Y vaya si lo fue. El murciano, de nuevo con piernas frescas, se envalentonó y, de la nada, firmó el 3-3. Repitió heroicidad en el séptimo juego, donde levantó un 0-30 en contra que le colocó en posición para dar la estocada final. Quinn, que realizaba un duelo fantástico, le puso a Alcaraz un nueva piedra en el camino al tomar de nuevo el liderazgo y forzar el tie-break. En ese momento, el murciano sacó toda la rabia acumulada y, con una dejada espectacular, zanjó el encuentro.

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