Sudán es un país víctima de la guerra y del silencio de la comunidad internacional. Algo que la diferencia de Ucrania , que intenta llegar a un acuerdo de paz con Rusia, e Israel, que se resiste a un alto al fuego en Gaza . Pero al menos, aunque ineficaces, existen en esos países esfuerzos por alcanzar el cese de las hostilidades. Sudán, en cambio, hace tiempo que abandonó cualquier tipo de negociación y sigue hundiéndose en una guerra civil cuyo fin cuesta vislumbrar porque el Ejército ya no quiere la paz, quiere el control total del territorio .Este 15 de abril se cumplen dos años desde que estalló el combate entre las Fuerzas Armadas y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Una feroz pugna por el poder de este país rico en petróleo y minerales que se ha cobrado la vida de decenas de miles de civiles –algunos estudios hablan de más de 61.000– y que ha provocado una de las peores crisis humanitarias del mundo, forzando a más de 13 millones de personas a abandonar sus hogares. De ellos, son casi 4 millones los sudaneses que se han refugiado en países vecinos; principalmente en Sudán del Sur, Etiopía y Chad.Y el flujo migratorio no se detiene. «La gente sigue escapando de la violencia», comenta por teléfono el sudanés Omer Elnaiem , un trabajador de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) que ha visitado recientemente uno de los campos de refugiados en Chad, donde el 88% de la población son mujeres y niños pequeños. «Los varones, a partir de los 14 años, no se trasladan porque hay muchos puntos de control en el camino y en ellos pueden ser asesinados o reclutados por los grupos militares».Noticia Relacionada estandar No El Ejército de Sudán bombardea un mercado matando a cientos de personas ABC Darfur, lugar del ataque aéreo, se ha enfrentado a algunos de los peores episodios de violencia de la guerraEste trabajador humanitario tiene la certeza de que el fin del conflicto está lejos . «No hay esfuerzos diplomáticos a nivel mundial, la comunidad internacional le ha fallado a Sudán», lamenta Elnaiem, cuyo hermano aún permanece en el país, aunque ha tenido que desplazarse tres veces para escapar del conflicto que siempre termina alcanzándolo. El resto de su familia sí logró escapar a otros países, pero su hermano, padre de cuatro niños, no quiso exponerse a los peligros que pueblan las carreteras que conducen al exilio. «Me pregunto todos los días por qué se presta más atención a Gaza o a Ucrania, cuando Sudán es también importantísima para la seguridad y la paz mundial», asegura Elnaiem. «En Chad he conocido a estudiantes de secundaria que ya no pueden terminar el bachillerato debido a la congelación de la financiación mundial [USAID] . ¿Y qué van a hacer? Algunos de ellos ya están trabajando en las minas de oro chadianas o intentando atravesar Libia para cruzar el Mediterráneo y llegar a Europa. Por eso me sorprende mucho que no se preste mucha atención a la relevancia sudanesa en el panorama mundial y que simplemente se vea como otro conflicto más en África que ocurre con regularidad».«Me pregunto todos los días por qué se presta más atención a Gaza o a Ucrania, cuando Sudán es también importantísima para la seguridad y la paz mundial» Omer ElnaiemElnaiem habla de la crisis en su patria con cierta conmoción. Describe al suyo como un país completamente destruido y con generaciones que, por ahora, no tienen ningún futuro. Este año, apenas se ha recaudado el 9% de la financiación que los sudaneses necesitan en ayuda, obligando a los trabajadores humanitarios a decidir entre cuál familia recibe alimentos, y cuál no, o cuál tiene prioridad para acceder a un refugio. Preguntado sobre cómo es trabajar en estas condiciones con su propia gente, Elnaiem hace una pausa y confiesa que es «desgarrador» y «emocionalmente retador», pero que «alguien tiene que hacerlo». «Yo solo quiero decirle al mundo que por favor salve a Sudán antes de que sea demasiado tarde y se convierta en una herida que nunca cicatrizará en nuestra conciencia. Antes de que Sudán no se convierta sólo en algo en los libros de historia. Y siento que estamos llegando a ese punto».Regresar a la zona ceroDespués de estos meses de continuos bombardeos y tiroteos, el conflicto, que permanecía prácticamente enquistado, alcanzó en marzo su mayor punto de inflexión cuando el Ejército, tras una ofensiva, logró retomar la capital del país, o lo que quedaba de ella . Desde el inicio de la guerra, las FAR se habían hecho con el control de Jartum, obligando a las Fuerzas Armadas a replegarse a Puerto Sudán, en el extremo oriental del país. Ahora, envalentonadas por el novedoso avance, el Ejército pretende alcanzar la victoria total.A medida que las Fuerzas Armadas recuperan terreno, poco a poco y con cautela, algunos jartumíes regresan a aquella ciudad que alguna vez habitaron y que ahora no es más que un campo de escombros y vestigios bélicos. Las calles son cementerios de vehículos civiles y militares y algunos de los edificios, los que siguen en pie, se aprecian impactados por la artillería. Son barrios enteros los que han sido arrasados, aunque algunas partes todavía conservan el acceso a los servicios públicos.Miembros del ejército caminan por Jartum REUTERSAbdulilah Mohamed regresó a su casa en el barrio de Sharg Elnil para analizar el estado en el que se encuentra, para evaluar la viabilidad del retorno de su familia. Pero fue poco lo que encontró: paredes rotas y los restos de sus pertenencias esparcidas por el suelo. Su vivienda había sido saqueada. «No dejaron nada atrás, se llevaron todo y destruyeron todo», dijo a Reuters refiriéndose a las FAR.Huda Ibrahim , quien huyó a Puerto Sudán, dijo que el anhelo de regresar nunca se ha desvanecido. «Nos obligaron a mantenernos alejados», declaró a Reuters mientras viajaba en autobús rumbo a Jartum. «Se puede sentir que su sensación de seguridad ha crecido», completó el conductor. Pero el futuro es incierto, el retorno de la población depende de la disposición de las autoridades para reconstruir la ciudad. Rayan Khaled , un joven que regresó de Egipto, asegura que «si el Gobierno pudiera proporcionar electricidad, todos volverían a sus hogares».Tablero geopolíticoLa disputa en Sudán es liderada por los generales Abdel Fattah al Burhan , comandante del Ejército, y Mohamed Hamdan Daglo , quien fue uno de sus principales colaboradores y que funge como el jefe de las FAR. Juntos se hicieron cargo del Gobierno tras derrocar en 2019 a Omar al Bashir , quien había gobernado el país durante 29 años. El objetivo que originalmente se habían trazado era dirigir una transición que culminaría en elecciones generales, pero fue difícil para ellos encontrar consensos. Daglo no estaba de acuerdo con las condiciones de integración de las FAR en el Ejército, pues implicaba la pérdida de su dominio. Entonces las tensiones entre ambas facciones crecieron y el proceso democrático se vino abajo cuando estalló el combate en Jartum, que rápidamente se extendió a lo largo y ancho del país.Si el conflicto sólo concerniera a los sudaneses, su final sería más fácil de predecir, según Crisis Group. Lo esperado sería que las Fuerzas Armadas siguieran el avance hacia el oeste y obligaran a las FAR a retroceder hasta su base en Darfur. Así la guerra se iría desvaneciendo, con focos de insurgencia de bajo nivel en partes del oeste y el sur de Sudán. Pero la participación de actores externos aumenta la probabilidad de que el combate siga escalando: ambas facciones reciben suministros, como drones y tecnología armamentística, de países que utilizan el campo de batalla sudanés no solo para proyectar su poderío sino para defender sus intereses, pues Sudán tiene acceso al mar Rojo y podrían verse favorecidos, o no, dependiendo de quién resulte ganador. Una coalición de países liderada por Egipto, entre las que se encuentra Eritrea y Arabia Saudí, respalda al Ejército; mientras que los Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Kenia apoyan a las FAR.El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, se reúne con el ministro de Asuntos Exteriores de Sudán, Ali Yousuf Al-Sharif, en Antalya (Turquía) REUTERSRusia tampoco ha perdido el tiempo: el Kremlin firmó un acuerdo con el Ejército, que solo espera por ser ratificado, para establecer una base naval en la costa del mar Rojo. Un acuerdo que Moscú ha perseguido desde hace tiempo para constituir un centro logístico, con buques de guerra y hasta 300 personas, para dominar esa zona estratégica desde el punto de vista comercial y geopolítico. Violencia sexual y humillaciónComo en todos los conflictos armados, la peor parte se la lleva la sociedad civil, y en esta guerra la sufren particularmente las mujeres y niñas, que son sistemáticamente violadas por los hombres armados . Un reciente informe de Amnistía Internacional, titulado ‘Nos violaron a todas’, evidencia cómo las FAR han ejercido la violencia sexual para «infligir la máxima humillación», asegurarse el control y desplazar a las comunidades en el país.La publicación recoge testimonios de varias mujeres, algunas de tan solo 15 años, que fueron violadas, individual o grupalmente. Es el caso de Nyala, quien fue atada a un árbol y después forzada sexualmente, mientras un grupo de soldados de las FAR miraban; o el de Madani, ultrajada por tres paramilitares en presencia de su hija de 12 años. Crímenes que gozan de impunidad desde hace décadas y que ocupan un lugar muy bajo en las prioridades de la comunidad internacional.

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