Cuesta creer que se haya tardado tantísmo en realizar la primera gran retrospectiva de Maruja Mallo (Viveiro, 1902-Madrid, 1995). Ha habido alguna tentativa menor: en 1993, con motivo de la inauguración del CGAC, o ya en el siglo XXI, en 2010, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en la que estudió. Pero mientras en nuestro propio país nos hemos dedicado a la recuperación de otras ‘olvidadas’ extranjeras ( Hilma af Klint en el Picasso-Málaga en 2013, pavimentándole el terreno al Guggenheim el pasado 2024; o Leonora Carrington, en Mapfre, en 2023), aquí hemos vuelto a disfrutar de esa santa eterna siesta para con lo nuestro que tanto caracteriza a la mentecatería española.Noticias relacionadas reportaje Si España salda una deuda con Maruja Mallo Natividad Pulido estandar Si CRÍTICA DE: ‘Hilma af Klint’, en el Museo Guggenheim de Bilbao: la difícil tarea de poner a la artista en su sitio Javier Díaz-GuardiolaY digo que cuesta entenderlo a tenor de la biografía de alguien que, por los secundarios de lujo que aparecen en ella, ya merecería el haber sentido como poco curiosidad por lo suyo. No les hablo de gente menor. Repasemos: María Zambrano, Rosa Chacel, Remedios Varo o Marga Gil, con las que formó parte del grupo de ‘Las Sinsombrero’ ; Lorca, Dalí y Buñuel, con los que se pasea como Pedro por su casa por la Residencia de Estudiantes; Ortega y Gasset, al que le debe su primera individual destacada en 1928 y que fue un éxito rotundo (también quizás, porque aquella que se cambió el nombre –nació Ana María Gómez González, poco glamuroso– fue capaz de rebajarse la edad de 26 a 20 años para que el público quedara epatado del virtuosismo de ‘esa niña’); Gómez de la Serna (que le inspira la serie ‘Almotrón’); Giménez Caballero, que la bautizó ‘Notre Dame de la Aleluya’, título de la biografía novelada que recientemente le ha dedicado Ana Rodríguez Fischer (Siruela, 2025)…Tela marineraProsigo, porque esto tiene tela: Alberti o Miguel Hernández, que fueron algunas de sus parejas, y que la dedican poemas en ‘Sobre los ángeles’ y ‘El rayo que no cesa’, respectivamente; Miró y Picasso, que la conocen cuando expone en París en 1932 en la galería Pierre, donde André Breton le compra ‘Espantapájaros’, obra incluida en la exposición; Gregorio Prieto (su museo en Valdpeñas es uno de los prestamistas institucionales españoles; también lo es el Museo ABC ); Palencia y Alberto Sánchez, con los que entra en el círculo de la Escuela de Vallecas y desde donde alcanza a Torres-García para participar en el Grupo Costructivo; Rodolfo Halffter, con el que prepara la escenografía de la obra teatral ‘Clavileño’, con un guiño en esta cita; Gabriela Mistral, que le facilita el exilio en 1937; Jorge Oteiza o Pablo Neruda, sus valedores en Sudamérica; Soledad Ortega, que le ayuda tras la vuelta a España y con cuyas comisiones se cierra la expo; Pedro Almódovar, uno de sus coleccionistas (presta una obra para la ocasión)… ¡Por favor! ¡Aunque solo fuera por saber ‘quién era esa chica’ (parafraseando a Madonna, que parece ser que también tiene obra suya), el perejil de todas las salsas (tiene fotos hasta con Warhol en el Madrid de los ochenta), ya le valía a nuestros programadores para interesarse por ella! Porque como dice Guillermo de Osma, uno de los responsables de su catálogo razonado, junto a Juan Pérez de Ayala y su sobrino Antonio Gómez Conde, si México tuvo a Frida (de la que fue coetánea), aquí no hemos sabido valorar a Maruja, y ni le hemos levantado una Casa Azul (como el mar que tanto amó y que se filtra en su serie más política ‘La religión del trabajo’), ni le hemos hecho una serie en Netflix, ni nos disfrazamos de ella en verbenas y carnavales (aunque, como considera Patricia Molins, la comisaria, «pareciera una ‘locatis’ y fuera siempre pintada como una puerta»; menos gracia metiéndose con ella tuvo Juan de la Encina, director del Museo de Arte Moderno, al que respondió sin medias tintas). Mundos cambiantes. De arriba abajo, ‘El Mago/Pim Pam Pum’ (1926); detalle de ‘Naturaleza viva II’ (1941-1942); y ‘Oro (retrato bidimensional)’ del año 1951 Maruja MalloTan relevante llegó a ser Mallo en la configuración del ‘Arte Nuevo’, que el propio Giménez Caballero llegó a decir, con toda la homofobia y misoginia posibles, que era necesario acabar con «Marujita y con Lorquita, las mayores influencias de la cultura, para que la guerra que se había ganado en el terreno militar no se perdiera después en el cultural».Fue Maruja Mallo, pues, el prototipo de mujer moderna, culta y emancipada que promovía la Belle Epoque y, en España, la República, y, para más inri, una autora que pareciera haber escrito el ideario feminista y transhumanista que rige ahora nuestros designios: una creadora para la que no hay distinciones de razas, de género, de especies; que sitúa a la mujer en el centro de la obra (el ‘ser humano’, en lo suyo, tiene sexo femenino); que entendió lo popular no como folclore, sino como base cultural desde la que modernizar nuestro país…El orden de los factores…Es por ello que el primer sorprendido con todo esto, y asunto prioritario para su museo nada más acceder al cargo de director, ha sido Manuel Segade, que pronto descubrió el trabajo que ya estaba desarrollando el Centro Botín para arrojar luz, y al que se ha unido el Reina Sofía para remar a una. Por eso la expo se ha inaugurado antes en Santander –curiosamente destino de la futura sede del Archivo Lafuente, que se convierte en destacado prestador– que en Madrid, donde recalará en octubre, y que reúne hasta tres cuartas partes de la obra total de esta autora. O al menos de la que se conozca, pues buena parte está en manos privadas, y eso es lo que ha dificultado, según sus responsables, la revisión hasta ahora, aunque con Rosario Velasco, que no la llega ni al tobillo en lo que a fama se refiere, bastó un año para que las redes sociales hicieran magia. Recorrido cronológico entonces para alguien a quien hay ‘que presentar’, y que además trabajó en series concatenadas, de sus primeras obras en la Academia de San Fernando (‘Indígena’, de 1924, y ‘Retrato de señora con abanico’, de 1926, hoy propiedad del Museo Provincial de Lugo; y bien visto por la comisaria cómo en ellas hay dos intereses que se perpetuarán: lo femenino y la no discriminación de ningún tipo), hasta su fascinación final por la carrera espacial, el átomo, por lo espiritual; con dos fogonazos por encima de todo, como es la reunión por primera vez de sus cinco ‘Verbenas’ o la serie de ‘Naturalezas vivas’, con el sexo femenino como motivo.’Máscara tres-veinte’ (1975-1978) Maruja MalloHasta aquí los parabienes. Hablemos ahora de las goteras de la cita. La primera y más evidente, la propia dimensión del Centro Botín, que hace que tengamos la sensación de montaje ‘desparramado’, con demasiado aire. Sobre todo para una autora que no fue de formatos grandes y que, tras su exilio, reduce drásticamente sus escalas. Quizás nunca antes, por la relevancia del personaje, hemos precisado tanto en un museo de más material de archivo, o incluso de obras de coetáneos, para no disfrutarla como un especimen aislado en el microscopio como se nos presenta. De hecho, posiblemente por la arquitectura del edificio, hay un incomprensible salto en el relato, enseñando antes la consecuencia de su paso al Surrealismo (las ‘Arquitecturas minerales y vegetales’ y las ‘Construcciones rurales’) que la obra realmente surrealista (‘Cloacas y campanarios’). Y lo que es más sangrante: es posiblemente Maruja Mallo la artista que peor parada ha salido de la invitación que este centro ha realizado hasta ahora a los artistas convocados de enfrentar su obra a la vista de la bahía de Santander. Aquí sorpresivamente se cierra con un muro para exponer reproducciones de fotos (si tan importante fue esta técnica en su carrera, por su vertiente performantica, ¿por qué no se exhiben originales?), junto a una escasísma muestra de lo ‘trascendental’ (así nos dicen) de su labor teatral, con prototipos que ni siquiera son originales. Maruja hace aquí aguas por culpa de otros.Maruja Mallo ‘Máscara y compás’. Centro Botín. Santander. Paseo de Pereda, s/n. Comisaria: Patricia Molins. Coproduce: MNCARS. Hasta el 14 de septiembre. Tres estrellas.Habrá que esperar, pues, a ver cómo se enmienda todo esto en Madrid, donde nos prometen que la expo crecerá desde lo archivístico y lo cerámico. Mallo se lo merece. Rompamos el molde con alguien que se dedicó toda su vida a eso.

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