Las relaciones bilaterales entre España y Marruecos están en «el mejor momento de su historia» , según el ministro de Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, en una declaración institucional conjunta con su homólogo marroquí, Nasser Bourita, quien asegura que «no es un eslogan diplomático, sino la realidad» . El socialista ha recibido así a su homólogo marroquí este Jueves Santo por sorpresa en el Palacio de Viana para «celebrar el excelente estado» de la relación Madrid-Rabat casi seis años después de su última visita a nuestro país, que tuvo lugar el 27 de noviembre de 2019 cuando se reunión con su entonces homólogo Josep Borrell previo estallido de la crisis diplomática entre ambas naciones. El encuentro entre Albares —quien, al contrario que su homólogo, sí que se ha desplazado en varias ocasiones hasta el país vecino, la última de ellas en febrero del año pasado— y Bourita también tenía por objetivo revisar el cumplimiento de la hoja de ruta acordada hace ya tres años, en abril de 2022, con la visita de Pedro Sánchez al Rey Mohamed VI después de plegarse ante Marreucos y entregarle el Sáhara Occidental después de 46 años.Una postura, ha celebrado Bourita en presencia de Albares, que va «en paralelo a la opinión internacional» porque ya son 22 los países de la Unión Europea que suscriben la soberanía de Marruecos y en aras a «buscar una solución» al problema saharaui frente a aquellos que defienden las directrices y posturas antiguas —esto es, ha dicho, la celebración de un referéndum de independencia—, y que no quieren una solución al problema depués de cincuenta años«.España no restableció lazos rotos con Marruecos hasta que Sánchez cedió a las presiones del reino alauí, que pedía claridad en su postura sobre el Sáhara Occidental, al avalar como una «base seria y creíble» su plan de autonomía para la antigua colonia española, presentado en 2007, en una carta que el presidente del Gobierno envió al monarca marroquí el 18 de marzo de 2022, cuyo contenido fue divulgado en primera instancia por Rabat y no por Moncloa. Al mes siguiente, como ya se ha dicho, el propio Sánchez de desplazó hasta Rabat para sellar la paz con el monarca marroquí. « El 7 de abril de 2022 fue un punto de inflexión en nuestra relación; antes no había tanta confianza ni tanto espíritu positivo», ha reconocido Bourita este jueves en la sede del Ministerio de Exteriores, al tiempo que explicado que «la lógica de la relación [entre ambos países] ha cambiado y avanzado bastante». Desde entonces, la comunicación con España es «fácil» y «no hay sorpresas», ha abundado antes de sellar el encuentro con un abrazo y pedirle a Albares, a quien el marroquí ha llamado «amigo», avanzar hacia una mayor cooperación entre ambos Estados.Así fue como el líder socialista , situándose del lado de Marruecos en la disputa y entregándole el territorio 46 años después, cerró hace ya más de tres años una crisis diplomática entre España y su vecino del sur que se remonta a tiempos de pospandemia con la hospitalización en abril de 2021 del líder del Frente Polisario (brazo político del independentismo saharaui), Brahim Gali, en un hospital de Logroño para someterse a un tratamiento contra la Covid-19 —el desgaste de la entonces ministra de Exteriores, Arancha González Laya, por esta crisis fue precisamente el motivo que hizo que Sánchez la sustituyera por Albares— y que posteriormente, se agravó con el asalto a la frontera de Ceuta los días 17 y 18 de mayo de ese mismo año con más de 10.000 marroquíes cruzando al lado español. No obstante, se trata de un conflicto iniciado originalmente con el reconocimiento de la soberanía marroquí s8obre el territorio por parte de Donald Trump el 17 de diciembre de 2019, a falta de seis semanas para finalizar su primer mandato en la Casa Blanca, que desencadenó en la suspensión de la Reunión de Alto Nivel (RAN) entre España y Marruecos prevista para el día 17 de ese mismo mes y celebrada finalmente en febrero de 2023 en Rabat. Una cita en la que, cabe recordar, Mohamed VI dio plantón a Sánchez, despachando al jefe del Ejecutivo español con una llamada telefónica que se produjo desde Gabón. Con el giro de Sánchez sobre el Sáhara, el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos —entonces socio de coalición— puso fin en la anterior legislatura al sueño saharaui de convertirse en una nación independiente con la celebración del prometido referéndum de autodeterminación, que debía ser organizado por Naciones Unidas para ofrecer solución al inconcluso proceso descolonizador iniciado por nuestro país el 26 de febrero de 1976 con la retirada de las últimos efectivos del Ejército español.

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