Francisco es un Papa que habla con gestos, y por eso era imposible que el día en que los católicos recuerdan la Última Cena y la institución de la Eucaristía y del sacerdocio se quedara de brazos cruzados en su casa. Por eso no extraña que, por sorpresa, se haya desplazado hasta la cárcel de Roma para rezar junto a decenas de prisioneros. « Vivo la Semana Santa como puedo», ha explicado en la puerta a los periodistas.«Esta tarde, poco antes de las 15 horas, el Papa Francisco ha visitado la cárcel Regina Coeli», ha comunicado el portavoz del Vaticano, que había evitado confirmar la visita. Cuando el Pontífice ha entrado en el recinto le estaban esperando varias decenas de funcionarios, que le han saludado con un aplauso. A la vez, desde dentro de las galerías, se escuchaba a los prisioneros que reaccionaban con gritos y vítores. «¡Gracias, padre!», «¡Libertad!», «¡Indulto!», «¡Guapo!», repetían. «Me gusta hacer cada año en una cárcel lo mismo que Jesús hizo el Jueves Santo, el lavatorio de los pies»Con la silla de ruedas y sin cánulas de oxígeno, el Papa se ha desplazado para dirigirles unas palabras hasta un patio interior de la cárcel al que asoman las celdas, la llamada «rotonda», el mismo lugar donde celebran la misa del domingo. «Me gusta hacer cada año en una cárcel lo mismo que Jesús hizo el Jueves Santo, el lavatorio de los pies», les ha explicado. «Este año no puedo hacerlo, pero sí puedo y quiero estar cerca de vosotros. Rezo por vosotros y por vuestras familias», les ha asegurado. Como no ha podido celebrar la misa de inicio del Triduo Pascual dada su delicada salud, ha rezado con ellos un padrenuestro, les ha impartido la bendición y se ha detenido con varias decenas de prisioneros. Francisco ha dedicado la mayor parte de la visita a saludar personalmente a «unos 70 reclusos de diversas nacionalidades, que participan regularmente en las actividades y catequesis organizadas por el capellán» y les ha regalado rosarios y ejemplares del evangelio. Uno de ellos, Ferdinando, le ha entregado un mensaje escrito con una petición: «Que la luz del Señor pueda iluminar mi vida y la de mi familia. Gracias Papa, por habernos dignado con vuestra presencia». En las fotos publicadas por el Vaticano en sus medios oficiales, Francisco estrecha la mano de algunos de ellos, vestidos con un chándal rojo o con vaqueros. Luego se ha acercado a una de las rejas que asomaba a la galería y ha enviado besos con la mano a otros reclusos. «No te vayas», le pidieron mientras se alejaba. El Santo Padre en su desplazamiento a la prisión romana REUTERSTras abandonar el centro penitenciario, Francisco ha solicitado que se detuviera su coche para intercambiar unas palabras con los periodistas que estaban en la puerta. Como hablaba con voz muy débil, el comandante general de la Gendarmería Vaticana ha permitido que se acercara sólo un periodista e hiciera preguntas en nombre de todos. La periodista Cristiana Caricato ha preguntado «¿cómo está?» al Papa, y éste ha respondido con una broma para desviar la atención. «Estoy sentado»- ha dicho. A continuación ha explicado lo que de verdad estaba pensado: «Cada vez que entro en estos lugares me pregunto, por qué ellos y no yo», ha asegurado el Pontífice. «¿Cómo vive esta Semana Santa tan complicada, después de la hospitalización?», ha insistido la reportera. «Como puedo, la vivo como puedo», ha replicado el Papa con una sonrisa y voz cansada. Luego, el coche se ha puesto de nuevo en marcha y Francisco ha regresado a Casa Santa Marta.De los trece Jueves Santo que Jorge Mario Bergoglio ha celebrado como Papa, ha pasado nueve en cárceles. El año pasado fue a la cárcel femenina de Rebibbia, en Roma, celebró la misa y sentado en su silla de ruedas pudo lavar los pies a doce reclusas. Francisco en su celebración del Jueves Santo con 70 presos reutersYa en sus tiempos como arzobispo de Buenos Aires se trasladaba para esta ceremonia a lugares ligados al dolor, la marginación y la soledad para reivindicar la dignidad de todas las personas. En una ocasión antes de ser elegido Papa fue a un hospital de maternidad y lavó los pies también a bebés recién nacidos.« No es un gesto folclórico . Es un gesto que recuerda cómo debemos ser unos con otros», en la ceremonia de 2023 antes de lavar los pies a doce chicos y chicas en la cárcel de menores de Roma. Entonces les dijo que el delito por el que cumplían condena no es lo que define sus vidas. «Esta dificultad pasará. Pensad que Jesús os ha lavado los pies, os ha amado . Nunca nos abandona, nunca», les aseguró.También entonces definió ese rito del lavatorio de pies como un ejercicio de la «nobleza del corazón». «Es la belleza de ayudarse unos a otros, de tender la mano, gestos humanos y universales que nacen de un corazón noble. Así la vida es más linda». El Papa ya estuvo en la cárcel Regina Coeli de Roma el Jueves Santo de 2018. Entonces pudo cumplir el ritual del lavatorio de pies con doce reclusos, ocho católicos, dos musulmanes, un ortodoxo y un budista. «Jesús quiere hacer este servicio para darnos un ejemplo de cómo servirnos los unos a los otros», les dijo entonces. Este año, sin palabras, saliendo del Vaticano a pesar de la dura convalecencia y los efectos de la hospitalización, les ha vuelto a decir lo mismo.

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