La Legión rinde honores a su Cristo en Málaga: «En Afganistán nos puso sus manos para salvar a un compañero»

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La Legión rinde honores a su Cristo en Málaga: «En Afganistán nos puso sus manos para salvar a un compañero»

En un banco, dormida sobre su madre, está la hija de Antonio Garrido. Después de una noche de viaje llegaron de madrugada para coger sitio en la primera fila junto a la puerta del salón de tronos. Todos los años ven el traslado del Cristo de Mena desde su casa en Archena (Murcia). Sus tíos acamparon en ese banco a las diez de la noche y, tras más de doce horas de espera vieron llegar a la Legión a los pies de su Sagrado Protector para entronizarlo de cara a la procesión. Poco después, sobre las doce de la noche, llegaron Gustavo Sanz y su hijo Francisco Javier Sanz. Sobre la valla aguardaron toda la madrugada y parte de la mañana para ver a la Legión realizar su ritual. «Llevamos cinco años viniendo aquí por la mañana y luego yéndonos a Sevilla para ver la Madrugada. Es un palizón, pero tenemos pasión por la Semana Santa«, añadía el padre, mientras en Santo Domingo, ante las puertas abiertas del salón de tronos, una saeta sonaba espontánea a la Virgen de la Soledad. Delante de ella esperaba la Armada, formada para rendir homenaje a su Soledad Protectora, que lo es por una leyenda que se remonta a la batalla de Lepanto. La Legión estaba lejos , entonaba el «novio de la muerte» en el puerto. En el desembarco del Furor, un patrullero de altura de la Armada Española. De allí bajaron y formaron en el puerto, antes de lanzarse a las calles de Málaga. Miles de personas los esperaban en las aceras. Aguardando a verlos surcar las calles por delante en un instante, que es lo que permite el paso acelerado a 160 pasos por minuto de la Legión. Así hasta llegar a la plaza Fray Alonso de Santo Tomás, conocida como la explanada de Santo Domingo. «Siempre lo he visto en la tele. Es una parte importante de la historia de España y siempre he querido verlo en directo desde que era pequeña», explicaba Cristina Sierra, que llegó desde Ciudad Real a las tres de la madrugada para hacerse con un lugar privilegiado.Ante ella y cientos de personas congregas, llegó el destacamento de la Legión del Tercio Alejandro Farnesio de Ronda entre vítores. Almería, Ceuta, Melilla y Ronda rotan cada año para venir a rendir homenaje a su Cristo Protector. «En Afganistán dispararon a un compañero y lo pudimos evacuar. El Cristo nos puso sus manos encima para salvarlo . Vengo aquí a verlo y a ver a mis compañeros», apuntaba Óscar Mendoza, antiguo cabo de la Legión, que sirvió en Almería y Ronda durante 15 años.Por eso cada año la Legión le rinde honores. Primero con las guardias a su Cristo y luego con su traslado antes de la procesión. Y lo hacen entre el cariño de una ciudad que l os acoge cada Jueves Santo y que se llena de visitantes solo para verlos. «Siempre he tenido la ilusión de verlo en directo», apuntaba también Joaquín Ramos, que llegó desde Asturias solo para ver el traslado del Cristo de la Buena Muerte.Lo primero fue la entrega del estandarte de Cristo de la Buena Muerte por parte del Tercio Alejandro Farnesio al Tercio Gran Capitán. Cada año queda custodiado por un Tercio para fomentar la fe en el Cristo dentro de la tropa . Y en ese momento, dentro de la capilla se comenzó a escuchar el Credo Legionario. La plaza sólo era un murmullo, mientras los caballeros legionarios, en silencio, solo con el sonido de las botas sobre el suelo de la capilla, acercaban al Cristo a la puerta de la iglesia.Se alzaron los guiones para recibirlo y se inclinaron con el himno nacional al salir el Cristo a la plaza. A su lado en forma de escolta quedaron a la espera del ‘novio de la muerte’ para avanzar. Ahí comenzaron a rugir las gargantas del pelotón y del público. El Cristo avanza alzado por sus fieles soldados. Atronó el himno legionario y la plaza estalló en aplausos entre los honores marciales.Tras ello, con el Cristo en el centro de la plaza, el obispo Jesús Catalá , pidió una oración por los difuntos. La plaza rezó un Padre Nuestro ante el crucificado con corona de espinas y un Ave María a la Soledad de Mena. Rezaron los presentes a los Sagrados Titulares y recibieron la bendición del obispo de Málaga, que deseó seguir sus pasos como peregrinos del Jueves Santo.La tropa formando para recibir a su Cristo F. SilvaEl cornetín llamó al toque de oración. Y los guiones se alzaron con el Cristo mostrado al frente como señal del sacrificio por la salvación de la humanidad. Rezo la Legión así a su Sagrado Protector y se escuchó un espontáne o «Viva el Rey» , antes de enfilar el Señor a hombros de los legionarios el camino hacia el trono.El ascenso del Cristo hasta su lugar de procesión se hacen con un sistema de poleas y cuerdas, que lo alzan dentro del salón de tronos y lo bajan para colocarlo justo en el punto donde estar la Cruz, que luego es portada por las calles de Málaga por 248 hombres con túnica blanca, cíngulo y petos negros con el escudo de la Congregación de Mena.Una vez entronizado, retumbó la plaza con el «legionarios a luchar, legionarios a morir» y el credo legionario, una oración que Millán Astray inspiró en bushido los samuráis para otorgar a sus soldados un sentido profundo de honor y sacrificio. «Es preferible morir en el combate que vivir siendo un cobarde» , gritaron al viento antes de que se ordenara la retirada de la plaza ante la mirada de un Cristo crucificado y honrado por aquellos que encomiendan su alma a su protección en los momento más complicados de su existencia

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