Triste adiós del Madrid a la Champions

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Triste adiós del Madrid a la Champions

Tras siete años mordiendo el polvo en París, llegó por fin Mbappé al Madrid para ganar la Champions, pero quien está en semifinales es el PSG y Kylian las verá desde el sofá. Merecidamente. La soñada remontada se quedó en un ejercicio de impotencia y frustración, fiel reflejo de la pobre temporada de su equipo.Salió el Real Madrid con las tres C en la cabeza, pero no hubo un reparto equitativo del 33%. Había corazón y cojones, pero poca cabeza. No había un pase que superara una línea, no había una pared que se quitara de en medio un rival, no había una sola combinación que generara una superioridad de dos contra uno… Lo basaba todo el Madrid a centros laterales, al balón parado o a alguna genialidad de los tres de arriba, pero la realidad es que en los primeros 45 minutos no disparó ni una sola vez entre palos. Así es muy complicado ganar un partido. E imposible hacer tres goles. Así que, a falta de fútbol, y ante un Arsenal que no se ponía ni naranja plantando el autobús en su área y perdiendo tiempo en cada falta a favor o saque de meta, la salsa la ponía Letixier . Y, también, Courtois. El belga sacó dos grandes manos a Saka y Martinelli, y paró un penalti que mantuvo encendida la llama de la eliminatoria más tiempo del que hubiera supuesto ese 0-1. En el minuto 11, un córner a favor del Arsenal acabó en penalti 120 segundos después. Al saque de esquina le siguió un ataque del Madrid y, después, otro del equipo inglés. Mientras tanto, en el VAR sacaban la lupa para avisar al colegiado francés de un agarrón de Asencio a Merino. De esos, hay cincuenta en un partido. Penalti. Lo iba a lanzar Odegaard y lo acabó chutando Saka , a lo Panenka. No cogió altura y, además, lo dirigió al lado que se había lanzado Courtois, que sacó su mano izquierda para mandar el balón por línea de fondo.Como Letixier tenía mala conciencia, no iba a tardar mucho tiempo en compensar. En el 23, un centro de Lucas acabó en un primer remate de Bellingham y en un segundo que pudo ser de Mbappé, pero al francés le tenía cogido Rice. El galo señaló el punto de penalti, pero cinco minutos después, el VAR le dijo que no era agarrón suficiente para señalar infracción. Un circo, sin enanos, pero con funambulistas que llevaban sensores de fuerza.Entre tanto parón y las interminables pérdidas de tiempo del Arsenal, Letixier debió añadir al menos diez minutos antes de irse al descanso, pero lo dejó en siete y en una solitaria amarilla a Raya. En el Madrid, Alaba y Asencio, dos de los cuatros defensas, tenían ya amarilla desde antes del minuto 15. No había una sola noticia buena para creer.Sin cambiosDel vestuario salió el Madrid sin cambios. Nada nuevo en la oficina. Y, lo que es peor, sin alma. Tardó quince minutos más Ancelotti en darse cuenta que, seguramente, estaba dirigiendo su último partido de Champions como técnico blanco. Cabezón hasta para escribir el epitafio de su lápida.Llegaron las sustituciones justo antes de que los aficionados del Arsenal corearan con ‘olés’ los pases de su equipo y se divirtiesen con un baile de Martinelli delante de Lucas, tan poco efectivo como vacilón. El contexto de la eliminatoria y del partido le permitía ese postureo. Ancelotti tiró en el 60 de Fran García, Ceballos y Endrick , pero no tenía mucho sentido sacar al brasileño para colocarlo en la posición de Rodrygo. El único ‘9’ real del Madrid jugando de extremo derecho. Despelote a la italiana. El primer disparo a puerta del Madrid lo hizo Vinicius, en el 56, flojito, a las manos de Raya. Como elemento de intimidación daba más miedo una piñata. Cierto que el Arsenal no pisaba el área de Courtois, pero cuando lo hizo, en el 66, le echó la llave a la eliminatoria. Pase filtrado de Merino a Saka, Valverde aborta el fuera de juego y el inglés la pica ante la salida de Courtois. Moneda devuelta del penalti. Un minuto después, el único error en salida del Arsenal, de Saliba , le regaló el 1-1 a Vinicius. Era el primer gol del Madrid en 312 minutos de Champions, justo los que habían pasado desde el 2-1 de Brahim en la ida de octavos ante el Atlético, hasta el tanto del brasileño contra los gunners. El empate hubiera sido fuego en otros tiempos, pero este Madrid no tiene ni la ‘enerllía’, ni la fe, ni la flor de los años anteriores. Pero, sobre todo, lo que no tiene es fútbol. Martinelli puso la puntilla en el 92. Triste adiós del campeón.

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