El pasado 8 de agosto Carles Puigdemont reapareció en Barcelona. Lo hizo durante quince minutos y quince segundos. Después, se esfumó , ante casi un millar de policías –de ellos, unos 600 mossos–, no pocos acólitos y cámaras de televisión, en un escenario que se había instalado con antelación ante el Palacio de Justicia, y tras haber anunciado su vuelta para la sesión de investidura. Su periplo y los detalles del regreso y nueva fuga los desgranan la periodista Mayka Navarro y el detective Paco Marco en ‘La fugida’ (Columna, 2025). Según desvela su investigación, plasmada en una crónica a cuatro manos, los ‘cerebros’ del plan fueron, además del protagonista, sólo dos personas: Jordi Turull y Antoni Castellà . El primero, secretario general de Junts, a cargo de la estrategia política. El segundo, vicepresidente de la formación y miembro del Consell de la República, de la logística y la seguridad, junto a dos mossos que, ya en la capital catalana, dieron protección a Puigdemont. «Ni la mujer de Turull lo sabía», desvelaba Navarro durante la presentación del libro. En su opinión, « el error de los Mossos fue subestimar a Puigdemont », que burló el dispositivo desplegado y consiguió volver a Waterloo (Bélgica). «Nos dijo cuándo, dónde, a qué hora, apareció y desapareció», indicaba Marco quien, pese a no tener simpatía por el personaje, admite que fue algo «épico». «Las posibilidades de que saliese bien eran muy pocas, pero le salió bien». De hecho, sostiene el investigador, en las reuniones de preparación se estimó que la probabilidad de éxito era del 0,5 por ciento, con un margen de tres segundos. ¿Cuál fue el papel del abogado del ‘president’, Gonzalo Boye? «Él pensó la parte jurídica, pero el cerebro fue Castellà, junto a Turull y la consulta a los mossos voluntarios », insiste Marco, que, respecto al fracaso policial para detenerlo, desliza: «Si hubiesen querido saber dónde estaba, lo hubiesen sabido desde el minuto uno, porque había una cámara del ayuntamiento delante del piso donde durmió ». El viaje hacia Barcelona comenzó en Waterloo el 6 de agosto, tras una maniobra de distracción. Puigdemont entró por la mañana en un supermercado –donde lo captó una cámara de televisión– y en el aparcamiento subterráneo cambió de coche para empezar el periplo por carretera. Esa noche durmió ya en un piso de la capital catalana, «a 700 metros del escenario ».«Si hubiesen querido saber dónde estaba, lo hubiesen sabido desde el minuto uno», apunta el detectiveNavarro y Marco, que no revelan su localización exacta para evitar molestias a los vecinos, lo han visitado. Al igual que todos los escenarios que describen. Un minucioso trabajo al que han dedicado los últimos meses, durante los que se han entrevistado presencialmente con sus protagonistas –con algunos, incluso, hasta en tres ocasiones–. La fecha de entrega del libro, ya de madrugada, añadieron nueva información desde el reservado de un restaurante, cuando pudieron contrastar un último dato, el origen del coche estacionado en el cementerio de Amer (Gerona), pueblo natal del ‘president’, sobre el que se había especulado que era de la Policía catalana, por si Puigdemont podía visitar la tumba de sus padres en su regreso a Cataluña. Separar el grano de la paja ha sido tarea ardua, admite la periodista, ya que algunos de sus interlocutores quisieron hacerles creer que sabían más de lo que en realidad conocían respecto al plan de Puigdemont . «No ha sido fácil, las fuentes no querían que escribiésemos este libro», apostilla Marco. Ambos autores coinciden en señalar que quienes más dudas albergaban sobre que la reaparición y huida «saliese bien eran los propios protagonistas». Puigdemont «aceptó la opción de que no lo detuviesen tras mucho hablar, sabía que era difícil que saliese bien, pero le salió bien», constata Navarro. El plan a punto estuvo de irse al traste por las sospechas de los vecinos del edificio en el que se alojó Puigdemont, junto a Turull, antes de reaparecer en el escenario que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) desplegó en Arc de Triomf. «Es un bloque de viviendas muy particular. Todos saben de sus rutinas y ausencias, así que al saber que la familia que vivía allí estaba de vacaciones, y observar movimiento de personas, incluso hicieron fotos desde la ventana. A punto estuvieron de llamar al 112», cuenta el detective. No fue hasta que una vecina se encontró al ‘expresident’ en el ascensor «cuando entendió todo». ¿Pacto?¿Por qué los Mossos no detuvieron a Puigdemont? En vísperas de su reaparición, el entonces jefe del Cuerpo, Eduard Sallent, creó un grupo de Whatsapp con una decena de mandos, en el que indicó que la prioridad del dispositivo era asegurar la celebración del pleno de investidura y no la detención del prófugo , aunque se había valorado la «hipótesis» de que este apareciese.Noticia Relacionada estandar Si Los Mossos reconocen al juez Llarena que ni se les ocurrió que Puigdemont pudiera fugarse Cruz Morcillo, Isabel Vega y Álex GubernEn una semana, el comisario jefe protagonizó un «giro de 180 grados», precisa la cronista. Tras pocas reuniones operativas para abordar el despliegue hasta irse de vacaciones, el jefe la Policía catalana reapareció en el centro de coordinación el 8 de agosto, para tomar las riendas del dispositivo . ¿El motivo? Navarro cree que pudo guardar relación con que ella misma publicase en su diario, ‘La Vanguardia’, esa pausa estival y que más tarde, la televisión autonómica catalana, TV3, se hiciese eco de la ausencia. En todo caso, aquella mañana Sallent se ofreció incluso a ser el encargado de detener al ‘expresident’ , algo que acabó por descartar tras la insistencia del resto de mandos. Mayka Navarro y Paco Marco durante la presentación de su libro ‘La fugida’ EP ‘La fugida’ La periodista y el investigador privado publican una crónica a cuatro manos que recoge los detalles del plan de Puigdemont para reaparecer en la capital catalana, siete años después. También cómo consiguió esfumarse, burlando los controles policiales. ¿Por qué logró escapar Puigdemont? «Evidentemente hubo una negligencia por no haber planeado escenarios alternativos. Si hubiese llegado hasta el parque de la Ciutadella, los Mossos lo hubiesen detenido », certifica Navarro. De hecho, allí esperaba, entre otros responsables policiales, el propio Sallent, quien, al constatar que lo habían perdido, entró en cólera e incluso barajó detener a Turull. «Fue una decisión más política que operativa, Sallent viene de las juventudes [de un sindicato universitario independentista; FNEC] y pensó que no lo iban a traicionar», sostiene el investigador. El dispositivo planificado por la Policía catalana preveía detenerlo tras su trayecto hacia el Parlament , pero fue una ruta que el ‘expresident’ no llegó a emprender y, finalmente, logró huir burlando todos los controles policiales, también del resto de Cuerpos. Los detalles de su regreso a Waterloo los desgranan Navarro y Marco en ‘La fugida’.

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