Carlos Alcaraz no pudo redondear dos estupendas semanas con el título en el Conde de Godó después de levantar el del Masters 1.000 de Montecarlo. Mermado en la final contra Holger Rune, con dolores en el abductor del muslo derecho a partir del segundo set, se queda sin título, sin segunda plaza en la clasificación (en beneficio de Alexander Zverev, campeón esta misma tarde en Múnich) y con muchas dudas para esta semana que empieza el torneo en Madrid. En principio, toca descansar y hacer pruebas. Al otro lado, un Rune fantástico, bravo, sólido, firme, sin bajones ni desconexiones. Convencido como ha estado toda la semana y que rompe una sequía de dos años sin levantar un título. Rune quiere su cuota de prestigio en este tenis del hoy. Y este tenis que ha desplegado esta semana bien puede llevarlo a cotas mayores.Conde de Godó Final Holger Rune 7 6 Carlos Alcaraz 6 2Buscaba el español seguir en ascenso después de haber roto las cadenas que lo atosigaban porque llevaba meses sin ganar un título de los grandes. Lo consiguió en Montecarlo y la dinámica positiva lo llevó en volandas a Barcelona, donde también supo ser superior a todos sus rivales. Pero en la final, a la que llegaba cargado de confianza, chocó con un Holger Rune reverdecido en potencia y concentración, y también chocó con el cansancio acumulado, con la tensión apretada en sus músculos. Unas molestias en el muslo derecho a partir del inicio del segundo set apagaron sus opciones de triunfar por tercera vez en la Ciudad Condal. Porque se quedó con ellas en la cabeza mientras Rune mantenía un nivel de agresividad por las nubes.No lograba el danés un título desde Múnich 2023, enfriado su despegue después de un 2022 en el que revolucionó al personal con tres trofeos y su primer Masters 1.000, en París. Le había costado regresar a las grandes citas, a pesar de un tenis muy propio del ahora del que se vislumbraban enormes pretensiones. Pero fue Alcaraz el que se quedó con la mitad de los aplausos del duelo generacional y, además, para anular el resto de sus opciones apareció un Jannik Sinner estratosférico.Pero volvía a una final después de una semana muy firme de mano y de cabeza: Albert Ramos, Sebastián Báez, Casper Ruud y Karen Khachanov probaron sus ganas de recuperar su sitio entre los favoritos a todo. Y en la final, ante Alcaraz, mostró su versión más firme y convencida de que esta vez sí podría doblegar a su gran rival de siempre, con quien ha caminado de la mano desde los torneos de categorías infantiles. Se notó al inicio cierta incertidumbre por parte del danés, quizá demasiado ansioso por no dejarse amedrentar por el que, con su misma edad (se llevan seis días), ya tiene cuatro Grand Slams. Atizó desde el fondo y se le escaparon algunos detalles, el saque no fue del todo limpio, pero consiguió que Alcaraz no pudiera sorprenderlo al resto. Pero era el español quien sumaba juegos con mucha más facilidad. Fue Alcaraz el que con dos hachazos fruto de esa aceleración tan natural como trabajada rompió los esquemas del danés en el quinto juego. Un ‘break’ que, sin embargo, ni acobardó a Rune ni elevó al español, pues el aparente control en el que parecía manejarse se diluyó en su turno de saque con dos errores de esa misma derecha tan buena hacía solo unos minutos. Y el marcador volvió a situarse en la igualdad (3-3).El toque de atención sirvió a uno y otro para reconducir las estrategias. Alcaraz siguió confiando en sus impecables dejadas; Rune, en su buen brazo desde el fondo, que le ofreció muy buen rédito incluso para apoyarse en dos errores del español para contar con dos bolas de set al resto (5-4). Tenía hambre de títulos el danés, después de tantos meses de sequía, completamente volcado sobre la pelota para buscar con denuedo inclinar el set a su favor.Aguantó Alcaraz, algo dubitativo tras perder su servicio por primera vez en el torneo. Y trató de recuperar la confianza en sus golpes variando las alturas y preparando con más pausa las derechas, con las que acumulaba ocho ‘winners’, pero también tres errores no forzados. Demasiada incertidumbre al límite. «Lo que hagas, convencido», le decían desde su palco justo para iniciar el ‘tie break’. Y convencidos se mostraron los dos. Golpeos llenos de colmillo. Propuso Alcaraz saque y dejadas; contestó Rune con piernas y mano dura. Y la diferencia se escondió en la confianza, que fue de lado a lado hasta que el danés plantó un chispazo, dos chispazos, tres chispazos y el fuego definitivo con una derecha tremenda en la quinta bola de set para que la final se inclinara a su favor en 53 minutos.Un bajón que acusó el español no por juego, pues se consolidó con su servicio en los dos primeros turnos de saque, pero sí en el físico, pues pidió salir al vestuario, escoltado por el doctor Ángel Ruiz Cotorro, antes de iniciar el cuarto juego, con algunos gestos hacia la ingle derecha, sin que, no obstante, mostrara vendaje alguno a la vuelta. Solo una aparente prisa por que los puntos fueran cortos fue el único síntoma que presentó el murciano en su regreso a la pista.Problemas en el muslo derechoPero a la velocidad que se impuso Alcaraz era Rune quien volaba, muy apegado a su plan de juego y solvente en cada una de sus respuestas, rápido para apretar al español, sólido para mantenerlo incómodo. Tanto como para forzarle un error con la derecha y tener dos bolas de rotura que convirtió por una mala decisión de Alcaraz, precipitado, como con la cabeza en otro sitio, quizá en ese dolor que subía por la pierna y que desbarataba toda la final y quién sabe cuánto tiempo.No se iba a ir sin luchar Alcaraz, que tanteó otras opciones, como subidas a la red para desmadejar la solidez de su rival y hasta ganarse dos bolas de rotura. Pero este Rune es otro Rune. Uno con hambre, con decisión, y con la picardía suficiente para saber que este Alcaraz se iba desdibujando conforme pasaban los minutos. Ya no había convicción y sí cierto miedo; errores por doquier; la cabeza en otro sitio.Rune sí estaba ahí, todo el tiempo, sin ceder, sin altibajos ni desconexiones. Un Rune confiado, entero, apoyado en esa merma física del español. Y no tembló al ver al rival malherido. Al contrario, apretó todavía más para que no se escapara este título, primero en Barcelona, primero en el año, quinto en su carrera. Y con ganas de que esto no se quede aquí. «Felicidades, nos conocemos desde que tenemos doce años. El tiempo vuela. Estoy muy contento de vernos en esta posición ahora mismo. Así que continúa así. A mi equipo: ha sido una semana muy intensa, dos semanas de no parar, de ser cada día una exigencia máxima. Todos hemos hecho lo mejor para llegar lo mejor posible para llegar a este momento, no ha podido ser hoy. No sé si podía haberme exigido más, pero quería agradeceros por todo lo que hacéis por mí, por mantenerme en forma, de que pueda disfrutar cada vez que entro en pista y poder llegar a finales. A mi familia: sin ellos nada es posible. Os mando un beso, os quiero mucho. Y a esos amigos de Murcia, grandes. Y el apoyo de Barcelona, cada vez que vengo aquí es inmenso, increíble. Es uno de los torneos más especiales que juego, muchas gracias por esta bonita semana. Y no por ser lo último es lo menos importante, gracias David Ferrer por estos seis años en los que he jugado yo aquí», habló Alcaraz.Rune le devolvió las felicitaciones a Alcaraz. «Hacía tiempo que no tenía esta sensación, así que gracias a mi equipo por todo lo que me estáis aportando. Y gracias al público; soy danés y no español, pero entendéis lo que es el tenis y por eso os agradezco vuestro apoyo. Y a David Ferrer, muchas gracias por todo tu trabajo. No sé qué más decir, así que, muchas gracias a todos», finalizó un pletórico Rune.

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