La plaza de San Pedro, epicentro del catolicismo mundial, se convirtió este lunes en un escenario de duelo y reflexión de miles de personas de numerosas nacionalidades. Era como un microcosmos en representación de los 1.400 millones de católicos en los cinco continentes. Turistas, peregrinos y romanos se congregaron, compartiendo un sentimiento común: la pérdida de un padre, de un guía, de un hombre que, con su sencillez y cercanía, había tocado sus corazones. En todos había una sensación de estupor y de incredulidad ante la noticia de la muerte del Papa Francisco . La palabra que más se repetía era «increíble». A diferencia de las multitudes vibrantes de las celebraciones pascuales, este lunes la plaza se sumió en un silencio solemne, roto solo por susurros y rezos.«Estoy muy impresionado. Para mí es como si se hubiera muerto un padre», dice José, de Perú, que vino a Roma con su familia por el Jubileo. «Me deja un gran vacío. Era un Papa muy humano, muy preocupado por los pobres, los inmigrantes y los más necesitados». Cerca de la basílica, entre la multitud, dos españolas que llegaron esta mañana desde Valencia por el Jubileo, Concha y Lola, compartían su impresión. «Sabíamos que estaba mal, pero no esperábamos esto», decía Concha, «Era un Papa humano, adelantado a su tiempo. Valiente. Ojalá el próximo lo sea tanto como él», añadía Lola. Cuatro jóvenes amigas de la India rezaban el rosario frente a una de las grandes pantallas de la plaza. Una de ellas, Vimala, apenas logra hablar. «Estoy en shock. Para mi familia era como un padre. Era el Papa de los pobres», repite, mirando hacia la basílica.Muchas personas consternadas en la plaza San Pedro tras conocer la noticia. EPEntre los presentes, lo más citado no son sus actos de gobierno o su gestión de la Iglesia, sino algo más simple: su cercanía y humanidad. Muchos hablaban de él como si lo hubieran conocido personalmente. Como alguien que miraba a los ojos. Gianni Dominici, romano, señala que en la plaza de San Pedro se respira un aire algo difícil de explicar. «Se siente una energía especial en esta plaza. Es como si el Papa aún estuviera presente. Lo que más me tocaba de él era cómo estaba siempre del lado de los más débiles. Fue el Papa de la esperanza. Decía que una Iglesia que no crece es como un árbol sin raíces. Él la hizo crecer, pero desde abajo, desde las personas».Noticia Relacionada estandar No Así será su «sobrio» entierro Javier Martínez-Brocal Modificó el ritual en 2024 para eliminar elementos que evocaran aristocraciaPara Sergio, otro italiano, la muerte de Francisco ha dejado un vacío inesperado. «Lo primero que sentí fue la pérdida de una voz, de un hombre que hablaba por todos. Muchos que estaban lejos de la Iglesia se sentían cerca gracias a él. Tengo amigos no creyentes que lo escuchaban con atención. Eso no es habitual. Creo que su mayor legado fue ese: hacer que la Iglesia se volviera a acercar a la gente». Algunos piensan también en el futuro. «Después de un Papa así, no se puede volver atrás», añade Sergio. «Necesitamos que su sucesor mantenga viva esa visión de una Iglesia abierta, centrada en la paz, cercana a la vida real».Leonardo, también romano, destaca el cambio de perspectiva que representó Francisco. «No fue un Papa de derechas ni de izquierdas. Fue un hombre del Evangelio. Quiso una Iglesia que no solo ayudara a los pobres, sino que los pusiera en el centro. Una Iglesia que saliera a encontrar a las personas, que escuchara. No buscaba el consenso de todos, pero hablaba con libertad. Y por eso muchos se identificaban con él».Noticia Relacionada estandar Si Sus grandes reformas en doce años de Pontificado Javier Martínez-Brocal | El vaticano Unas veces reformista y otras renovador, Bergoglio concentró sus esfuerzos en cinco ámbitosDurante todo el día se estuvo acercando gente a la plaza y a la basílica de San Pedro. No había pancartas, ni cantos, ni discursos. Solo pequeños grupos de gente que miraban en silencio hacia la cúpula. Algunos rezaban. Otros solo observaban. Bajo el obelisco central, un grupo de monjas rezaba en silencio. Una de ellas, la hermana Lucía, musitaba: «Sabíamos que era frágil, pero nadie está preparado para esto. Era la voz de los pobres, la caricia del mundo». Francisco, el Papa que eligió vivir en Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, el que se sentaba a comer con los empleados, el que defendía a los pobres y marginados, el que hablaba de misericordia y perdón, ha partido. Y muchos de los presentes en la plaza de San Pedro expresan una emoción compartida: «Ha dejado un vacío, se siente mucho su ausencia». Pero su legado, sin embargo, permanece. Un pontificado marcado por la reforma, el diálogo y la cercanía. Un Papa que, desde su sencillez, conquistó el corazón de millones de personas.

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