Fueron al frente con sueños de aventura y dinero llovido del cielo y se encontraron el horror, un infierno en la tierra. La reciente captura de dos mercenarios chinos que luchaban junto al Ejército ruso en la guerra de Ucrania no solo ha desatado un conflicto diplomático entre Kiev y Pekín, sino que ha revelado otra de las caras más desoladoras de la contienda: la de los soldados de fortuna.Tras ser apresados a principios de abril, estos dos jóvenes mercenarios, llamados Wang Guangjun y Zhang Renbo , reconocieron en una rueda de prensa organizada por las autoridades ucranianas que se habían alistado por dinero y por sus falsas ilusiones de acción y heroísmo. Pero estas se desvanecieron en cuanto se incorporaron a filas por las inhumanas condiciones del frente y el desprecio y hasta racismo de los militares rusos .El drama de estos mercenarios, pobres diablos que se juegan la vida por un puñado de rublos, está recogido con toda su crudeza en un magnífico documental de la periodista china Chai Jing, que suma cerca de dos millones de visualizaciones desde que fue publicado en Youtube el 15 de marzo. A pesar de su prestigio como reportera de investigación, y precisamente por abordar temas censurados por el régimen chino como la contaminación o la corrupción política, tuvo que dejar la televisión estatal CCTV y se mudó a Barcelona en 2017. Ese verano fue testigo del atentado yihadista en Las Ramblas , que también documentó en otro reportaje.Noticia Relacionada Ciudadanos chinos capturados por Ucrania estandar No «Perdí mi trabajo. Quería dinero. No esperaba acabar en la guerra»: cómo se unieron los mercenarios al Ejército ruso Eduardo R. BarreroPremonitorio, su último trabajo detalla la vida de los mercenarios chinos en la guerra de Ucrania a través de la entrevista con uno de ellos, apodado Macron, y de los vídeos colgados en sus redes sociales por otros seis. «Me uní por muchas razones. El dinero es una de ellas, pero no la decisiva. La paga no es demasiado alta. Otro motivo es que yo mismo era soldado en China, pero nunca había vivido una guerra, por lo que no sabía lo que era. Siempre había querido ir a Francia y unirme a la Legión Extranjera. Pero conseguir un visado europeo era muy difícil», explica en el documental Macron, quien llegó a Rusia como turista en noviembre de 2023 y se alistó en el Ejército. «Me habría podido unir a Ucrania si el visado hubiera sido más fácil. Hay muchos chinos en Rusia, al menos varios cientos. En el lado ucraniano también hay algunos, pero no tantos. Se debe a los visados. Otra razón puede ser que mucha gente piensa que ayudar a Rusia es ayudar a China», aclara mientras de fondo se oye el estruendo de las bombas.«Mucha gente con deudas viene aquí porque no tiene nada que perder. Piensan: si muero, que así sea. Muchos hombres se sienten atraídos por el campo de batalla y otros por el dinero. A través de las redes sociales recibo un montón de mensajes directos con preguntas para venir aquí. Muchos mencionan la mala situación laboral en China, sus deudas y otros motivos», desgrana el mercenario, nacido en la provincia nororiental de Shandong en 1995. Según cuenta, «el sueldo es de unos 15.000 yuanes (2.050 dólares o 1.850 euros) al mes. Pero el riesgo es tan alto que no merece la pena. He trabajado 365 días seguidos, sin descanso. Solo peligro. Y sin libertad».Además del dinero, a Macron y otros mercenarios les atraía el heroísmo que rezuman propagandísticas películas bélicas chinas como ‘Wolf Warrior’ (‘Lobo Guerrero’), que fue un enorme éxito de taquilla en su país y sirvió para bautizar a una nueva generación de diplomáticos ultranacionalistas enfrentados a Estados Unidos y Occidente. «Mucha gente ve esas películas exageradas y se anima, pero el campo de batalla real es brutal, como el infierno», se sincera Macron desde Bajmut.Reducida hoy a ruinas, esta ciudad de la región de Donetsk, que en su día llegó a tener 70.000 habitantes, fue escenario de los combates más encarnizados y es hoy un símbolo de la destrucción de esta guerra atroz. «Cada palmo de terreno ha sido tomado con sangre. Por cada ucraniano muerto, hemos perdido entre tres y seis hombres. No hay nada noble en ello . Nada guay, nada bueno, nada de humanidad, nada de moral. Especialmente cuando los prisioneros son humillados o torturados. Eso rebasa todos los límites», critica Macron, profundamente arrepentido de haber roto con sus padres y su novia para ir al frente.«No hay héroes en la guerra»«Todos los soldados están cansados de la guerra y quieren irse a casa. Cualquiera que haya estado en una guerra no quiere volver a vivirla otra vez, ni glorificarla. Quienes la ensalzan en internet y se retratan como héroes son despreciables. No hay héroes en la guerra, todos son malos y son obligados a matar a otros. Eso me incluye a mí», describe sin contemplaciones. Roto física y mentalmente, Macron se resigna a su sino y llega a afirmar que «no soy más que otro tipo que tomó una decisión equivocada uniéndome a la guerra. Mi papel es solo el de un soldado estúpido, carne de cañón».A los peligros del frente se suman la falta de medios del Ejército ruso y el desprecio de sus mandos y compañeros, que no ocultan su racismo con los mercenarios chinos, rusos y árabes. «El comandante ruso estaba metiéndose con unos negros, usando unos insultos realmente ofensivos. También mencionó a los chinos y los árabes y nos dijo que, cuando la guerra acabe, nos matará a todos y no volveremos vivos. No sé si era una broma o si estas palabras venían de su odio tan arraigado. Incluso el traductor, que era egipcio, dimitió porque el comandante es absolutamente despreciable. Yo quería irme, terminar mi contrato, pero me dijeron que no podía», recuerda Macron.Atrapado en el Ejército, le dieron para luchar un fusil con 80 años, «más viejo que la nueva China», y cuatro muescas, una por cada soldado que había muerto empuñándolo. Para protegerse, solo recibió dos placas de acero de otro militar caído en combate, «muy pesadas pero mejor que nada». El abandono de los mercenarios extranjeros es tal punto que, cuando Macron se compró con su paga un casco y un chaleco antibalas, los rusos se lo requisaron. Y, cuando lo denunció, lo metieron en un pozo como castigo.Abandonados por PekínSu descorazonador testimonio coincide con el de otros mercenarios chinos cuyos vídeos en las redes sociales son recogidos en el documental de Chai Jing. «¡Camaradas, enviadnos los primeros al frente y la victoria será nuestra!», clamaba uno de ellos, Sun Ruiqi, en Douyin (TikTok). Cuando por fin llegó a primera línea, su relato cambió totalmente. Primero grabó un vídeo en el que un viejo soldado ruso solo tenía por equipamiento una bolsa con una muda de ropa porque, al igual que los demás, «esperaba morir pronto». Y luego lanzó una estremecedora llamada de auxilio: «He caminado 40 minutos en la nieve hasta tener señal. He contactado a la Embajada china, pero me dicen que no intervendrán porque mis acciones son personales. Por favor, ayúdenme a contactar con el Ministerio de Exteriores. Tengo que anular mi contrato. Necesito volver a China. Aquí no hay atención médica. ¡Moriré!».Al contrario que la India, que evacuó a 91 mercenarios en verano tras la visita a Moscú del primer ministro Modi, el régimen chino se desentiende de sus nacionales en la guerra. Incluso cuando mueren, no se sabe nada de ellos ni si reciben la indemnización de cinco millones de rublos (53.000 euros) prometida por el Ejército ruso.De la euforia a la desesperación y la muerte Sun Ruiqi (imagen superior) llegó la guerra de Ucrania para luchar junto a las tropas rusas y se hizo viral por una arenga en la que clamaba «¡Enviadnos a la batalla los primeros y la victoria será nuestra!». Cuando finalmente se encontró en primera línea, su mensaje cambió totalmente. Desesperado, a través de sus redes sociales lanzó una llamada de auxilio para ser rescatado porque iba a morir. Toda la crudeza de la guerra la describe otro mercenario chino apodado Macron (arriba a la izquierda), entrevistado por la prestigiosa periodista Chai Jing en su documental en Youtube. Sin tapujos, denuncia el abandono y hasta el racismo que sufren los mercenarios extranjeros a manos de sus mandos y compañeros rusos. Según calcula, más de un centenar de estos voluntarios chinos han muerto, como Liu Hongwei (arriba a la derecha), o resultado heridos. Todos habían ido a la guerra con sueños de aventura y dinero llovido del cielo. ABCQue se sepa, el primer mercenario chino caído en combate fue Zhao Rui, cuya muerte fue descrita así por su compañero Zhou Zhiqiang: «Tras tomar una trinchera, fuimos atacados por drones que arrojaban bombas. Me encontré a Zhao Rui tendido en el suelo, con los ojos abiertos y cubierto de sangre. Le habían volado las piernas. Se hizo el muerto para sobrevivir y se arrastró un kilómetro para salir de la zona de combate . La trinchera estaba llena de cuerpos. El viejo Zhao, quien vino conmigo, murió con los ojos abiertos. Escuchadme, no vengáis aquí».Aunque se desconoce la cifra, Macron calcula que en la guerra de Ucrania han muerto y resultado heridos más de un centenar de mercenarios chinos. Por algunos de ellos, como Liu Jie, de 20 años, y su amigo Liu Hongwei, se siente especialmente responsable porque le seguían en las redes sociales y se enrolaron tras ver sus vídeos desde el frente. A pesar de la censura que impera en internet en China, esos contenidos sí pueden verse. Pero, cuando Macron comunicó estas dos muertes en Douyin para que alguien avisara a sus familias, su cuenta fue bloqueada de inmediato, «probablemente para eliminar las noticias sobre las bajas chinas». Con amargura, Macron compara que, «si lucharan y se sacrificaran por su país, serían recordados como héroes. Pero, si los mercenarios chinos mueren en la guerra de Ucrania, desaparecen como moscas».

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