Se había sentado Morante en las sillas de la Plaza de la Campana para ver pasar este Sábado Santo a la Soledad de San Lorenzo , como metáfora de su estado anímico y como constatación de esa teoría que él tanto sostiene: « El problema del Domingo de Resurrección es que la gente aún viene compungida por la muerte del Señor y le cuesta animarse en la plaza». Y así fue, porque Sevilla tardó demasiado tiempo en comprender el tremendo esfuerzo que venía realizando con el primero (bis) de Cuvillo, huérfano de entrega y humillación y que tan cerquita le venía pasando entre naturales, hasta que soltó su ira en un grito al viento que rápidamente todos, ahora sí, comprendieron: « ¡Qué más queréis! ». Y como si el capataz hubiese tocado el martillo, sus costaleros, los de la parihuela de la Maestranza, encajaron sus riñones para soltar los «oles» más profundos de toda la tarde . Que también le regatearon reconocimientos a un colosal Daniel Luque , capaz de encontrar faena donde no la había y de levantar casi a la gloria una tarde abocada al fracaso, más cariñosos cuando hacía gestos para la galería que cuando verdaderamente se enfajaba con las fieras. No es que uno quiera llevarle la contraria a Morante, pero a ver si el problema no es de la Semana Santa, sino de la cuestionable afición de este público… Volvía Morante a la Maestranza, un año después de su último paseíllo. De aquellas aciagas tardes, nada recuerda el último genio del toreo . Tampoco de sus piezas catedralicias. Los calambrazos eléctricos le han borrado la memoria, con suerte, hasta el habitáculo en el que albergaba el recuerdo de cómo torear . Que sigue intacto, inmune a todo. Un ramillete de lances con la figura completamente hundida, aculado en tablas y sin facultades para escapar del bravío, desataron la frialdad de los tendidos. Un derroche de arrebato como molde para esta escultura al toreo a la verónica . Volaba su capote muy lento en busca de la ligerita embestida de este Ponderoso, que se había quedado en el séptimo chiquero como sobrero de una terciada, desfondada y huérfana de clase corrida de Núñez del Cuvillo. De trapío y pelo excelso fue la parada de cabestros que mandó Florito a Sevilla para recoger con diligencia al flojito primero que tanto parecía escurrir sus manos sobre el albero y que tan poco aguantó el hoy confuso Gabriel Fernández Rey , que incluso cambió un tercio con un único puyazo . Cosas veredes, amigo Sancho. Más elevado en su cruz era éste Ponderoso, aunque armónico en su forma y expresión. Como decíamos, pocos comprendieron el esfuerzo del torero de la ribera del Guadalquivir, que consentía una y otra vez las oleadas de este primero bis, tan por dentro como falto de entrega. Y llegó ese momento de arrebato, encarado con el tendido, bordando naturales con la pierna que carga adelantada , como aquellos últimos compases al célebre Ligerito. De un lado al otro de la cadera, soberbios todos. Y ahí podría haber terminado la tarde de Morante, sin fondo ni ánimo como para arremangarse con el descompuesto cuarto, que salió con las manos por delante y terminó embistiendo con el pitón contrario. Daniel Luque redondeó grandes momentos al natural con el tercero de Núñez del Cuvillo Raúl DobladoFue esta tarde, una tarde más, la de la entrega total de Daniel Luque . Inmenso en su colocación y, muy especialmente, en los tiempos. Tanto para medir los momentos de citar como para comprender cuándo había que atacar a los animales para despertar al gentío. Prácticamente sin inicio de faena, giró pronto Luque en una redondísima serie de naturales que prácticamente acabó con el fondo de este Correvientos. Siguió una más plena de reunión, al límite de sus alamares y muy poderosa por bajo, seguida de su poderío absoluto en la cercanía. La misma plaza que tanto tardó en conectar con su encomiable labor ante el sexto, botaba con aquellos alardes de valor , encunado entre sus pitones. Esos que acarició en una perfecta ejecución del volapié. El presidente negó la segunda oreja que con tanta fuerza se pidió.Como también negó la oreja y dio un aviso fuera de lugar cuando el sexto estaba a punto de rodar. Fue ésta una faena de torero macho, enterrado en los terrenos más costosos y a la vez más agradecidos del animal, que se entregó ante la verdad absoluta de un Daniel Luque magistral , desde el principio y hasta el final. ¿Que por qué lo reivindicábamos para Resurrección? Por esto. En cambio, pocos habían pedido a Alejandro Talavante para este cartel. Decía Ramón Valencia no hace tanto tiempo que confeccionaba esta terna inaugural en función a los comentarios de la calle… ¡Que me diga dónde está esa calle! Pedía Sevilla, con toda la razón del mundo, a Juan Ortega , aunque después de verlo ayer en Málaga, cuando uno esperaba que se creciera ante el castigo, tampoco podemos garantizar que hubiera mejorado la pobre imagen de Talavante , fuera de cacho y sin un solo momento para el recuerdo. Con más brío que estilo, muchos confundieron al vibrante y poco enclasado quinto, con el que tampoco destacó el extremeño. Tiene dos tardes más…DOMINGO DE RESURRECCIÓN Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla. Domingo 20 de abril de 2025. Domingo de Resurrección. Primera corrida de la temporada hispalense. Se colgó el cartel de ‘No hay billetes’. Tres horas de festejo. A mitad del paseíllo sonó el Himno Nacional. Se lidiaron toros de Joaquín Núñez del Cuvillo, todos cuatreños, de poco fondo y clase, fue devuelto el primero por falta de fuerzas. Morante de la Puebla, de carmesí y oro. Media caída y casi entera (ovación); pinchazo, estocada larga y descabello (silencio). Alejandro Talavante, de verde esperanza y oro. Estocada (silencio); pinchazo y estocada (ovación). Daniel Luque, de verde botella y oro. Estocada (oreja con petición de la segunda); aviso tras estocada honda (ovación tras petición)..

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