Perfil El Pontífice que quiso reformar la Iglesia

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Perfil El Pontífice que quiso reformar la Iglesia

La desconcertante sencillez del Papa Francisco se ganó al mundo entero el 13 de marzo de 2013 con sus primeras palabras en el balcón de la basílica de San Pedro. Ese estilo se ha mantenido durante un pontificado en tiempos revueltos que deja como firmas la calidez humana, la apertura internacional y la reforma espiritual de la Iglesia. Un Pontífice renovador, de gestos a menudo incomprendidos , que cuando buscó el diálogo con quienes se posicionan lejos de la Iglesia, despertó las sospechas de muchos sectores católicos.No le resultó fácil. De puertas adentro, tuvo que comenzar con una « limpieza de establos » en las cuentas y los modos de la Curia vaticana, y continuar el combate contra la doble vida de eclesiásticos y los abusos sexuales de menores. De puertas afuera, intentó agitar las conciencias para poner fin a las guerras en Europa y en Oriente Medio , dar voz a los «descartados» de la sociedad y llamar a la calma durante la pandemia del coronavirus en 2020.Espiritualmente, se marcó como prioridad sanar a la Iglesia de la apariencia de «controladora» de una fe reducida a normas morales y mostrarla como «facilitadora» de una vida plena para todas las personas, no sólo para los católicos. También intentó desmantelar cualquier elemento trasnochado de corte alrededor del pontífice y del Vaticano, y de excesivo protagonismo de la figura del Papa.La vida del Papa Francisco, en imágenesHa sido un hombre valiente que se negó a utilizar el «papamóvil» blindado y que arriesgaba su pellejo moviéndose entre multitudes de desconocidos y bebiendo mate de peregrinos en años de atentados islamistas, polarización y continua inseguridad.Ha sido el primer Papa jesuita, el primer americano y el primero que se atrevió a tomar el nombre de Francisco de Asís, levantando sus banderas del valor de la austeridad, la humildad, la fraternidad entre personas y pueblos y la protección del medio ambiente.Otro de sus grandes desafíos fue convivir con un Papa emérito, sin permitir que las presiones de sus detractores cristalizaran en divisiones en la Iglesia. Fueron dos pontífices de carácter muy distinto, que se admiraban recíprocamente, y que marcaron el camino a sus sucesores.Un Papa libreDesde el primer momento intentó ser un Papa libre, que prefirió quedarse a vivir en la residencia de Casa Santa Marta -en medio de un flujo de visitantes y utilizando el comedor común-, en lugar de subir al apartamento papal, demasiado alejado de la gente de a pie. Que celebraba misa a las siete de la mañana, como un párroco madrugador porque hasta que estalló la pandemia invitaba a una treintena de personas y se detenía a saludarlas después uno a uno. Que se preocupaba de las personas de las periferias de la sociedad, como los no nacidos, los ancianos, los transexuales , los pobres y los refugiados, para despertar a la sociedad de la indiferencia y del espejismo de la seguridad. Que organizaba sus viajes internacionales dando prioridad a países con dificultades o donde nunca había estado un Papa; simbólicamente, su primer viaje europeo fue a Albania.Condenó la concentración de riqueza en manos de unos pocos y el capitalismo financiero , pero elogió la iniciativa empresarial que resulta en creación de empleo. A pesar de la diferencia ideológica, su valía fue reconocida por el Congreso de Estados Unidos, que invitó por primera vez a un Pontífice -para colmo, argentino- a tomar la palabra ante las dos Cámaras en sesión conjunta.El Papa Francisco, frente al Congreso estadounidense, en 2014 AFPUn Papa que hablaba con todos, especialmente con quienes estaban lejos de la Iglesia, para mostrar que «la persona está antes que las ideas», y que es posible construir a partir de los elementos en común, muchos o pocos. Que cometía errores y pedía perdón. Como cuando habló a puerta cerrada de la «mariconería» en seminarios, para rechazar ese caldo de cultivo de una doble vida entre eclesiásticos.Un pontificado que iba a ser cortoDesde la fumata blanca empezó a trabajar con prisa, urgido por la corazonada de que su pontificado iba a ser corto , pues entonces tenía 76 años. No acertó, pero se empleó tan a fondo, y a veces de modo temerario, que resulta asombroso que su papado haya durado tanto.Desde primavera de 2022, los problemas de rodilla le marcaron el paso y le obligaron a cancelar un viaje a África, pero no le frenaron. Primero tuvo que adaptar las ceremonias para estar menos tiempo de pie. Luego, tuvo que desplazarse en silla de ruedas o cojeando, sin consentir reducir su agenda .Al principio, la vieja guardia del Vaticano que había enredado en tiempos de Benedicto XVI no le consideraba peligroso. Cambió de opinión cuando a los 30 días de su elección, el Papa «del fin del mundo» creó un consejo internacional de cardenales externos para ayudarle en la reforma de la Curia y el gobierno de la Iglesia universal. Era el primer golpe a las «cordadas» italianas y al carrerismo eclesiástico. Fue imprescindible también internacionalizar el colegio de cardenales con purpurados verdaderamente «misioneros» para que el próximo cónclave no diese peso sólo a los problemas de Europa.Siguió a la letra el plan que planteó en su documento programático de 2013, «La alegría del Evangelio». Su propuesta era recuperar la alegría y la sencillez del Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Es la línea que seguirían sus textos «La alegría del amor» para la familia, «Fratelli tutti» para impulsar la amistad social entre pueblos y personas de culturas tradicionalmente divididas y «Dilexit nos» («Nos amó»), una carta de amor a Dios. Una renovación espiritual.Primera encíclica: Laudatio siFrancisco saltó al ruedo con la primera encíclica ecológica, «Laudato si» , en la que espoleó a los gobernantes a afrontar en serio el grave problema del calentamiento de la atmósfera . Un documento admirado y elogiado, pero ignorado.Durante sus primeros años, en terreno geopolítico, logró obtener resultados en la reconciliación entre Estados Unidos y Cuba y el fin del embargo en tiempos de Barack Obama y Raúl Castro; la paz entre gobierno y guerrillas en la Colombia de Juan Manuel Santos; o el primer y único encuentro con un patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, celebrado por sorpresa en La Habana.En 2022 resistió las presiones tras la invasión de Ucrania, cuando consideró que su papel no era tomar partido explícito y llamar a una solución no armada. Sin embargo, no se mantuvo neutral pues cientos de veces, puntualmente en cada aparición pública solicitó oraciones «por el maltratado pueblo ucraniano». Propuso a Vladimir Putin un encuentro en Moscú para facilitar la paz, pero éste ni siquiera respondió a su oferta. Su enviado especial, el cardenal Matteo Zuppi, emprendió una misión que le condujo hasta Pekín, para sembrar una salida al conflicto. Sólo consiguió resultados humanitarios, como la liberación de algunos prisioneros y el regreso de niños a Ucrania.Sus esfuerzos por la pazCon cierta amargura, constató que tampoco se prestaron oídos a sus solicitudes de alto el fuego y de una tregua humanitaria en Gaza , ni tampoco Hamás prestó oídos a sus peticiones semanales de que liberaran a los rehenes capturados por Hamás el 7 de octubre de 2023.Sus últimas grandes preocupaciones fueron la polarización que divide a la Iglesia y que alimentan sus partidarios y detractores, intentando usar sus decisiones para interés personal. Así como la identificación de opciones políticas con el cristianismo, especialmente con los líderes «identitarios» que hacían concesiones a los católicos para dividirlos de Roma; y el uso de la inteligencia artificial en el sector militar, que valora la destrucción de vidas en términos de eficacia.Francisco consolidó el buen entendimiento entre religiones, intentó mitigar los desastres de las guerras y declaró «inadmisible» la pena de muerte. Consiguió que mujeres presidan departamentos de la Curia vaticana, nombró a la primera «prefecta» de un dicasterio, y durante años tuvo como viceportavoz a la española Paloma García Ovejero , la primera mujer que ha hablado oficialmente en nombre de un Papa. De un Pontífice valiente, alegre, sencillo y libre.

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