La misteriosa desaparición del último bastión de la legión romana en Crimea

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La misteriosa desaparición del último bastión de la legión romana en Crimea

Llegaron hasta África y se hicieron por las bravas con Jerusalén; pisaron Escocia y atravesaron el Danubio. Desde aquellos días en los que la República luchaba por expandir sus dominios, hasta los últimos estertores del Imperio, las legiones romanas conquistaron y defendieron los lugares más recónditos del mundo conocido. Y uno de ellos todavía esconde algún que otro misterio. En Ucrania, región tristemente popular estos años, los soldados levantaron un campamento encargado de salvaguardar las rutas comerciales que atravesaban el Quersoneso y el Bósforo hasta Sinope y Trebisonda. Se sabe que la presión goda obligó a las tropas a marcharse; también, que hubo un asentamiento. Pero poco más.Cuesta hallar vestigios de los legionarios afincados en Crimea. El historiador y premio Nóbel Mommsen Theodor, autor en el siglo XIX de ‘El mundo de los Césares’, es de los pocos expertos que hacen referencia a la presencia de estos combatientes en los territorios ubicados al sur de Ucrania, y mediante una referencia escueta: «También se hallaba bajo protectorado romano, entre estas y aquellas costas, el reino del Bósforo, en lo que hoy es Crimea , donde había una guarnición romana, subordinada al gobernador de la Mesia». Allí, entre las inhóspitas playas tomadas por los nativos, griegos y romanos se hicieron su particular hueco.Hacia CrimeaLa relación entre los habitantes de la península regada por el mar Negro y Roma no fue nunca tan cercana como la que los togados tuvieron con la Galia, Hispania o la siempre controvertida Germania. El origen de todo, ese germen del que nacieron los anhelos del Senado por Crimea, hay que buscarlo en el siglo II a.C., cuando el monarca Mitrídates VI Eupator, originario de Ponto, vislumbró las posibilidades de extenderse hacia el norte. El rey, helenizado en parte, sintió que era el momento de liberarse de sus cadenas territoriales y expandir sus territorios más allá del noroeste de la Península de Anatolia.Noticia Relacionada ABC PODCAST estandar No El secreto de las legiones romanas para luchar contra la desmotivación y la falta de soldados Manuel P. Villatoro Federico Romero Díaz, autor de ‘En defensa de Roma’, analiza en este nuevo episodio del podcast de historia de ABC la integración de los bárbaros en los ejércitos y la sociedad de la Ciudad EternaEl historiador Juan Alberto Díaz Wiechers afirma en ‘Breve intento de explicación del curso y de la continuidad de la historia de la civilización occidental’ que, para el siglo I a.C., el monarca ya había incorporado a su reino varias regiones: «Obtuvo Capadocia y Paflagonia, en el Asia Menor, y el Quersoneso Póntico (Crimea)». Los romanos, bajo ese sentimiento paternalista de dirimir el destino de Europa, intentaron obligarle a devolver Capadocia a sus legítimos dueños. Y así comenzó el conflicto armado. A la larga, hicieron falta tres guerras sucesivas para dominar a Mitrídates VI Eupator, sucedidas entre el 88 y el 63 a.C.Fue Cneo Pompeyo , el mismo que acabaría sus días asesinado en Egipto tras oponerse a César, quién le hizo doblar la rodilla en Asia menor durante el 66 a.C. Aunque no del todo. Tras ser derrotado en el campo de batalla, Miltrídates puso rumbo a Crimea. Buscaba refugiarse allí, pero no le sirvió de nada. Asfixiado por las legiones, acabó con su propia vida en el 62 a.C. «Pompeyo, en una interesante expedición en persecución de su archienemigo, recorrió con sus legiones triunfante gran parte del Cáucaso, tierra entonces enigmática y casi desconocida. Después volvió sobre sus pasos, pero ya había llevado el nombre de Roma muy lejos», explica.Pompeyo, en un momento personal y militar más que dulce, se convirtió por entonces en el gran general de la Roma republicana; un héroe que brillaba con luz propia en los territorios del este y, en menor medida, del oeste. Los datos le avalan. En el período que discurrió entre los años 65 y 62 a.C., el militar anexionó nada menos que la Siria seléucida y parte del Cáucaso. Aunque lo más llamativo para este reportaje es que transformó Crimea en tributaria de Roma, sería injusto obviar que convirtió Judea en un ‘reino cliente’, como bien explica Díaz en su obra.Tal y como explica el historiador y arqueólogo Igor N Khrapunov, después del suicidio de Miltrídates la Ciudad Eterna levantó un campamento-fortaleza en la zona entre el 65 y el 60 a.C. El lugar exacto es, en parte, un misterio. Claudio Ptolomeo, en el siglo II d.C., dejó escrito que se construyó en «la costa sur de Crimea». Lo más probable, sin embargo, es que el enclave fuera el cabo Ay-Todor, unos siete kilómetros al soroeste de Yalta.Plinio el Viejo, historiador del siglo I, se limitó a escribir que el punto en el que se levantó el campamento era conocido como Characeni. Y de ahí su nombre: Charax. «Los romanos construyeron allí una fortaleza y estacionaron una subunidad o vexillatio», explica, en este caso, Khrapunov. Expertos como Stephen Dando-Collins, gran divulgador del mundo romano, apunta que aquellos primeros soldados que arribaron pertenecían a la infantería de marina destina en la flota de Rávena, ubicada en la costa este de Italia, una de las mayores de la época y la más reseñable por tamaño y potencia de la Ciudad Eterna.CharaxAunque Charax no fue el único campamento levantado en Crimea –hubo otros cerca de Sebastopol – sí fue el principal. Para empezar, por haber sido construido en un enclave casi inexpugnable: «Era inaccesible desde el lado del mar, y desde tierra estaba protegido por un ciclópeo muro de piedra», explica Khrapunov. Sobre su edificación existen también dudas. Todo apunta a que la estructura fue erigida por un pueblo autóctono, aunque los últimos estudios han desvelado que pudo haber sido reformada por las legiones romanas. Así lo atestigua el descubrimiento de mortero de cal, utilizado para unir la mampostería. «Tal tecnología no era conocida por los bárbaros», añade el experto.Según Khrapunov, los romanos construyeron en Charax una doble muralla; un foso de 9 metros de largo, 7,7 de ancho y hasta 2,5 de profundidad; unas termas y varias habitaciones equipadas con calefacción subterránea a base de tuberías. Un lujo para los infantes de marina que ocuparon la fortaleza con órdenes de salvaguardar las rutas comerciales que se mantenían al norte del actual Estrecho de Turquía. Salvo un breve ‘impasse’ de algunas décadas, el campamento siempre estuvo habitado y activo. De hecho, tras ser abandonado a finales de siglo no tardó en ser repoblado por una nueva legión arribada desde Italia.La última unidad en pasar por sus muros fue la Legio XI Claudia , a finales del siglo II d.C. Cuadra con el historial que ofrece Dando-Collins; en su obra, el autor especifica que este contingente fue trasladado a la Panonia Inferior –región que abarcaba varias zonas de Hungría, Eslovenia, Serbia, Croacia y la actual Bosnia-Herzegovina– con motivo de las guerras dacias de Trajano.Lo que resulta más difícil de saber es el número de hombres que fueron enviados a Charax durante los primeros años del Imperio romano. Los textos confirman que fue una vexillatio. En palabras del historiador militar Phil Barker, autor de ‘Armies and Enemies of Imperial Rome’, eso equivaldría a un contingente de entre un millar y dos millares de soldados. El dato representa, de forma aproximada, un tercio del total de una legión romana completa, cuya cifra era de unos cuatro mil doscientos integrantes, según recoge el autor clásico Polibio. Eso explicaría por qué Roma se molestó en construir varios santuarios locales en las cercanías.Noticias relacionadas estandar Si Hablan los hombres del Reich Las cartas íntimas de los soldados nazis Manuel P. Villatoro estandar Si Uno de los miembros de Carmen Mola Jorge Díaz novela en solitario la vida de un espía judío que luchó con los alemanes Manuel P. VillatoroEn todo caso, lo que no se puede negar es que era una fuerza considerable dado la mala situación del Imperio . «En la primera época imperial sólo había en toda el Asia Menor un destacamento de cinco mil hombres de tropas auxiliares acantonados en la provincia de Galacia, y una flota de cuarenta barcos. Estas fuerzas tenían por misión reprimir a los levantiscos pisidios, cubrir la frontera nordoriental del imperio y vigilar las costas del mar Negro hasta Crimea», afirma el autor de ‘El mundo de los Césares’. En el resto, los hombres escaseaban. Un ejemplo es que en algunas provincias apenas se contaban medio millar de hombres; una cohorte.El campamento de Charax estuvo activo muchas décadas más. Solo fue abandonado cuando los bárbaros empezaron a asfixiar a Roma. A mediados del siglo III d.C., cuando los godos cayeron sobre el ya renqueante imperio, las tropas acantonadas en la costa norte del Mar Negro recibieron órdenes de retirarse para proteger la frontera del Danubio . De esta forma, y siempre según Khrapunov, los soldados abandonaron Crimea en el 244 d.C. «Sin embargo, la vida continuó en este enclave. Después de que los godos emigraran a Crimea, ocuparon la fortaleza. Lo demuestra el que hayan aparecido entierros godos en la necrópolis de la vieja fortaleza romana», concluye el autor.

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