«Todo el drama transcurre en el interior del ‘living’ de un chalet elegante en las afueras de una gran ciudad española en la época actual. Una escalera con descansillo al piso superior. Una puerta se supone al despacho. Otra se supone al hall.Acto IEscena IPEDRO, 50 años, paralítico, sentado constantemente en un sillón con ruedas disimuladas.ALBERTO, 25 años, su hijo único.ALBERTO. Si no me ayudas nunca podré salir adelante.PEDRO. Nunca has sabido ayudarte a ti mismo».Así empieza ‘ Viaje hasta el límite ‘, uno de los seis textos teatrales que escribió Luis Martín-Santos (1924-1964), el autor de una de las novelas imprescindibles de la literatura española del siglo XX. La obra forma parte del volumen de las ‘ Obras completas’ (Galaxia Gutenberg) dedicado al teatro, cuya edición ha corrido a cargo de Fernando Doménech Rico . «Cuando me enteré de que Fernando estaba trabajando en esa edición -cuenta Eduardo Vasco , director del Teatro Español-, le dije que me enviara inmediatamente los textos. Me mandó todos, pero me anticipó que ‘Viaje hasta el límite’ tenía mucha enjundia y que estaba muy bien escrito. Lo leí y enseguida me di cuenta de que era una obra que teníamos que llevar a escena en el Español y presentárselo a los espectadores».Precisamente el Teatro Español acogerá el estreno de la obra el próximo 3 de mayo (estará en cartel hasta el 8 de junio), con dirección del propio Eduardo Vasco y un reparto que incluye a Ernesto Arias, Lara Grube, Agus Ruiz, Eva Trancón y Luis Espacio , con el piano de Iván López-Ortega .’Viaje hasta el límite’ es una de las seis obras con las que ha trabajado Fernando Doménech, que cifra el corpus teatral de Martín-Santos que se conserva -«no descarto que haya algún texto, como el que aseguraba haber leído Enrique Múgica , y que trataba sobre Lope de Aguirre»-, dice el editor. Todas se conservan en mecanoscritos originales del autor, añade: ‘Irma’ (de la que hay dos versiones, de 79 y 128 páginas respectivamente), ‘Los churros están fríos’ (el título lo ha puesto Doménech, ya que falta la primera de sus cinco páginas), ‘La novia que no se ve’ (obra corta, de solo seis páginas), ‘Viaje hasta el límite’, ‘Claudia’ (de 59 páginas) y ‘Olga’ (de 16 páginas, pero incompleta). «Todas ellas están escritas a máquina, con correcciones o añadidos de mano de Martín-Santos. Dos están fechadas. Tres carecen de título». «Según leí las obras me di cuenta de que las teníamos que poner en relieve y presentárselas en este teatro a los espectadores -dice Eduardo Vasco-. He reflexionado mucho estos meses: ¿qué hubiera pasado si este teatro hubiera tomado los escenarios junto a Buero, a Sastre, etcétera? Ahí queda la pregunta, pero desde luego el trabajo dramático que hemos hecho con ‘Viaje hasta el límite’ ha partido de un material excepcional . Hay un autor detrás sin ninguna duda; y, lo que resulta sorprendente, hay comedia y sentido del humor».Fernando Doménech confiesa la sorpresa que le supuso saber que Luis Martín-Santos había escrito teatro. «Nadie, ni siquiera los íntimos, lo sabían». Y coincide con Vasco en que era un gran autor . «No siempre los grandes novelistas son también grandes dramaturgos, y hay muchos ejemplos, pero en este caso sí. Construye muy bien sus obras: sabe lo que es la estructura dramática, la creación de personajes y, sobre todo, lo que destaca es la creación de conflictos. Sus personajes tienen mucha profundidad psicológica; no son desde luego de una pieza, sino que son personajes muy complejos, con un importante componente psicológico -al fin y al cabo, él era psiquiatra-; en definitiva, no es ni mucho menos un teatro banal, es siempre un teatro que trata de reflejar conflictos como la relación sexual, la estructura familiar, la pulsión hacia la libertad…».O’Neill y SartreLa publicación de las obras teatrales de Luis Martín-Santos se enmarca en un proyecto mayor, la edición de las obras completas del escritor. Sus hijos Luis y Rocío Martín-Santos Laffon -que el 7 de mayo conversarán en el propio Teatro Español con Fernando Doménech sobre las obras publicadas- son quienes han sacado a la luz los inéditos de su padre. «Estos textos se descubrieron hacia 2015 o un poco antes -recuerda Luis Martín-Santos Laffon-; aparecieron en uno de los archivos que recibimos, pero en ese momento no los estudiamos, el movimiento de recuperación de Luis Martín-Santos estaba un poco durmiente. Pero cuando se hizo la adaptación teatral de ‘Tiempo de silencio’ -estrenada en el Teatro de La Abadía en febrero de 2019-, empezamos el proceso de edición de las obras completas de mi padre».Eduardo Vasco y Fernando Doménech coinciden en la influencia en la obra de Martín-Santos del dramaturgo Eugene O’Neill , padre del realismo dramático en el teatro estadounidense, y que marcó el camino a autores como Tennessee Williams o Arthur Miller . «Era lector de teatro, y eso queda demostrado por su biblioteca, donde hay muchas obras de O’Neill y de muchos otros dramaturgos de aquel momento» [solo hay dos obras firmadas, en 1946 y 1953 respectivamente, y Doménech supone que escribió las demás alrededor de esos años]. «La influencia en estas obras del teatro de Eugene O’Neill es indudable, y eso le convierte en un autor singular, con una escritura que no existía en el teatro español de entonces», dice Vasco. El tema de ‘Viaje hasta el límite’, añade, remite en cierto modo a ‘Final de partida’, de Samuel Beckett, escrita cuatro años después, en 1957.Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Carmen Martín Gaite. Una biografía’, de José Teruel: compleja y libre José María Pozuelo Yvancos estandar Si CRÍTICA DE: ‘Novelas inéditas’, de Luis Martín-Santos: antes de ‘Tiempo de silencio’ Carmen R. Santos«Luis Martín-Santos leyó a O’Neill en profundidad, sí -explica el editor de su teatro-. Tenía un espíritu muy semejante al suyo, sus preocupaciones eran muy parecidas, con unos conflictos verdaderamente potentes y una importancia extraordinaria en sus textos del inconsciente -influencia freudiana, claro- y de la sexualidad. Todo eso no se encuentra en otros autores españoles de los años cincuenta». También, concluye, estaba influido por el existencialismo. «Era un absoluto devoto de Jean Paul Sartre , y conocía bien todo el ambiente de la cultura francesa de entonces».

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