Uno de los ejercicios más complicados es intentar encasillar políticamente al Papa Francisco. Cuando Néstor y Cristina Kirchner gobernaban la Argentina con políticas de izquierdas, se referían despectivamente al entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio como «la oposición». En el otro extremo, uno de los líderes de la derecha italiana, Matteo Salvini, al hablar de Francisco repetía: «Este no es mi Papa». El hecho de que no fuera «conservador» no significa que no quisiera lo mismo que los «conservadores» . Por ejemplo, en vez de conducir el diálogo político según el esquema de «defensa de principios no negociables» -como la protección de la vida o la enseñanza confesional-, se centraba en promover una sociedad basada en la dignidad humana: dignidad de la vida, educación digna para todos.También es innegable que su mensaje está marcado por la sensibilidad social, pero no entendida como ideología sino como antídoto a la indiferencia. Una de sus principales banderas fue la ayuda a los «migrantes forzados» , aunque la cuestión que le inquietaba era la «impasibilidad» ante la muerte en alta mar de miles de personas que se lanzan al Mediterráneo para escapar de la guerra o de la violencia. Alertó de esa «globalización de la indiferencia» también ante la crisis medioambiental que, decía, «pagarán en primer lugar los pobres y los jóvenes». Solicitó que no se desprecie a nadie por su identidad sexual, se opuso a los vientres de alquiler y consiguió normalizar que las mujeres ocupen puestos de decisión en la Iglesia católica. Son causas tradicionales de la izquierda.Pero Francisco fue un firme opositor del aborto y llegó a calificar como «sicarios» a los médicos que los practican. Defendió la dignidad de la vida en todas sus fases, los no nacidos, los enfermos y los ancianos, y condenó rotundamente la eutanasia. Denunció el suicidio de la natalidad en Europa, animaba a tener al menos tres hijos, y en tiempos de crisis, forzó en el Vaticano medidas de ayuda a empleados que tuvieran familia numerosa. Además, aplaudía a los empresarios que creaban puestos de trabajo. Son causas tradicionales de la derecha.Cuando en la entrevista que concedió a ABC le hicimos notar que «algunos se extrañan de que sea cordial con referentes importantes de la izquierda», respondió que es «cordial con todos porque todos son hijos de Dios »; «Si yo a priori empiezo a seleccionar gente, voy listo. Soy pastor de todos, recibo a la gente de la derecha, de la izquierda. Si vienen aquí, yo les recibo. No le cierro la puerta a nadie», explicó.Reuniones con líderesSe reunió dos veces con el presidente Pedro Sánchez y varias con miembros de su Gobierno, empezando por Yolanda Díaz o Félix Bolaños. Incluso en una audiencia general saludó a Óscar Puente, cuando era alcalde de Valladolid. Alberto Núñez Feijoo lo visitó en calidad de presidente de Galicia. También conoció a Isabel Díaz Ayuso y a Juan Manuel Moreno Bonilla, el último líder autonómico con el que estuvo.Recibió a líderes mundiales de todas las corrientes, pero no con todos estuvo a gusto. En clave argentina, el encuentro más frío fue con Mauricio Macri en 2016, que duró solo 22 minutos. Aparcó las diferencias con Javier Milei e incluso se abrazaron en público. Tampoco mostró entusiasmo en 2021 en su encuentro en Budapest con Viktor Orbán, y aún menos cuando en 2017 le visitó Donald Trump .Precisamente su último desencuentro político fue con el presidente de Estados Unidos. Francisco criticó sus planes de deportar a once millones de personas sin papeles. Aunque reconocía «el derecho de la nación a defenderse», solicitaba proteger la «dignidad infinita y trascendente de toda persona humana», incluidos los emigrantes, y no identificarlos automáticamente con «delincuentes». Avisó de que «lo que se construye a base de fuerza, y no a partir de la verdad sobre la igual dignidad de todo ser humano, mal comienza y mal terminará». «Que se concentre en arreglar la Iglesia católica y nos deje a nosotros la vigilancia de nuestras fronteras», le respondieron desde la Administración Trump.A pesar de las diferencias, el Papa evitó pronunciarse sobre las últimas elecciones americanas, también cuando le preguntaron si un católico de EE.UU. debe votar al candidato que quiere deportar a millones de emigrantes o a la que promete medidas a favor del aborto. «Las dos posiciones están contra la vida», respondió. «Se debe votar. Y se debe elegir el mal menor . ¿Quién es el mal menor? No lo sé. Que cada uno elija en conciencia».La vida del Papa Francisco, en imágenesSobre el comunismoCuando le preguntaban si es comunista, respondía que « el cariño a los pobres es una bandera del Evangelio, no del comunismo». Apoyaba los «movimientos populares», en los que veía expresión teórica de la creatividad de la sociedad, que no se mueve solo con sus instituciones. Participó en algunas de sus asambleas junto a plataformas «anti-desahucios», representantes de trabajadores rurales sin tierra, indígenas y cartoneros. En su tercer encuentro les alertó del peligro de la corrupción.Con quien sí que hacía buenas migas era con la actual primera ministra italiana, Giorgia Meloni , que el pasado 19 de febrero fue a visitarlo al hospital, justo después de que al Papa le diagnosticaran una «neumonía bilateral».¿Es conservador o liberal? «Me considero fiel a la Iglesia, pero abierto al diálogo» Papa FranciscoExpuso su visión política en la encíclica «Fratelli tutti» (2020) con la que ofreció una vía de salida a la crispación ideológica, la polarización y los populismos, pues son formas de «eliminar o de ignorar a otros». El punto de partida es «percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia». Luego, «hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia». Por último, inspirándose en Romano Guardini, no caer en la trampa de identificar «opiniones diferentes a la mía» y «opiniones opuestas a la mía». La idea, explicaba en la encíclica política, es desarrollar la «capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos» y de cultivar el respeto, entendido como «el amor capaz de asumir toda diferencia y la prioridad de la dignidad de todo ser humano sobre cualesquiera fuesen sus ideas, sentimientos, prácticas y aun sus pecados». En terreno económico, consideraba que «una economía mata cuando obedece solo al dinero. Cuando el ganar dinero es el único objetivo estamos fuera de la ética y se construyen estructuras de pobreza, esclavitud y descarte de personas» y que «el desempleo que afecta a varios países europeos es consecuencia de un sistema económico que no es capaz de crear trabajo porque ha puesto en el centro un ídolo que se llama dinero».La respuesta más completa sobre su visión política y eclesiástica la dio en 2001, apenas creado cardenal, cuando una periodista argentina le preguntó a bocajarro: «¿Usted es conservador o liberal?». «Me considero fiel a la Iglesia, pero abierto al diálogo». «Ser fiel a la Iglesia es estar abierto al diálogo», completó esa afirmación durante su entrevista con ABC .

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