La huella de Francisco en el cónclave que tiene que elegir a su sucesor no sólo se reduce a haber creado a 108 de los 135 posibles cardenales electores (el 80%), sino a pequeños detalles que también acabarán siendo cruciales. Uno de ellos ocurrió el pasado 7 de febrero, cuando decidió prorrogar el mandato de los dos altos cargos del Colegio Cardenalicio: el decano, el cardenal Giovanni Battista Re, de 91 años, y el vicedecano, el cardenal Leonardo Sandri, de 81 años. Dada su edad, ninguno de ellos podrá participar en el cónclave.Francisco tomó una decisión que iba contra la norma que él mismo había establecido y que limita los mandatos a un máximo de cinco años. Agotado ya ese plazo desde el 19 de enero, los ocho componentes del selecto grupo de los cardenales obispos, la más alta dignidad dentro del colegio, se disponían a elegir de entre ellos al posible sucesor, cuyo nombre propondrían al Papa para su proclamación.Pero no fue necesario. La decisión de Francisco dejaba sin efecto la votación y, como consecuencia secundaria -o quizás la buscada-, cerraba la puerta a que el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin , pudiera ser elegido decano del Colegio Cardenalicio. Parolin es cardenal presbítero, pero nombrado para actuar como obispo pro hac vice, una expresión que en latín significa «para esta ocasión» y que se utiliza para designar responsabilidades temporales; en este caso, por su cargo, que supone ser el número dos del Vaticano. Por esta razón, y su edad -70 años-, era el principal candidato a dirigir el colegio de cardenales.Noticia Relacionada ABC accede a la cámara estandar Si Silencio, lágrimas y un desmayo en la capilla íntima del Papa Javier Martínez-Brocal | Corresponsal en el Vaticano La cámara está abierta sólo para sus colaboradores estrechos, empleados del Vaticano y familiares. En ese grupo incluía a periodistas, «compañeros de viaje», que se hicieron eco de sus gestos y sus palabras para que llegaran a todo el mundoUn cargo con unas funciones más bien honoríficas mientras el Papa está vivo, pero que se convierte en figura clave durante el periodo de sede vacante y en la preparación del cónclave que debe elegir a su sucesor. El decano es el máximo responsable de las decisiones en el Vaticano durante la sede vacante. Eso incluye convocar a los cardenales cuando lo considere necesario, presidir los consistorios previos al cónclave, decidir sobre el secreto o no de sus discusiones y otras cuestiones de servicio.Momento claveAdemás, será quien presida la misa de las exequias del Papa Francisco y, todavía más importante, la misa ‘pro eligendo pontifice’, que se celebra la mañana del día en que los cardenales electores, ya en procesión, accedan a la capilla Sixtina para escuchar el clásico extra omnes y dar comienzo al cónclave. Es un momento clave, porque si en el funeral la homilía versará sobre la figura del difunto Papa, en la ‘pro eligendo pontifice’, el celebrante centrará sus palabras en los problemas de la Iglesia y el perfil del Papa que necesita.Así ocurrió en el cónclave que eligió a Benedicto XVI. El cardenal Ratzinger era entonces el decano del Colegio Cardenalicio y todos recordamos el funeral por Juan Pablo II y su cuidada homilía que glosaba su figura y legado. Pero fue trascendental la homilía en la misa ‘pro eligendo pontifice’, en la que hizo un análisis sobre cómo los «vientos de doctrina» habían zarandeado «la pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos». Además, la expresión de la «dictadura del relativismo», que «no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos», se convertiría en la clave del pensamiento de su pontificado. Los analistas coinciden en que aquel fue el último impulso que faltaba para ser elegido Papa, una responsabilidad a la que no aspiraba, como él mismo confesó.Nada de aquello podrá ocurrir ahora, pues el encargado de cada uno de estos pasos que afianzaron la candidatura de Ratzinger al papado es el cardenal Re, de 91 años, que no entrará en el cónclave, reservado a los menores de 80. También, dada su edad, son prácticamente nulas las posibilidades de que sea elegido, aunque sobre el papel todos los cardenales -e incluso cualquier católico sin impedimento para ser consagrado obispo- pueden ser elegido Papa.El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin EFEEs muy probable que en la mente del Papa Francisco, que vivió el cónclave de 2005 como cardenal -llegó a ser el más votado por detrás de Ratzinger-, cuando tomó la decisión en febrero de prorrogar el mandato de Re, contra su propia norma. De esta forma, evitaba que ningún cardenal tuviera un peso significativo en exclusiva tanto en las fechas preliminares del cónclave como en el momento de su celebración.Prorrogando el mandato de Re, Francisco evitaba que ningún cardenal tuviera un peso significativo en exclusivaUna circunstancia que también tuvo en cuenta a la hora de delegar en los cardenales que le debían sustituir en las celebraciones de la Semana Santa, que no podía presidir por motivos de salud. Todos ellos eran mayores de 80, sin opción de entrar en el cónclave, excepto Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, que presidió los oficios de la Pasión del Señor en el Viernes Santo. Otra muestra de que Francisco quería evitar que el protagonismo de estos se focalizara en los papables.De esta forma, será el cardenal Re quien el sábado presida el funeral de Francisco. También quien dicte las normas prácticas para las congregaciones generales que reunirán a todos los cardenales presentes en Roma, electores y no electores, para analizar el estado de la Iglesia y el perfil del nuevo Pontífice que debe regirla. Y, por último, quien con su homilía en la misa ‘pro eligendo pontifice’, dé las últimas indicaciones a los cardenales electores justo antes de entrar en cónclave.No entrarán por edadSerá en ese momento cuando Parolin cobre el protagonismo que le hurtó la decisión que tomó en febrero el Papa Francisco. Dado que por razones de edad ni el decano ni el vicedecano entrarán en la Sixtina, será Parolin quien tome el relevo a partir del extra omnes y asuma la responsabilidad de dirigir el cónclave. Una tarea que, sin embargo, da pocas posibilidades de llamar la atención del resto de cardenales, pues es más organizativa y de control, dado que las votaciones se suceden de forma continuada y ya no hay ocasión para reflexiones públicas o discursos programáticos.

Leave a Reply