Elon Musk anunció este martes que reducirá su implicación directa en el gobierno de Estados Unidos después de que Tesla, la automotriz que dirige, registrara una caída del 71% en sus beneficios del primer trimestre de 2025.El empresario, el hombre más rico del planeta, con una fortuna estimada en 360.000 millones de dólares [330.000 millones de euros], comenzará a centrarse de nuevo en sus compañías a partir de mayo. Hasta ahora ha sido un empleado especial del gobierno sin sueldo, con despacho en la Casa Blanca y acceso directo al presidente.La descomunal caída fue revelada en una llamada con analistas de Wall Street : la empresa obtuvo un beneficio neto de 409 millones de dólares entre enero y marzo de 2025, frente a los 1.400 millones que ingresó en el mismo periodo del año anterior.Noticia Relacionada estandar Si Las universidades de EE.UU. se rebelan contra Trump por injerencia académica david alandete | Corresponsal en Washington Más de 200 rectores firman un manifiesto en defensa de la autonomía universitaria, mientras Harvard demanda al Gobierno por bloquear fondos federales y amenazar su exención fiscalEl desplome llega en un momento de creciente desgaste para la marca Tesla y para el propio Musk, cuyo papel como asesor clave de Donald Trump y encargado de implementar su programa de recortes masivos en la administración federal ha suscitado críticas, protestas, boicots y desinversiones.Su protagonismo en medidas como la eliminación de oficinas de diversidad racial y de género, la reestructuración de la NASA y el despido de más de 30.000 empleados federales ha provocado rechazo en amplios sectores de la izquierda, que también son parte del mercado de consumidores de coches eléctricos.El precio de reventa de los vehículos Tesla se ha desplomado. El modelo más básico puede encontrarse ya por 25.000 dólares, muy por debajo de su precio de hace apenas dos años. Tal es la emergencia, y tan pronunciado el éxodo de consumidores, que el propio Trump accedió a que se exhibieran varios modelos Tesla en la Casa Blanca, y compró uno en directo, frente a las cámaras, como gesto de apoyo personal. «Son excelentes, todos computerizados», dijo entonces.Musk, al anunciar su esperada salida parcial del gobierno, confirmó que seguirá viajando a Washington, pero solo «uno o dos días por semana». Su intención es reducir visibilidad y calmar a los inversores, sin renunciar por completo a su papel como asesor de política económica y organizativa en el equipo presidencial.Su implicación en el gobierno ha incluido la defensa pública de todas las medidas más polémicas a través de su red social, X. A los funcionarios les ha exigido que justifiquen su empleo, les ha ofrecido bajas incentivadas y ha acusado abiertamente a muchos de ellos de fraude, sin aportar pruebas. Esto lo ha convertido en una figura profundamente impopular dentro del funcionariado federal.La caída de beneficios de Tesla no es un fenómeno aislado. La empresa se enfrenta a una competencia cada vez más feroz de fabricantes chinos como BYD, al estancamiento de su catálogo sin grandes lanzamientos en los últimos doce meses y al daño creciente a su reputación por la politización de su imagen.Algunos de los ataques más visibles han estado dirigidos al Cybertruck, una camioneta de diseño agresivo que se ha convertido en blanco frecuente de vandalismo. En distintas ciudades, decenas de estos vehículos han aparecido pintados con esvásticas o mensajes de protesta. También se han registrado actos de sabotaje contra concesionarios de la marca en Estados Unidos.La fiscal general, Pam Bondi, ha calificado estos incidentes como actos de terrorismo doméstico . Aunque ha habido algunas detenciones, las investigaciones avanzan lentamente.En Europa, donde Tesla tiene plantas de producción y una base importante de clientes, las protestas también han aumentado. En países como Alemania y Reino Unido , activistas han organizado boicots frente a concesionarios de la marca, al tiempo que criticaban el apoyo de Musk a partidos extremistas como Alternativa por Alemania.En redes sociales, el rechazo se ha canalizado a través de etiquetas como #BoycottTesla y #DivestFromMusk, que han ganado popularidad y visibilidad en los últimos meses. En Washington, es común ver pintadas acusando a Musk de autoritarismo, con caricaturas en las que aparece haciendo un saludo fascista bajo el lema «coup d’tech».En la llamada con inversores, Musk evitó cualquier autocrítica. Atribuyó las protestas a «personas que se beneficiaban del despilfarro y el fraude del viejo sistema», y defendió su trabajo en el gobierno como una labor de limpieza institucional.Pese al retroceso, Tesla sigue liderando el mercado de vehículos eléctricos en Estados Unidos. En 2024, la compañía vendió 1,7 millones de unidades a nivel global. Sin embargo, el estancamiento en sus lanzamientos y el deterioro de su imagen están empezando a erosionar su cuota de mercado, especialmente ante la renovación tecnológica de competidores como Ford y General Motors.Desde finales de 2024, el precio de las acciones de Tesla ha caído casi a la mitad. La cotización ronda ahora los 230 dólares.La influencia de Musk en la Casa Blanca ha sido decisiva en la reestructuración del aparato federal. Ha sido el impulsor del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, siglas en inglés), responsable del rediseño de agencias clave, la supresión de regulaciones ambientales y el recorte de recursos públicos en investigación, salud y educación.En las últimas semanas, varios inversores institucionales han comenzado a reducir su exposición a Tesla. Según datos de Bloomberg, al menos tres grandes fondos de pensiones públicos han vendido p arte de sus participaciones , citando «motivos reputacionales, éticos y de gobernanza».Musk, que durante años cultivó la imagen de empresario tecnócrata, alejado de los partidos, se ha convertido ahora en uno de los rostros más visibles del proyecto de Trump para reconfigurar el Estado federal.«Tesla no necesita subvenciones. Necesita que le quiten de encima a los burócratas», afirmó en su llamada con analistas, tratando de mantener el tono desafiante. Pero el mensaje no ha logrado frenar el deterioro de su imagen pública.La marca, que durante más de una década fue símbolo de innovación y sostenibilidad, se enfrenta ahora a un reto mayúsculo: recuperar la confianza de consumidores, inversores y socios en medio de un éxodo de consumidores.

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