La generación que creció en la fe con el Pontífice

Home People La generación que creció en la fe con el Pontífice
La generación que creció en la fe con el Pontífice

«Misericordia», «humildad», «esperanza», «libertad», «cercanía», «alegría», «amistad»… Es lo primero que a Paloma, Rocío, Quique, Jesús, Maca, Blanca, Santi, Miriam, Isabel o Antonio se les viene a la cabeza cuando buscan una, dos o tres palabras para definir al Papa Francisco. Para David era «auténtico» y Piedad tiene muy presente la expresión tan porteña de «el Señor nos ‘primerea’» , que, en su primera y multitudinaria Vigilia Pentecostal como pontífice, fue la manera de decir que «el Señor te está esperando para perdonarte».Víctor, por su parte, evoca casi como un grito de guerra una de las frases que mejor han definido el papado de Francisco: «¡Hagan lío!». Aquello se escuchó por vez primera en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, en 2013 , pocos meses después de que el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio se convirtiera en el Sucesor de Pedro. Frente a él, cuatro millones de jóvenes; más allá de Río, otros varios millones que se sintieron sacudidos por esa llamada a meterse en faena y comerse el mundo con el testimonio de su fe en Cristo: «¡No ‘balconeen’ la vida! Bajen y caminen la vida. Jueguen para adelante, sean protagonistas, el mundo y la Iglesia los necesitan», tal y como el propio Papa Francisco recordó años después a los asistentes al congreso organizado por Hakuna en Roma, bajo el título ‘Revolución cristiana’.Son las diez de la mañana y en la parroquia María Madre del Amor Hermoso, en el madrileño barrio de Villaverde Bajo, el matrimonio formado por Paloma y David, funcionarios y padres de cinco hijos, se presta a ayudarnos a trazar un retrato del Papa Francisco a través de sus testimonios. Les acompaña su amigo David Benito, sacerdote diocesano de Madrid. Miembros del Camino Neocatecumenal, son los primeros, entre un puñado de jóvenes fieles de no más de 30 años y pertenecientes a diversos movimientos religiosos católicos y parroquias, en relatar cómo el paso de la adolescencia o primera juventud a la vida adulta marchó en paralelo al pontificado de Francisco. Cuentan Paloma y David que tienen muy presente el largo silencio que guardó el Papa Francisco, el 13 de marzo de 2013, cuando salió al balcón de la Plaza de San Pedro y se presentó a los fieles como alguien a quien «mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi hasta el fin del mundo».Noticia Relacionada estandar Si Del «¿quién soy yo para juzgar?» a bendecir parejas homosexuales: la relación con el colectivo LGTBI José Ramón Navarro-Pareja Francisco se ha movida con ambigüedad y contrastes con el colectivo LGTBI, con el que ha tenido gestos pero no ha cambiado ni una línea de la doctrina católica sobre la homosexualidadPara ellos es significativo «todo lo que el Papa Francisco ha dicho sobre la familia, porque ahora mismo es nuestra situación. Cuando él empezó éramos novios y ahora formamos un matrimonio con niños pequeños, y fuimos creciendo a la par que él iba ejerciendo su pontificado. Para nosotros ha sido muy importante su mensaje de amor a la familia y cómo habló muchas veces de que es una entrega y, también, un sufrimiento, pero que es un don y que tiene su recompensa. Insistió, como también hizo en su día San Juan Pablo II, en que no tuviéramos miedo, en que nos abriéramos a la vida y en que en la Iglesia cabíamos todos, todos, todos. Fue pura humanidad, pura humildad».Humor y frescuraPrecisamente el sacerdote David Benito destaca ese mensaje universal del Papa Francisco, al que, además, añade «el humor y una frescura que se traducían en una manera de ser y de actuar. Era auténtico y esa virtud le hizo sumamente atractivo para los jóvenes. También por su carácter desprendido de ciertos ropajes, ciertos protocolos, la pompa, los grandes discursos… Su mensaje caló, además, con esa manera de comunicar afable. Era muy fácil cogerle cariño y confianza».Testimonios Arriba, un grupo de jóvenes antes de rezar por el Papa en la Almudena (Madrid). En el centro, Jesús, Cristina, Rocío, Blanca y Quique en la parroquia de San Juan Crisóstomo. Miembros de Effeta, un movimiento de retiros católicos, señalan que Francisco les animó a «no tener miedo». Debajo, Maca y Víctor, de Hakuna Fotos: T. Sieira y G. NavarroCae la noche y en la parroquia de San Juan Crisóstomo, en el distrito de Moncloa-Aravaca, el seminarista Jesús Nistal reúne a Quique, abogado; Blanca, psicóloga; Cristina, informática; y Rocío, quién está a punto de abandonar su trabajo en el hospital La Paz para consagrarse a la vida religiosa. Miembros de Effetá (movimiento que promueve retiros católicos de jóvenes para jóvenes), todos ellos eran unos críos cuando, contra todo pronóstico, Francisco se situó al frente de la Iglesia de Roma. Mencionan una ciudad, Cracovia (Polonia), escenario de la JMJ de 2015, como el lugar de inicio de su madurez en la fe. Y hablan de las barreras «más internas que externas» que rompieron. Tal como explica Blanca sobre sí misma, supuso el paso «desde una fe de niña a defender el amor más grande y vivir con un corazón sencillo. No tener miedo de ser tú misma, de movilizarte… Estoy más cerca de Dios y el Papa Francisco ha sido un elemento fundamental en ello». Rocío añade que «las verdaderas barreras son las interiores. Las exteriores pasan por el qué dirán, por no estar de moda en los tiempos que corren… pero, al fin y al cabo, se trata de no tener miedo a defender lo que tengo porque lo que tengo es un tesoro. Y me siento muy acompañada porque estoy en manos de la Iglesia».Siempre adelanteVíctor y Maca reciben a ABC en la sede del Hakuna, una organización católica juvenil que, a través de la música en directo, ya trasciende lo puramente comunitario para convertirse en una suerte de fenómeno sociológico. Ellos, sin embargo, se definen como una familia más de la Iglesia Católica. «Lo que nos llevamos del Papa Francisco es el énfasis de seguir siempre adelante y de no dejar solo a nadie», dice Víctor, a lo que Maca añade: «En toda vida de fe hay dudas. Jesús decía que vamos a ser signo de contradicción. Es una batalla constante». Y ejemplifican aquel afán del Papa Francisco de acompañar a todos con sus mensajes a propósito de la guerra en Gaza. «Eso, como tantos otros conflictos, no iba de política ni de bandos -explica Víctor-; iba de las personas y el Papa Francisco trató de estar con cada una de esas personas que sufren, que pasan frío, hambre, miedo… que viven en unas condiciones injustas. Él llamaba cada día a la Iglesia de Gaza como una manera de decir: ‘Tú eres importante para mí’. Eso es lo que cada cristiano tenemos que hacer: llamar a todas las puertas, las lejanas y las cercanas, y acompañar. Que nadie esté solo».Sin máscarasPiedad trabaja en el sector de los seguros y pertenece al Opus Dei. Junto a ella, en una de las zonas comunes de la residencia madrileña donde vive, seguimos completando el retrato del Papa Francisco a través de la mirada de los jóvenes. Y precisamente ella menciona que «para el Papa Francisco solo se podía mirar por encima del hombro a una persona si era para ayudarla a levantarse. Era un papa que nos invitaba a estar de salida , a no estar encerrados y a quitarnos las máscaras. A mí me hizo replantearme muchas cosas». Para Piedad, la capacidad que mostraba el pontífice a la hora de pedir perdón y acompañar a quienes sufrieron injusticias en el seno de la propia Iglesia Católica, además de «dar un giro y revolucionar todas las instituciones», ha sido muy importante: «Esa amplitud de miras, alguien diría que esa transgresión, ha hecho que la Iglesia acoja a más y más gente más allá de sus muros».Como un profesorY junto a los muros de la Catedral de la Almudena, en el centro de Madrid, Santi, periodista que trabaja en la Delegación de Medios de la Archidiócesis, habla del Papa Francisco como «el amigo de los jóvenes, capaz de llegar hasta los últimos». Para Antonio, ingeniero, «casi se asemejaba a un profesor de instituto. Conocía nuestra situación, nuestras heridas, nuestras dificultades y nuestros retos, y nos ayudó a superarlos».Miriam, una sonriente profesora de Secundaria, cierra el retrato del Papa Francisco con el testimonio de su alegría: «Yo antes vivía una vida muy encerrada en mis ambientes hasta que Francisco me sacudió, me hizo salir a la calle. Con tristeza y seriedad no llegamos a nadie. ¡Cristo ha resucitado y es una alegría! Y los estamos mostrando al mundo. Estamos haciendo lío, como él nos pidió».

Leave a Reply

Your email address will not be published.