Volcanes disparados y continentes que se aceleran: así terminó hace 10.000 años la última Edad de Hielo

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Volcanes disparados y continentes que se aceleran: así terminó hace 10.000 años la última Edad de Hielo

Hace alrededor de 10.000 años, justo al final de la última Edad de Hielo, nuestro planeta experimentó un cambio inesperado, una conexión sorprendente entre la desaparición de la capa de hielo y la deriva continental. Un equipo de geofísicos de la Universidad de Colorado en Boulder, en efecto, acaba de revelar que el derretimiento masivo de los glaciares no sólo elevó el nivel del mar, sino que también aceleró temporalmente el movimiento del continente norteamericano y la expansión del océano Atlántico. El trabajo, recién publicado en ‘ Nature ‘, nos ofrece una nueva perspectiva sobre la intrincada danza de las placas tectónicas, y demuestra el modo en que fuerzas aparentemente externas pueden influir en los procesos geológicos profundos de la Tierra.En el nuevo estudio, los geofísicos Tao Yuan y Shijie Zhong utilizaron sofisticados modelos y simulaciones informáticas para viajar 26.000 años en el pasado del planeta. En aquel momento, la gigantesca capa de hielo Laurentide , una masa helada colosal que cubría gran parte de Norteamérica, extendiéndose hasta el sur de lo que hoy es Pensilvania, comenzó su lento pero inexorable retroceso. El agua resultante de este deshielo inundó los océanos, provocando un aumento del nivel del mar de aproximadamente un centímetro por año a nivel global.Consecuencias inesperadasPero no fue esa la única consecuencia. Yuan y Zhong revelaron que la retirada de los hielos tuvo, también, un impacto en la tectónica de placas, el ‘motor’ interno que, al unir y romper los continentes de la Tierra, cambia cíclicamente la geografía de nuestro mundo. Según el estudio, al quedar liberada del enorme peso del hielo, la placa continental norteamericana fue acelerando hasta incrementar su velocidad en un 25%. Y aún más sorprendente, la propagación de la dorsal Mesoatlántica, la enorme cordillera submarina que, en el centro del Atlántico, separa las placas de Norteamérica y Eurasia, pudo haber aumentado hasta en un 40% justo en esa época, entre hace 12.000 y 6.000 años.Noticia Relacionada Geología estandar Si No solo el clima: la actividad del hombre altera también el interior de la Tierra José Manuel Nieves Descubren que, al disminuir el peso del agua a causa de la desecación del Mar de Aral, flujos de roca fundida a 150 km de profundidad ‘se elevan’ a su posición originalLa Dorsal Mesoatlántica es una ‘frontera tectónica divergente’ en la que las placas de Norteamérica y Eurasia se separan gradualmente. A lo largo de esta cordillera submarina, el magma asciende desde las profundidades del planeta, se enfría y se solidifica, creando a ambos lados de la dorsal nueva corteza oceánica que empuja a los continentes a alejarse unos de otros. Durante generaciones, los científicos creyeron que este proceso era relativamente constante, con una expansión de la dorsal de aproximadamente dos centímetros por año durante los últimos millones de años.«Ese es un número bastante conocido, un dato de libro de texto -señala Zhong-. Sin embargo, los resultados de la nueva investigación desafían esa visión de un proceso geológico inmutable.«A medida que el volumen de hielo se fue reduciendo considerablemente -explica Yuan-, se produjo un gran movimiento en la corteza de la Tierra. Los científicos sabían que el derretimiento del hielo causó el levantamiento de las placas. Pero nosotros mostramos que también se movieron mucho horizontalmente a consecuencia del deshielo».Movimiento horizontalLa inmensa masa de la capa de hielo Laurentide ejercía una presión significativa sobre la corteza terrestre. Al derretirse, este peso se alivió, permitiendo que partes de Norteamérica comenzaran a elevarse, un proceso conocido como ‘rebote postglacial’. De hecho, la región alrededor de la Bahía de Hudson en Canadá todavía se está elevando aproximadamente un centímetro por año debido a este fenómeno. Pero la nueva investigación sugiere que este ‘alivio’ de la presión también afectó el movimiento horizontal de la placa norteamericana y, por consiguiente, a la actividad en la Dorsal Mesoatlántica.Las simulaciones de Yuan y Zhong muestran que la aceleración en el movimiento de la placa norteamericana, impulsada por el deshielo de la capa Laurentide, debió ejercer una mayor tensión en la Dorsal Mesoatlántica. Tensión adicional que pudo haber facilitado un aumento en la actividad volcánica a lo largo de la dorsal, incluyendo a la propia Islandia, que se encuentra justo encima de esta frontera tectónica.La evidencia geológica, en efecto, confirma que la isla experimentó un período de intensa actividad volcánica justo al final de la última Edad de Hielo, que posteriormente se calmó. El aumento en la expansión de la Dorsal Mesoatlántica, provocado por el deshielo de Groenlandia (que formaba parte de la misma masa de hielo conectada a la Laurentide), podría haber contribuido a este pasado volcánico, permitiendo que más magma ascendiera a la superficie y alimentara la erupción de volcanes y géiseres.«Este patrón de vulcanismo puede haber sido en parte debido al deshielo glacial que estudiamos», explica Zhong.Los resultados pueden extrapolarse fácilmente a la situación actual, ya que la capa de hielo de Groenlandia sigue derritiéndose hoy en día. Y aunque ahora la desaparición del hielo no es lo suficientemente rápida como para tener un gran impacto en la deriva continental del planeta, sí que podría tener influencia en el vulcanismo en Islandia en los próximos cientos de años, especialmente si los glaciares comienzan a desaparecer a un ritmo acelerado.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Primera evidencia del mordisco de un león a un gladiador romano en combate noticia Si El ADN cuenta la historia oculta e ignorada de los cartagineses, los enemigos de Roma«Durante muchos, muchos años -explica Zhong- hemos estado diciendo que procesos como la expansión del suelo marino y la deriva continental operan en escalas de tiempo de millones de años. (…) Eso sigue siendo cierto, pero nosotros hemos mostrado que el forzamiento glacial también puede causar un movimiento significativo en escalas de tiempo mucho más cortas, de apenas 10.000 años».

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