Premios, libros, tenis y medio millón de euros

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Premios, libros, tenis y medio millón de euros

Esta semana se entregaban tantos premios en Madrid que no recibir ninguno era el verdadero galardón. Primero fue la cosa de los Laureus , smoking y traje largo, para una gala en el Ayuntamiento que no consiguió disimular el espíritu enlatado de esta fiesta del deporte. Lo cierto es que estaban todos los grandes deportistas de ayer, hoy y mañana. Siempre le queda mal un traje de etiqueta a un deportista, del mismo modo que una persona elegante se convierte en delincuente al llevar un traje de deportista. Los hombros tonificados no encajan con la delicadeza y finura de los vestidos de noche. De ellos diría lo mismo: esos muslámenes de gimnasio y esfuerzo que estallan cualquier costura de un pantalón. De Boris Becker a Rafa Nadal, ningún número uno quiso perderse esta cena que también sirvió para que Miguel Ángel Muñoz se pusiera el traje más feo que ha visto nunca la ciudad. De verdad que no hay que improvisar ni modernizar ciertas cosas, respetado actor. Pero al sastre que te haya cosido ese traje puedes decirle que se dedique, no sé, a escribir libros o algo. Luis Figo es Madrid en mayúsculas y por eso brilló con luz propia en la gala. Cuenta Ronaldo que cuando Florentino Pérez le dio un toque al brasileño por sus salidas nocturnas, le puso el ejemplo de Figo para copiar su estilo hogareño en la capital. Presi, le dijo Nazario, si yo tuviera una mujer como la de Figo también me quedaría en casa. La fiesta del libro, dicen. Álvaro Pombo recogía el Premio Cervantes de manos de los Reyes sin quitarse el gorro de marinero que lleva puesto para escribir o recoger premios. No quedaba mal del todo la etiqueta de chaqué con gorro a lo Chema Alonso. Hasta allí, a Alcalá de Henares, se trasladaron todas las autoridades de un negro riguroso por el luto que, hasta ayer, se respiraba en la ciudad por la muerte del Papa Francisco. Siguiendo con libros, Madrid celebra la Noche de los Libros y es honesto reconocer que son muy pocos los escritores que estarán presentes. Deportistas, presentadores de televisión, influencers, cocineros, psicólogos, nutricionistas, opinadores, curas, actores, masajistas o asesinos tienen más hueco en las editoriales que los negros que escriben sus libros. Ya está el Madrid Mutua Open, o Mutua Madrid Open u Open Mutua Madrid y debemos agradecerle al Conde de Godó que Alcaraz no juegue. De todos modos, con tanta cena y programa de tevé, anda el chico despistado, cosa que su antecesor en el trono del tenis patrio nunca habría tolerado. Tampoco tío Tony. Pero nos espera un fin de semana con montones de guapos y guapas en las jaulas esas de la Caja Mágica. Seguro que son los mismos que firmaban libros escritos por negros en esta semana crucial para las letras hispanas. Parada en el WellingtonPaseaba este gato el otro día por Madrid y no tuvo más remedio que pararse a tomar algo en el hotel Wellington. Porque la noticia con tanto premio y alboroto no era otra que el supuesto robo de medio millón de euros a un magnate mexicano (si tienes medio millón de lo que sea eres un magnate), por parte de la influencer y supuesta cabecilla del asunto, Marta Hermoso. Esta historia me tiene loco. Se ha filtrado la conversación entre el magnate robado y la instagramer ladronzuela. Ella se hace la longuis con frases como «estás en un hotel, joder, ¡cómo puede ser!», pues hombre, Martita, tu sabrás cómo puede ser, ¿no? Lo que no deja de sorprenderme es la razón por la que se despluma a un cliente de esta guisa. Eres guapa, popular, simpática, simplona, agradable e incluso bien conectada. Pero ¿en qué rincón de tu cabeza decides aliarte con tres compinches para desplumar a un tipo al que acompañas (véase acompañar, no tirar) cuando sabes que un hotel como el Wellington tiene cámaras de seguridad? Esta ciudad tiene hueco para todo. Menos mal que este que firma no es ni magnate ni deportista, ni escritor ni empresario, ni puto ni puta; tan sólo una persona curiosa que se va colando en todos los saraos que se cuecen en la ciudad para, después, contároslo.

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