Está de luto el carismático cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, que además de salesiano y arzobispo es músico y piloto de aviones. «Son días dolorosos», confía a ABC sin esconder un velo de emoción antes de comenzar la entrevista. Ha sido uno de los principales consejeros del Papa Francisco en estos doce años de Pontificado , su paño de lágrimas y el motor que ha dado resonancia y encarnado muchas de sus decisiones. A sus 82 años, no puede participar en las votaciones en la Capilla Sixtina, pero interviene en el precónclave y su opinión es muy escuchada en círculos vaticanos.—Ustedes mantuvieron una relación muy estrecha. Imagino que no son días fáciles.—Bueno, pero la fe misma y lo que él me enseñó me hacen seguir adelante sabiendo que desapareció físicamente pero que ahí está todo lo que nos enseñó, y sobre todo lo que nos dio con su vivo ejemplo. Eso no puede marcharse.Noticia Relacionada estandar Si Más de 200.000 personas dan el último adiós al Papa con la presencia de líderes de todo el mundo Javier Martínez-Brocal | Corresponsal en El Vaticano En las rúbricas de la misa se han eliminado palabras como «Romano Pontífice» y se han usado títulos más sencillos, como «Papa», «Obispo de Roma» y «Pastor»—Cuando ustedes lo eligieron Papa, ¿eran conscientes de quién era verdaderamente?—Yo era bastante consciente, porque trabajé mucho tiempo con él, codo a codo, en la reunión de obispos latinoamericanos de Aparecida. Al menos, creía conocerle. Lo que no sabía y he descubierto en estos años cuando trabajé cerca de él, es que era un gigante del espíritu.—¿Ha podido salir a las calles de Roma para ver cómo está respondiendo la gente?—Lo he visto y me ha impresionado hasta qué punto ha sembrado su mensaje, sin aspavientos ni miedo.—¿Va a haber continuidad en la Iglesia con lo que hizo Francisco?—Él ha sembrado a manos llenas. Pensaba que su pontificado no sería muy largo y sabía que tenía que sembrar y que la cosecha vendría cuando el Espíritu Santo y el Señor lo dispongan. Sembró muchas cosas que ya brotarán.—¿Se han quedado cuestiones pendientes en este pontificado? ¿Hay cosas que el Papa querría haber hecho y no ha conseguido terminar?—No diría que no las ha terminado, pero sí que hay cuestiones pendientes. Por ejemplo, el centro de toda la reforma, esa ‘sinodalidad’ que él entendió no como un acto concreto ni como un evento aislado sino como un nuevo espíritu dentro de la Iglesia, para la Iglesia y para el mundo. Por ejemplo, cuando repetía ese eslogan ‘todos, todos, todos’ no estaba haciendo más que verbalizar la sinodalidad.—Estos días están publicándose muchas interpretaciones del Pontificado. ¿Usted con qué aspecto se queda?—Era tan poliédrico que no se le puede reducir a un único aspecto. Habría muchísimos. Algo que poca gente conoce es su profunda espiritualidad, que no estaba hecha de prácticas piadosas, aunque las tenía y muchísimas. Era contemplativo en la acción, pero un verdadero contemplativo. Se levantaba a las 4.30 de la mañana y entre las 5 y las 7 era pura oración contemplativa. Después bajaba a la capilla, celebraba la Santa Eucaristía y daba unas homilías tan profundas, que no venían de la Teología que estudió, y eso que era un buen teólogo, sino de esa oración contemplativa que él desarrolló.—Estratégicamente fue fundamental el Consejo de Cardenales. ¿Cómo surgió la idea?—Nació en las reuniones precónclave de 2013, cuando el cardenal Godfried Danneels dijo: «El problema de Benedicto XVI era que no tenía toda la información porque a veces le llegaba filtrada o por las nunciaturas o por la Secretaría de Estado. Por eso, no sería mala idea formar un Consejo de Cardenales, de la base, para que el futuro Santo Padre pueda tener información también de otra mano, no solo lo que le llegue ya filtrado». Y claro el cardenal Jorge Mario Bergoglio estaba en esas reuniones y asumió esa idea.«Francisco pensaba que su pontificado no sería muy largo y sabía que tenía que sembrar y que la cosecha vendría cuando el Espíritu Santo y el Señor lo dispongan»—A usted le implicó desde el primer momento, fue su primer coordinador.—Tres días después de la elección, yo estaba en la casa donde me hospedaba con mucho dolor porque tenía una fractura, y oigo que me dicen: «Le llaman de Santa Marta». Y yo dije, «Caray, será que quedé debiendo algo». Cuando contesto digo, «Disculpe, ¿quién llama?» Y me responde el Papa. Me invitó a un almuerzo. Fue una comida muy linda, solos, en un pequeño saloncito de Santa Marta. Allí me comunicó dos decisiones estratégicas.—¿Cuáles?—Lo primero que me dijo fue: «Fui a ver el Palacio Apostólico y ahí no puedo vivir porque eso es una cárcel y yo no puedo ser prisionero, necesito estar cerca de la gente», así, con esas palabras. Y después, segunda cosa, dijo: «Voy a hacer un consejo de cardenales con este, este, este y este». Lo tenía todo ya en la mente. «¿Te animas a coordinarlo?», me preguntó. «Claro, si usted me lo pide». «Hecho, pero no digas nada hasta abril, cuando lo publicaremos», respondió. Esa es la historia.—¿Continuará en el futuro ese consejo de cardenales?—Es un órgano permanente, no es solamente de este papado, es un organismo creado por un ‘motu proprio y aparece en el Anuario Pontificio. No está ligado a la Curia Vaticana, pero no tiene marcha atrás.—¿Cree usted que el próximo Papa vivirá también en Santa Marta?—No lo sé, porque ni me imagino quién puede ser el próximo Papa. Dependerá de su personalidad.—¿Es muy diferente este cónclave de los otros dos que ha vivido?—Tal vez la mayor diferencia es que en el anterior cónclave ya nos conocíamos la gran mayoría. En cambio, en este he hecho números y veo que la gran mayoría no nos conocemos. Es una buena diferencia.—¿Y eso es una ventaja o un problema para elegir un Papa?—Lo dirán los electores, yo no soy elector, no puedo meter la cuchara donde no me toca.—Pero usted sí que participa en las congregaciones generales y allí la aportación de los cardenales mayores de 80 años es muy escuchada.—Expresamos nuestro pensamiento, sí, pero solo eso.—¿Cómo le gustaría que fuera el próximo Papa?—Tendrá muchos desafíos porque vivimos en un mundo que cambia rapidísimamente. Lo importante es que, más que cualquier otra cosa, seamos un Iglesia que invoque constantemente al Espíritu Santo, que no le ponga obstáculos y que aprenda el don del discernimiento y lo pida.—¿Hay división entre los cardenales?—Yo no diría división porque las divisiones no son de Dios, el que divide es Satanás, que mete cizaña. Lo que sí hay son distintas maneras de pensar y esto es lógico porque somos distintos, ni los gemelos son iguales. De todas maneras, sí hay distintas maneras de pensar. No hay división porque nos une la común vocación del bautismo para ser cristianos y la vocación sacerdotal para servir a la Iglesia.—Antes me hablaba de la sinodalidad. ¿Se organizará el precónclave en clave sinodal, con reuniones por grupos reducidos?—Por el momento se ha mencionado, se han dado algunos testimonios, pero no hemos llegado todos los cardenales. Ya se verá qué camino van a tomar.—¿Han aclarado si Angelo Becciu podrá entrar o no podrá entrar en el cónclave?—Eso tendrá que ser fruto de una votación de los electores, de tal manera que yo no tengo vela en ese entierro.«Los cardenales electores votarán si Becciu participa en la elección del próximo pontífice»—¿Han puesto fecha al cónclave?—Será al final de los novendiales, el novenario de misas que comienza con el funeral.—¿El próximo Papa podría ser de nuevo latinoamericano, podría hablar español?—¿Y por qué no?

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