Brendan Simms (Dublín, 1967) es profesor de Historia de las Relaciones Internacionales en Cambridge y director del Centro de Geopolítica. Se ocupa del pasado, presente y futuro de la geopolítica y es autor de una biografía de Adolf Hitler que ha venido a refrescar la obsesiva narrativa británica con el dictador nazi . ‘Hitler: solo el mundo bastaba’ (Galaxia Gutenberg, 2019) pone el acento no en la enemistad de Hitler con el comunismo soviético, sino en sostener que su verdadera némesis era el capitalismo liberal. Simms también es un ferviente partidario de la creación de los Estados Unidos de Europa, que esbozó en su libro ‘Europe: The Struggle for Supremacy’.¿Qué piensa hoy de la figura histórica de Hitler, de cuya muerte se cumplen 80 años?En cierto modo, Hitler es más relevante hoy que hace 20 años . En el cambio de milenio parecía una figura enterrada en el pasado . Mientras que hoy, si nos fijamos en el renacimiento del antisemitismo global, las visiones paranoicas y conspirativas del mundo que implican en gran medida también a los judíos, si nos fijamos en el fenómeno de la guerra agresiva y la anexión para reforzar un proyecto nacionalista como el de Vladímir Putin, y si se piensa en todas las retóricas antiglobalización que vemos, algunas de las cuales son bastante similares a las que promovió Hitler, entonces creo que, por desgracia, hoy es más significativo y más relevante que hace 20 años.¿Qué lecciones nos deja su muerte en el búnker?Hay dos lecciones. Una es sobre el colapso de las democracias, el hundimiento de la República de Weimar, pero también sobre la forma que adoptó, que no fue la misma que la de otros estados europeos que perdieron su carácter democrático en la década de 1930. Sólo Alemania desarrolló un proyecto dictatorial tan catastrófico. Así que hay una lección que aprender en torno a la necesidad de defender la democracia. Es una verdad de perogrullo, pero merece la pena reafirmarla. Y en segundo lugar, hay lecciones que recordar sobre cómo tratar con un elemento revolucionario dentro del sistema internacional, que, por supuesto, es lo que Hitler representaba. Estos fenómenos deben tomarse muy en serio en una fase temprana.Eso es precisamente lo que nunca hacemos.La razón, creo, es que los costes de un compromiso temprano son muy elevados. Cuando surge una amenaza, es más fácil decir que hay cosas peores en nuestra agenda. Por poner un ejemplo, si Gran Bretaña y Francia hubieran intervenido en 1936 y hubieran aplastado a Hitler cuando entró en Renania, no habríamos sabido cómo se habría comportado Hitler después. Y, por lo tanto, no estaríamos diciendo qué cosa tan inteligente fue adelantarnos a Hitler, porque Hitler no habría sucedido de la manera en que hoy lo conocemos. Así que los desincentivos, en otras palabras, para hacer frente a un fenómeno así tempranamente, son bastante grandes.Usted publicó una biografía que añadía un ángulo que nadie había tocado. La gran hostilidad de Hitler hacia el capitalismo. ¿Por qué se había subestimado este factor?Permítame decir primero en qué consistía esta hostilidad. Hitler sentía que el Reich alemán estaba siendo colonizado o esclavizado por las potencias anglosajonas, Estados Unidos y el Imperio Británico, pero también por las fuerzas del capitalismo global. Y sentía que Alemania estaba siendo obligada a entregar sus activos, sus ferrocarriles, sus industrias y otros activos monetarios o ventajas económicas a las potencias vencedoras. Y sentía que estas potencias habían sentido envidia del éxito económico alemán y temían perder su dominio global. Y él sentía que el capitalismo global estaba íntimamente ligado con el judaísmo mundial. Así que eran dos caras, si se quiere, de la misma moneda desde su punto de vista.¿Por qué se ha puesto más énfasis en su hostilidad hacia el comunismo?La razón es, creo, el fracaso de la Operación Barbarroja (la invasión de la Unión Soviética en 1941). Tendemos, y esto es completamente comprensible y natural, a leer la historia al revés. Si hacemos el contrafactual, es decir, si Hitler hubiera invadido la URSS tan rápidamente como había planeado hacerlo, y luego hubiera pasado a enfrentarse al capitalismo angloamericano de la manera que había previsto, en otras palabras con los recursos de la URSS, entonces creo que tendríamos una historiografía muy diferente. Pero como la historia no se desarrolló como pretendía, la URSS opuso mayor resistencia y la historia ocurrió como la conocemos. Entonces nos inclinamos a centrarnos en ese elemento antisoviético. Y creo que la otra razón es que mucha gente no entiende que el ataque a la URSS, la conquista del espacio vital, el ‘lebensraum’, la obtención de recursos para hacer de Alemania un país autárquico, en realidad no eran esfuerzos dirigidos contra la URSS como tales, sino que estaban pensados para poner al Reich alemán en una mejor posición para hacer frente al enemigo real que era el capitalismo mundial angloamericano.Usted habla de capitalismo angloamericano. ¿Qué tipo de concepción económica defendía Hitler?Hitler hablaba de un capitalismo nacional. No era un socialista en ningún sentido significativo, aunque él se considerara como tal. Su opinión era que el nacionalismo y el socialismo estaban estrechamente relacionados y que el capitalismo era incompatible con el nacionalismo. Así que lo que Hitler quería era un sistema económico básicamente nacional, al servicio del Estado nacional, donde los grandes actores económicos o las grandes combinaciones industriales pudieran ser de propiedad privada, pero debían estar en una relación de apoyo mutuo y de sinergia de una manera que, por ejemplo, las combinaciones capitalistas internacionales no podían. En realidad gran parte del capitalismo estadounidense y británico es nacional, pero Hitler no lo veía así. ¿Qué pensaría Hitler si viera la economía de Alemania con el capitalismo renano, con esta capacidad de acuerdo entre empresarios y trabajadores y de políticos y banqueros?Es una pregunta hipotética, pero creo que le habría desconcertado. Y lo habría considerado artificial, como una forma de falsa conciencia por parte del pueblo alemán. Así que creo que no es lo que a él le habría gustado ver.Después de 80 años y miles de biografías, documentales y películas sobre Hitler, su figura ha quedado reducida a la de un fanático asesino industrial de judíos. ¿No le parece distorsionador cuando algunas de sus ideas eran muy familiares entre los europeos del siglo XX?Hitler fue un asesino industrial de judíos. Es importante dejarlo claro desde el principio. Pero al mismo tiempo, como usted muy bien ha dicho, no sólo representaba a corrientes muy prominentes de la sociedad alemana. Era parte de un contexto más amplio. Pero, de hecho, también formaba parte de un contexto europeo y mundial que decía que el capitalismo dirige el mundo, las grandes potencias imperiales dirigen el mundo, y los llamados desposeídos están excluidos. Para él, los desposeídos eran el Reich alemán, la Italia de Mussolini y el Japón imperial. Pero ese tipo de discurso no era, por supuesto, nada inusual. Mucha gente en Europa y en el mundo creía eso, que es la razón por la que Hitler era considerado por muchos como una figura positiva. Había colaboracionistas en Europa y en otras partes del mundo, como Oriente Medio. El Gran Muftí de Jerusalén lo consideraba un salvador de los palestinos contra los judíos. O los líderes indios, para quienes lo más destacado de Hitler no eran sus crímenes, sino que lo veían como un instrumento contra el cartel de naciones imperante que dirigían el mundo. Ese encuadre más amplio de Hitler es absolutamente necesario, pero sin olvidar nunca, como he dicho al principio, el asesinato en masa de seis millones de judíos y de otros grupos.«Creo que, por desgracia, hoy Hitler es más significativo y más relevante que hace 20 años» Brendan Simms Catedrático de Historia de las Relaciones Internacionales en CambridgeEn 1945 el militarismo prusiano fue derrotado. ¿No teme un resurgimiento de éste en Europa con todo este gasto militar que se anuncia?Pienso todo lo contrario. Temo que Europa sea demasiado débil. Y una de las consecuencias desafortunadas de la obsesión con el Tercer Reich, comprensible, quizás, pero desafortunada, ha sido la debilidad militar de Alemania, su falta de voluntad para pensar en términos estratégicos y en términos militares. Y eso ha sido un factor importante en el debilitamiento de Europa frente a la agresión de Vladímir Putin. Así que, sea cual sea la naturaleza problemática del militarismo europeo y alemán en el pasado, me temo que en este momento necesitamos más pensamiento sobre lo militar y más recursos militares en Europa y no menos. ¿Ve factible formar una OTAN sin Estados Unidos?Sí en el sentido de que tenemos la OTAN y unos Estados Unidos que, al menos retóricamente, se están desentendiendo de Europa. En efecto, tendremos una OTAN europea si este proceso continúa. La dificultad que veo es que, en ausencia de Estados Unidos, no habrá consenso sobre quién debe liderar. En mi opinión, está completamente claro, debería estar dirigida por el Reino Unido. Pero los franceses no lo verán así. Así que creo que ese será un problema importante. Los franceses también tendrán la tentación de impulsar una identidad militar de la UE, que no creo que tenga ningún tipo de eficacia militar real, pero que comprometerá políticamente el frente unido europeo.«No habrá consenso sobre quién liderará la defensa europea. En mi opinión, debería ser el Reino Unido. Pero los franceses no lo verán así»Como europeísta, ¿qué opina de la situación que Donald Trump, J.D. Vance y Elon Musk han creado en la UE?Es mala en el sentido de que la retórica del presidente en torno al Artículo 5 y en torno a la OTAN socava la garantía de seguridad común. Su trato a Canadá, su retórica sobre Groenlandia, inquietan a los aliados. El trato al presidente Zelenski en el Despacho Oval fue una vergüenza. Así que todas estas cosas son malas. Y la pregunta es, ¿cómo reaccionamos? Un aspecto positivo que puedo extraer de todo esto es que los europeos se han comprometido por fin a aumentar el gasto en defensa. Por fin han empezado a pensar en la movilización militar del continente. Y también están adoptando una línea más sensata sobre las relaciones con el Reino Unido. Lamento que esto haya tardado tanto en ocurrir. Porque si esto se hubiera hecho hace unos años, entonces, por supuesto, no habríamos tenido el problema con los estadounidenses. Han tenido que llegar Trump, Vance y Musk para que lleguemos a este punto. Y creo que eso es tanto una acusación contra nosotros como contra ellos.¿Ha sostenido que Donald Trump tiene una visión coherente del mundo y de la economía? ¿Cómo entiende este alineamiento con Putin?Escribí sobre ello en mi libro, ‘Donald Trump, The Making of a World View’, junto a Charlie Lederman. Esencialmente ve el mundo como un conjunto de bloques económicos. Cree que los aliados de Estados Unidos lo han estado engañando, han estado explotando su voluntad de defenderlos y no procurarse ellos mismos su propia protección. Y lo que creo que está intentando hacer con Rusia no se debe a que esté siendo comprado o chantajeado por los rusos. Esa visión es incorrecta y poco útil para tratar con él. Lo que piensa es que Rusia ya no es el principal enemigo, sino China. Sostiene que la guerra de Ucrania nunca habría estallado si él hubiera sido presidente, porque la habría evitado. Y cree que se puede llegar a un acuerdo con China a través de Putin. Así que esa es su visión, que yo no comparto porque creo que no entiende la amenaza que supone Putin y sobrestima por completo las posibilidades de alcanzar un gran acuerdo como el que él imagina. Y es, desde mi punto de vista, demasiado insensible a los costes y al daño que supondrá para la alianza atlántica hasta que realmente se dé cuenta de que está en el disparate.¿Cómo cree que la UE pasará de ser un proyecto de paz a una potencia militar?Me está preguntando cómo, lo que es muy interesante. Esencialmente, requeriría la plena unificación política de la UE y luego la confederación de esa UE con el Reino Unido, de modo que las dos uniones más fuertes de Europa trabajarían codo con codo. Así que tendríamos que tener, al igual que se tiene en Westminster o en Washington hoy en día, una sola representación política, una deuda pública, una defensa. Democracia, deuda, defensa. Estas tres cosas tienen que estar localizadas en una sola representación. Tiene que ser en Bruselas o dondequiera que la UE decida tener su capital. Y si lo hace, entonces podrá pasar a la tarea de movilizar el continente, proteger las fronteras, estabilizar la moneda y poner en marcha la producción de defensa, lo que haría que el ejército europeo fuera más que un rival para los rusos.

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