Las Ventas: el toro Presidiario entre la condena a Gerpe

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Las Ventas: el toro Presidiario entre la condena a Gerpe

Si i de toros no saben ni las vacas, de los misterios de la bravura no saben ni los ganaderos. Eso decía un afamado criador ya desaparecido. Y sus palabras recordamos cuando esperábamos a que las mulillas arrastraran al último, en medio de una ovación , como a la mayoría de los Saltillos. «¡Felicidades por la corrida!», gritó una voz. Y la mitad de la plaza asintió con aplausos, mientras otra parte se quedaba pensativa: «¿Habremos visto los mismos toros?». Si esa era la verdadera bravura, que baje Dios y lo diga. «Igualito que lo Domecq», se oía. Y patatín y patatán… Seamos honestos: por supuesto que no todos los Domecq son bravos –los hay mansos a rabiar–, ni tampoco lo parecían los grises de ayer, que venían ya con las palmas ganadas por el pelo y el hierro. Aunque no siempre se entendieron, chapó a los toreros que se pusieron enfrente, a matadores que apenas torean y tienen que tragar con las lentejas: o las tomas o las dejas. Hubo la tensión del peligro latente por las complicaciones del encierro, con temperamento, duro de pelar en la muerte, con ese comportamiento antiguo que tanto añoran algunos aficionados. Puede que los de luces no tanto… Un trago pasaron, pero se marcharon andando: ese fue su mayor premio. Los tendidos se mostraron más rácanos con los hombres que con los animales, que ya traían el sello de la emoción por la divisa y esa psicosis que genera la mirada hacia Cazarratas. Ninguno hubo así, aunque uno acabó con esa estampa del capote sobre la testa que tantos flashes dispara. Noticia Relacionada Cristina Sánchez, matadora de toros estandar Si Cristina Sánchez: «Lo que frenó mi carrera no fue el machismo» Rosario Pérez La madrileña que hizo historia en los ruedos recorre su verdadero camino en un libro que avanzamos en exclusivaTuvieron su lidia los Saltillos, nunca fáciles, pero con tres de mayores ‘opciones’ (y entiéndase sin alharacas). Presidiario I y II se llamaban dos de ellos. Y eso que el del confirmante, que se había marchado a la puerta de chiqueros para saludarlo, pasó olímpicamente de Cristóbal Reyes. Con la vista cruzada parecía acudir a los primeros capotazos, pero, a medida que avanzó la actuación, este número 25 mejoró y el jerezano esbozó estimables series. Todo lo emborronó con la espada, con la que debe practicar mucho más. Demasiado para lo poco que torea… Otra vez se le atascó el acero en el Relamido sexto, con sus cosas buenas, especialmente por un notable pitón zurdo, por el que dibujó naturales con su aquel y con calado. Cuatro avisos se acabaría anotando Reyes con el lote de más potable fondo. Hubo que esperar a la lidia del Presidiario I para vivir el capítulo de más sincera emotividad. Echó las manos por delante este quinto mientras Luis Gerpe se gustaba en los lances. Demostró un esperanzador concepto el de Seseña, que se escapó de la cornada de milagro. Como se salvó en banderillas Joao Pedro, a merced del toro contra las tablas. Roto el traje y en todo lo alto el susto, que se acrecentó cuando Presidiario, con un seco taponazo y sin apenas humillar, prendió en el toma y daca al valeroso Gerpe, pisoteado en la arena. Soberana la paliza; espeluznante el momento del pitón sobre la cabeza, como si quisiera hacerle un rapado militar. Desmadejado y cojeando, regresó a la cara del Saltillo con un molinete para, luego, bajarle las telas en dos series diestras apasionantes, mientras Presidiario –ahora sí– respondía con casta y transmisión. Metió la mano con habilidad en la hora final y hubo cierta petición, insuficiente para la oreja. Cuando Gerpe emprendió la vuelta al ruedo, las protestas llegaron al Alcázar. Qué mal le sentó a un sector que recorriese el anillo: más que un premio, parecía una condena. Con el pitón de fuera quiso coger el trapo el cinqueño tercero, pésimamente picado (no fue la tarde de los varilargueros).Las Ventas Monumental de Madrid. Domingo, 27 de abril de 2025. Menos de un tercio. Se guardó un minuto de silencio por el Papa Francisco. Toros de Saltillo, bien presentados, con temperamento y complicados, casi todos ovacionados en el arrastre; más emocionantes 1º, 5º y 6º. Javier Castaño, de blanco y oro: media trasera, tendida y con travesía (silencio); dos pinchazos, estocada perpendicular, descabello, pinchazo y dos descabellos (silencio). Luis Gerpe, de verde y oro: pinchazo hondo y espadazo (silencio tras dos avisos); estocada (petición y vuelta con protestas). Cristóbal Reyes, de teja y oro: dos pinchazos, otro hondo tendido y tres descabellos (silencio tras dos avisos); tres pinchazos y estocada (silencio tras dos avisos).Apenas cincuenta kilómetros separaban la gesta matinal de Damián, con seis de Dolores, de la despedida de su hermano Javier Castaño. ¡Qué trago! Madrid correspondió con una ovación tras el paseíllo a un torero forjado en la dureza, en una lucha que trasciende el ruedo: la victoria sobre el cáncer. Con oficio planteó batalla al Millorquito segundo, con la seriedad de los cinco años, y sin pena ni gloria pasó con un cuarto imposible antes de ser atendido de una lesión en el muslo..

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