Tras el ejercicio de heroicidad del Madrid ante el Olympiacos, el Barça no quiso ser menos y forzó el cuarto partido contra el Mónaco (100-89). Después de dos derrotas muy contundentes en el Principado, los azulgranas mostraron su versión más orgullosa, agresiva, inquebrantables a la hora de mandar un claro mensaje a sus rivales. De su exhibición de la primera parte a la supervivencia mostrada en la segunda, los pupilos de Peñarroya firmaron una de sus mejores actuaciones en los últimos meses, y eso que tanto James (20 puntos) como Okobo (19), estuvieron muy finos de cara al aro. Poco tuvo que ver la defensa de los locales en comparación con la mostrada en los primeros dos duelos de la serie. Además, Parker fue una apisonadora, Brizuela un cuchillo y Punter, aunque no muy acertado, un témpano en los últimos minutos desde la línea de tiros libres. Grandes nombres que, sin embargo, quedaron empequeñecidos por el hacer de Willy Hernangómez, que tras meses de mal fario, incluso pasotismo, firmó su mejor participación como azulgrana. Acabó como máximo anotador de su bando, 19 puntos nada menos, además de atrapar diez rebotes, siete de ellos ofensivos. Implicado e incluso competente en defensa, su gran debilidad, guio al Barça hacia una vida extra que le mantendrá, al menos, dos días más en la Euroliga. Parker salió con el cuchillo entre los dientes, autor el de Chicago de dos triples que convirtieron al Palau en un auténtico volcán. Era muy agresivo el ataque del Barça, tanto como el de un Mónaco que quería zanjar por la vía rápida la eliminatoria. Okobo, James y Diallo fulminaban desde todas las posiciones, constructores de un parcial de 0-7 que hizo desaparecer la ventaja rival en escasas posesiones. Se atascaba el ataque local, pérdidas y fallos debajo del aro que permitieron a los del principado ponerse a seis puntos, la máxima de la tarde. En ese momento, como salvadores, aparecieron Anderson y Brizuela, que con un triple cada uno, dieron vida a los azulgranas (24-27). El segundo cuarto se inició con sendos mates de Hernangómez y Parra, pura intimidación que devolvió la fe al Barça, sólido en defensa y muy punzante en ataque gracias a las apariciones de Abrines. El tanteo ya era de 13-0, los de Peñarroya estaba diez arriba y una nueva bandeja de Abrines supuso un puñetazo directo a la mandíbula del Mónaco, que no sabía ni cómo se llamaba. Hernangómez también estaba fantástico, hostigador de una defensa que no sabía frenarle. Solo los triples de Diallo, cuatro al descanso, impidieron que los azulgranas no dejasen casi finiquitado el encuentro para la segunda mitad (51-39). La excepcional visión de juego de James mostró un camino al Mónaco para la remontada, más después de que un triple de Theis, a pase del estadounidense, redujese la diferencia a solo seis tantos. Sin embargo, y contra todo pronóstico, el Barça mostró un instinto de supervivencia salvaje. Con triples de Punter y Parker, los catalanes se mantenían a flote, aunque el acierto de James, imparable, comenzaba a ser un problema. Además, los fallos de Punter, que sufrió un duro apagón en los últimos minutos del tercer cuarto, dieron esperanzas a los visitantes antes del desenlace (74-66). Se espesó el duelo, había mucho en juego y cada posesión obligaba a los protagonistas a arriesgar su condición física. Okobo recogió el relevo de James y se erigió como héroe monegasco, imparable el galo desde la línea de tres. En ese momento, volvió a la carga Willy, un salvaje a la hora de atrapar rebotes ofensivos. Theis, aunque condicionado por las bajas, se desesperaba para frenar al internacional español y el Barça, ahora sí, estaba a un paso de la victoria. Punter desde la línea de personal y la explosividad de Parker confirmaron la teoría.
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