La búsqueda de un refugio: «Compartimos cuarto con diez personas»

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La búsqueda de un refugio: «Compartimos cuarto con diez personas»

Larsen y Anna son dos mochileros alemanes que, la primera mañana tras el gran apagón, desayunan unas hamburguesas con patatas fritas a escasos cien metros de la estación de Atocha, precisamente por donde accedieron a Madrid la noche anterior, tras una caminata a oscuras por las vías junto a riadas de pasajeros varados como ellos. Con un ojo puesto en la información de Adif a través del móvil, cuentan a ABC que tuvieron la enorme suerte de localizar un hostal en una ciudad desconocida y a duras penas comunicada. «No entendíamos bien qué estaba pasando hasta que un chico muy amable nos lo explicó. Nos hicimos con un mapa de papel y conseguimos llegar al alojamiento. No nos estresamos; incluso, la situación nos resultaba graciosa», cuentan. Ahora esperan tomar un tren a cualquier lugar de España o de Portugal: «Nos da igual dónde acabemos, porque estamos de Interrail», explican estos viajeros sin rumbo ni meta.Al otro lado de la calle, cuatro jóvenes con maletas, mochilas y mantas brindan en una terraza con jarras de cerveza, antes de dar buena cuenta de una ración de bravas. Por fin están en casa tras una noche que bien podría inspirar a Martin Scorsese otra entrega de ‘After Hours’ en pleno campo castellano. «Podemos decir que hemos hecho amigos para toda la vida», cuenta Dani Ávila, también conocido como ‘Elvis’. Veinticuatro horas antes, ni se conocían. Enrique –él había iniciado su periplo en Gibraltar–, Elvis, Hannah y Manuela viajaban en el mismo tren desde Córdoba a Madrid. En Ciudad Real, en las inmediaciones de su aeropuerto ‘fantasma’, el tren se detenía para no retomar la marcha. Eran las 12:32 cuando la Península Ibérica se paralizaba. «Las primeras dos horas casi no nos creíamos lo que estaba pasando. Con la información a cuentagotas, sin agua, sin comida, sin saber qué hacer… Poco a poco se fueron abriendo las puertas del convoy para que entrara el aire…», relata Enrique. «¡Y salimos a un campo de amapolas!», apunta Hannah entre risas. Elvis añade: «Queremos decir que todo el personal del tren, y en especial la interventora, se portaron de fábula. Cuando vieron que eso se iba a alargar, reventaron las máquinas de ‘vending’ para sacar ‘snacks’, chocolatinas, chuches para los niños, que estaban tranquilos porque, pese a lo surrealista de la situación, nadie perdió los nervios».Noticia Relacionada Transportes estandar No Miles de pasajeros de la alta velocidad ferroviaria siguen en tierra 24 horas después Antonio Ramírez Cerezo Los aeropuertos operan hoy con normalidad aunque persisten algunos retrasos y el autobús solo espera algunas incidencias por la falta de conexión eléctrica en los puntos de cargaCasi ocho horas después del comienzo del apagón, llegaron la Guardia Civil y Protección Civil. «Fuimos trasladados primero al aeropuerto ‘fantasma’ y, después, a un polideportivo de Ciudad Real, donde muchos voluntarios, con el alcalde al frente, nos dieron mantas, agua, bocadillos… –continúa Elvis–. Éramos un tren con varios centenares de personas. Incluso estaba Melody, la que va a cantar en Eurovisión, pero ella se esfumó… ¡Muy bien las autoridades de Ciudad Real, muy bien las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado!». Hannah asegura que «mal dormimos y pasamos un frío tremendo; pero aquí estamos, después de que nos metieran en un autobús a Toledo, a primera hora de la mañana, y en un tren de Toledo a Atocha».Dejamos a este grupo en plena exaltación de su nueva amistad para hablar con Sandra y Marina, hermanas cordobesas que, junto a sus padres, el pasado fin de semana vinieron de boda a la capital y que el martes por la mañana, ante la imposibilidad de encontrar plaza en trenes o autobuses, se planteaban hacer los 420 kilómetros de vuelta a casa en taxi. «Tener dinero en efectivo nos salvó –explica Sandra–, porque en ningún establecimiento aceptaban tarjetas, al menos a primera hora de la noche. Acabamos durmiendo en un albergue juvenil, en un cuarto con otras diez personas, que en su mayoría eran turistas mayores que no sabían dónde pernoctar. Hemos pasado buena noche. Además, nos hemos encontrado a gente muy solidaria en las calles, cuando no teníamos ni idea de qué hacer, ni dónde ir».La Cruz Roja recoge las camillas abatibles en el Movistar Arena TANIA SIEIRAA casi cuatro kilómetros al norte, la Cruz Roja recogía hacia las nueve de la mañana del martes las camillas desplegadas en el interior del Movistar Arena (antes Palacio de Deportes). Una hora antes, los últimos habían salido con rumbo al aeropuerto y las estaciones de tren en autobuses, taxis y VTCs. A través de esta iniciativa, impulsada por la Comunidad de Madrid en colaboración con el consistorio –dar cobijo en el escenario donde horas después librarían un partido de baloncesto el Real Madrid y el Olympiacos, de la Euroliga–, «se atendió a cien personas, el 40 % extranjeros y el resto nacionales. Ante la falta de información, se anunció a través de las redes sociales, también a través de los taxistas», explica Marta Rivera de la Cruz, delegada del Área de Turismo, Deporte y Cultura del Ayuntamiento de Madrid. Juan Carlos Ruiz, director de seguridad del Movistar Arena, explica que «hacia las diez de la noche nos llegaron noticias de personas que estaban en las estaciones, con frío y sed, así que se decidió abrir. Llegaban bastante asustadas, pero aquí encontraron tranquilidad y descanso. A las cinco de la madrugada empezaron a salir para volver a sus casas. Ojalá lo hayan conseguido».

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