Al atardecer se respiraba una sensación de incredulidad y euforia. Las plazas y calles estaban abarrotadas de personas que no sabían si retozar por última vez o directamente cantar y bailar como de cristal en una rave. Daba un poco de vergüenza ese espíritu perroflauta que resonaba en barrios como Malasaña o Lavapiés, mientras niños y mayores sufrían de manera directa el problema de no tener luz: personas atrapadas en los ascensores, padres con niños que no sabían cómo volver a sus casas, mayores que no podían subir al tercero ni al cuarto, hospitales, residencias, colegios, estaciones saturadas, cajeros apagados… Pero qué bien lo pasaban ellos.La generación que no ha vivido sin móviles demostró que si se queda sin cobertura el mundo se apaga. Pero que nos coja bailando porque la culpa es de cualquiera menos del único que la tiene. Hay una similitud aterradora en el comportamiento de los despreocupados del otro día con la sociedad esta que traga con todo. Sube la música y que el fin del mundo nos pille haciendo el gilipollas. Al menos, no gobierna la derecha.El martes llegaban convocatorias de los actos cancelados del lunes. Hay demasiada prisa por concluir lo que veníamos a hacer antes de que vuelva a apagarse todo. Dicen los que mandan que no volverá a pasar, así que ya saben que volverá a suceder pronto. Es lo que tiene mentir sin consecuencias. Así, este gato pudo pasarse el martes por uno de esos actos que organizan las marcas, puertas abiertas de Crudité, para ver las colecciones que arrasarán este año. Casi llega Maribel Verdú, aunque puede que lo hiciera cuando me marché. Uno siempre espera cruzarse con Maribel Verdú , aunque sea para decir que ha estado con Maribel Verdú. Es una mujer que es un poco nuestra, de todos. Una mujer que se come la pantalla y que ha sido, es y será, el lamento de todos aquellos que se imaginaron un día en los brazos de Maribel Verdú.Noticia Relacionada El mentidero opinion Si Las viuditas eméritas Gato Magerit Madrid es un mentidero de opiniones que a veces se disparan en bala de plataEl que sí ha caído en buenos brazos es el mago de origen sueco, John Steiner, que parece que va a casarse con Gala González, la primera que hizo negocio en España en ese loco mundo de las ‘it girls’. John es rubio y fuerte, sueco de pura raza, un tipo que al verlo uno piensa que debe ser sueco, por lo menos. Maneja el ilusionismo y el burle. Quizá por eso ha conquistado a la bella Gala, truco por allí, truco por allá, y el resto de los mortales debemos conformarnos con seguir soñando en cruzarnos con Maribel Verdú. Es divertido comprobar cómo el bueno del mago es, antes que sueco y todo, el tipo que va a casarse con Gala González. Así lo presentan y a él le importa un bledo porque es sueco, sabe hacer magia y va a casarse con Gala. Ahí está la magia. Tomen nota al truco, que es rentable por sí solo. Lo que está por ver es si el mago Steiner seguirá siendo mago después de la boda o se dedicará en cuerpo y alma a ser el marido de, como ha venido ocurriendo con otros hombres que se han visto dominados por la cuenta de resultados de su señora. Nunca he comprendido el complejo que tiene la sociedad de tener que demostrar la validez de uno. Este gato daría seis de sus siete vidas por ser el hombre florero de una relación. No se imaginan ustedes lo bien que tendría preparada la cena, el tiempo que dedicaría a los deberes de los gatitos, lo rápido que encajaría su fama; en fin, que no entiendo ese afán de protagonismo que tienen en ocasiones las personas. Con lo bien que estaría en los brazos de Maribel Verdú, y encima no viene. Lástima. Sigue el desfile de famosos en la Caja Mágica. Dicen que, si te invitan, lo que merece la pena es que sea a la hora de comer o de cenar, que es en realidad donde pasa todo. Las mesas gratis con un bufé de escándalo van numeradas según los asientos del palco matadero al que le hayan invitado. Porque da igual que te importe o no el tenis; da lo mismo que uno sea aficionado a la petanca o a la literatura. Todos quieren estar en algo que sea gratis y, si puede ser, en brazos de Maribel Verdú. Anda Madrid esta semana confusa. Como yo.

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