No se ha dicho una vez, ni dos, ni tres; son incontables las veces que se ha afirmado que Dulceida es la reina de las influencers , o al menos que está en el podio de las reinas, donde la acompañan algunas de las que tienen un mayor bagaje en este mundo, como María Pombo o Alexandra Pereira.De hecho, comparte con la primera la experiencia de tener su propio documental en antena; ambas se han prestado a que su día a día fuera grabado para así poder compartirlo con sus millones de seguidores. La primera temporada del de la catalana fue un antes y un después en su carrera , pues las grabaciones coincidieron con uno de los momentos más complicados de su vida.te recomendamos Comunicado urgente de Cayetana Guillén Cuervo tras confirmar la vuelta de Amaia Montero a ‘La Oreja de Van Gogh’ Rocío F. de Buján El enfado de Amaia Montero con Cayetana Guillén Cuervo tras desvelar su vuelta a ‘La Oreja de Van Gogh’ Rocío F. de BujánA lo largo de los ocho episodios la vimos comunicar a través de las redes su ruptura con Alba Paul entre lágrimas, sufrir por la pérdida de su abuela, derrumbarse en sus sesiones de psicólogo, preparar sus primeros Premios Ídolo y aceptar que no siempre le hace tanta ilusión como parece todo lo relacionado con su trabajo.También conocimos más a fondo a su familia y supimos de sus orígenes humildes, que vinieron a confirmar que todo lo que ha logrado lo ha hecho a base de trabajo. Y es que Dulceida es mucho más de lo que se ve en sus redes sociales. Dulceida es Aída Domenech, y es empresaria : concretamente, fundadora de una de las agencias de representación más grandes, In Management, el proyecto que la ha convertido en millonaria.Pero no es su único proyecto, porque también tiene su propia firma de zapatos, un sueño cumplido, ya que desde pequeña siempre fue una apasionada del calzado. Es la parte de la moda que más le gusta y más disfruta, tal como ella misma ha relatado en varias ocasiones.Pero hablemos de números, esos que han hecho que quede atrás —al menos en la práctica— aquella familia humilde, y hoy sean una mucho más pudiente. La influencer está muy unida a sus padres y a su hermano. De hecho, en la actualidad su hermano también se dedica a las redes , y su madre es el alma de In Management y la persona que está al frente de toda la parte administrativa de los negocios de su hija.Unos negocios que no pueden ir mejor. La empresa a través de la que se gestiona el grueso del trabajo es Dulce Week End S.L., que se dio de alta en 2016 en Barcelona, a nombre suyo y de su madre, con los tres mil euros mínimos imprescindibles. Hoy, ocho años después, factura 2,5 millones de euros, un crecimiento del que muy pocas sociedades pueden presumir.Sin duda, compartir su día a día tiene beneficios. Aunque en la primera parte de su documental vimos más los perjuicios que la parte positiva, en esta segunda —que se acaba de estrenar en Amazon Prime— vemos la mejor versión de Aída: su boda con Alba tras la reconciliación, la noticia de que los premios que ella ideó para creadores de contenido se trasladan a Argentina y, sobre todo, algo tan íntimo como la búsqueda de su bebé, su embarazo y la llegada a su vida de su primera hija, Aria.Algo que han decidido voluntariamente compartir con sus seguidores y que, obviamente, es lo que hace que cada cosa que toca o lugar al que va se convierta en oro, y las cifras en torno a ella se multipliquen sin parar. Pero también la expone a las miradas y opiniones de terceros, algo que no siempre lleva tan bien como le gustaría, aunque es, al fin y al cabo, la vida del influencer.Y eso se cotiza, y se cotiza bien. No es posible conocer las cifras exactas que Dulceida factura por su trabajo en redes, que está completamente al margen de los beneficios de su agencia. Sin embargo, al consultar con diferentes expertos del sector, coinciden en que la horquilla en la que puede oscilar el precio de un post de Dulceida va desde los diez mil hasta los cuarenta mil euros , dependiendo del tipo de colaboración y de si es o no embajadora de la marca. Pasen por su perfil y echen cuentas: el éxito económico es indiscutible.

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