Bryan Ferry: «La idea inicial de Roxy Music era más ‘underground’. Fue extraño todo ese éxito»

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Bryan Ferry: «La idea inicial de Roxy Music era más ‘underground’. Fue extraño todo ese éxito»

«Miedo, sentía mucho miedo», responde rápido Bryan Ferry (Washington, Gran Bretaña, 1945) cuando le pregunto por aquel día en el que empezó todo: el 24 de agosto de 1972. Unos desconocidos Roxy Music se presentaban por primera vez en televisión, en el programa más popular de su país: ‘Top Of The Pops’. El mismo que solo ocho años antes habían inaugurado los Rolling Stones, interpretando ‘I Wanna Be Your Man’ en directo, y los Beatles, ‘I Want to Hold Your Hand’.Liderados ya entonces por el carismático Ferry, maquillado y vestido para la ocasión con un llamativo traje de lentejuelas verdes y negras y unas hombreras gigantescas, la banda presentó ‘Virginia Plain’, el primer sencillo de su álbum de debut homónimo. El disco había visto la luz solo un mes antes y apenas había recibido la atención de los medios, quizá porque la melodía desafiaba todos los parámetros convencionales de la canción pop: no tenía estribillo y nuestro protagonista cantaba una única estrofa como si fuera una especie de mantra, aunque en vez de invitar a los rezos y a las plegarias, incitaba al baile, el desenfreno y la diversión. «Aunque te cueste creértelo, es verdad, recuerdo aquel día con mucho miedo. No nos conocía nadie y, de repente, nos encontramos actuando en uno de los programas más famosos y con más telespectadores de Gran Bretaña. ¡Imagínate! Yo no paraba de pensar: ‘¡Dios mío, Dios mío!’. Fue una experiencia muy fuerte e inesperada para nosotros. Hasta ese momento pensábamos que estábamos haciendo música, únicamente, para estudiantes de arte, no para un público generalista. Teníamos una idea de Roxy Music mucho más ‘underground’ y nos sentimos extraños con todo ese éxito, con ese ambiente tan popular y de gustos tan convencionales, con las luces brillantes y esos adolescentes vestidos tan formales bailando a nuestro alrededor», recuerda Ferry a ABC Cultural.Noticia Relacionada estandar Si Tras el fantasma del gitano español que enseñó a Leonard Cohen los seis acordes con los que construyó su legado Israel Viana—Pero les vino de maravilla…—Hombre, es que al mismo tiempo fue divertido, viéndolo ahora más de cincuenta años después. Y sí, nos funcionó muy bien. Aquel día nos vieron millones de personas y convirtió ‘Virginia Plain’ en nuestro primer éxito. Esa breve actuación fue el comienzo de nuestro éxito comercial y…Ferry se detiene a mitad de la frase y se queda unos segundos en silencio, con media sonrisa dibujada en la cara, hasta que le interrumpo. —¿Y?… ¿Perdón?—¡Uy! No, nada, perdóname tú. Me había perdido en los recuerdos de aquel día y me estaba riendo por dentro yo solo… Estaba pensando justo en ese día.Brian Eno Buena parte de la originalidad de aquel tema procedía de una pequeña caja de madera con diales manipulada por un personaje andrógino que lucía una gran melena rubia, un abrigo de piel ostentoso y unos guantes plateados. Su nombre: Brian Eno . Las cámaras solo le enfocaron dos veces durante aquella breve retransmisión en la BBC: una de frente en un plano general entre los demás miembros del grupo y otra de espaldas. En total, menos de cinco segundos, aunque, esa noche, el ahora famoso compositor y productor introdujera la música electrónica a un público masivo con su sintetizador Moog y su oscilador. Eno no tenía nada que hacer. Todos los focos estaban puestos en Ferry, situado siempre en el centro del escenario. Aquel estilo extravagante impactó a los telespectadores y lo erigió en un referente de la tendencia glam del Reino Unido y a Roxy Music en uno de los grupos más influyentes de la Historia. «Al ver aquella actuación en la tele, descubrí lo que quería ser, conocí mi destino», explicó John Taylor, de Duran Duran . El guitarrista Steve Jones aseguró que «sin Roxy Music jamás habría habido Sex Pistols », la banda pionera del punk que formó un año después con Johnny Rotten. Sin embargo, los intereses de Eno, con un perfil más experimental y una fuerte querencia a refugiarse en el estudio, parecían dirigirle hacia otro camino y, el 21 de julio de 1973, anunció su salida en la revista ‘Melody Maker’. «Fue el típico choque de egos entre jóvenes. Lo que ocurrió es que, por mi aspecto tan extraño a la hora de vestir, recibí mucha atención de la prensa, que en esa época me sacó muy buenas fotos. Eso distorsionó la impresión de dónde estaba realmente el liderazgo creativo del grupo, pero lo cierto es que Roxy Music era la banda de Bryan», reconoció este último en la biografía escrita por David Buckley en 2005.Roxy Music a principios de los 70, poco después de actuar en Top Of The Pops, cuando Brian Eno todavía estaba en la banda ABCEl capitánFerry, efectivamente, escribió la mayor parte de las canciones y moldeó la visión del grupo durante esa primera etapa –con el debut homónimo y el mítico ‘For Your Pleasure’ (1973)– y las siguientes sin Brian Eno. Pronto quedó claro quién capitaneaba el barco desde el micrófono como un caballero futurista de metro noventa. Las lentejuelas, la purpurina y los estampados de leopardo dieron paso al esmoquin blanco, con una carrera en solitario que ya ha despachado más de 30 millones de copias con 17 trabajos discográficos. El último, ‘Loose Talk’ (Dene Jesmond), un nuevo salto al vacío que ha grabado en colaboración con la artista y escritora Amelia Barratt, con la que ha jugado a desdibujar las líneas entre la música, la poesía y el arte.«Esto es algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo. Componer música más abstracta, casi cinematográfica, que no siga el típico formato de canción. He abierto un capítulo completamente nuevo en mi trabajo. Lo más cerca que estuve de hacer algo parecido fue con canciones de Roxy Music como ‘In Every Dream Home A Heartache’ y ‘Mother Of Pearl’, que son una especie de monólogos hablados. Ahora, sin embargo, he hecho música mucho más libre e improvisada. He tenido más libertad a la hora de componer que en cualquier otra etapa de mi vida», asegura Ferry en una videollamada. Nada de lentejuelas o esmoquín. El «enfant terrible del rock» viste una camisa vaquera muy sencilla y una chaqueta azul. Se encuentra en su casa de Londres. En la planta inferior, cuenta, tiene su propio estudio, en el que se pasa la mayor parte del día componiendo, grabando y produciendo. «Hace poco publiqué una gran retrospectiva de mi carrera y sentí vértigo al escuchar de nuevo toda mi discografía, pero al mismo tiempo sé que me quedaba mucha música por hacer. Tengo muchas ganas de seguir y me gusta trabajar aquí. Tengo mucha suerte de tener el estudio debajo de mi biblioteca. De hecho, he estado en él hasta tu llamada y, en cuanto terminemos de hablar, me bajo otra vez a seguir trabajando en el siguiente álbum. Me gusta trabajar todo el tiempo. Lo único malo es que, a mis 79 años, si enfermo, es más difícil recuperarse y suelo perder dos o tres semanas con una simple gripe, pero me sigue divirtiendo todo esto», reconoce. La biblioteca de FerryLa biblioteca a la que se refiere se encuentra a su espalda y ocupa toda la pared. Le preguntó si conserva algún libro al que le tenga especial cariño. «Sí, por supuesto», responde con una sonrisa y se levanta a buscarlo. Tras un rato ojeando los lomos, «¡aquí está!», se vuelve y muestra a cámara la primera edición de ‘El lecho de muerte del capitán y otros ensayos’, de Virginia Woolf, publicado en 1950 con ilustraciones de la hermana de la autora, la pintora Vanessa Bell. «Es muy bueno, un ejemplar antiguo y precioso que, como ves, tengo plastificado para protegerlo. Me gustan mucho los libros, son como mis mejores amigos», subraya. —¿Barratt era fan de su música antes de que le propusiera este proyecto?—No estoy seguro, la verdad, pero en literatura creo que sí tenemos gustos parecidos. De todas formas, ella tiene unos 30 años y yo casi 80, así que lee a algunos autores que yo desconozco y viceversa. Por ejemplo, a mí siempre me ha influido mucho la poesía de T. S. Eliot y Sylvia Plath a la hora de escribir mis letras. Los poemas que escribió Plath en los años 60 son preciosos. —Y, para este proyecto, ¿se ha fijado en los referentes actuales del ‘spoken word’, como la poeta y rapera Kae Tempest?—La conozco y me gusta, pero la verdad es que me han influido más, por ejemplo, las colaboraciones de Nico con la Velvet Underground, cuando hacían esas canciones tan lentas, poéticas y misteriosas. También un tipo de los años 50 que se llamaba Lord Buckley, no sé si lo has oído alguna vez. Hacía una especie de humor hipster, cuyos textos se acercaban a una especie de rap. ¡Era muy bueno! Y, por supuesto, Laurie Anderson, que oscilaba entre la canción normal y la palabra hablada.—Es la primera vez que no se ocupa de las letras.—Sí, no he tenido ninguna responsabilidad. Se ha ocupado Amelia sola. No quería estar involucrado en los textos ni como escritor ni como cantante, lo que me ha dado aún más libertad. ¡Y me encanta! Este disco es un sueño hecho realidad. —Da la impresión de que siempre intenta romper los moldes de lo que se espera de usted, que es una de las ideas recurrentes cuando se habla de Roxy Music. ¿Tiene esa misma impresión ahora, cincuenta años después?—Sí, creo que Roxy revolucionó algunas cosas. En primer lugar, consiguió que mucha gente del mundo del rock fuera consciente del poder de la imagen. Para nosotros era muy importante esa parte visual, porque Brian y yo fuimos a una escuela de arte. En la música también nos gustaba mucho experimentar con distintos estilos. En el primer álbum hay multitud de sonidos, nos pasábamos el día probando cosas que luego juntábamos como un ‘collage’. Me gusta pensar que mi trabajo ha sido siempre un ‘collage’ en el que he combinado elementos inesperados. —Esa parte visual se vio reflejada también en su ropa. Se convirtieron en una especie de referentes de la moda.—Cierto. A principios de los 70 teníamos amigos diseñadores. El principal era Antony Price, que nos ayudó a hacer las portadas de los discos con todas esas ‘top model’ glamurosas [que alguna vez fueron censuradas por aparecer casi desnudas]. También nos ayudó con nuestra forma de vestir. Queríamos llamar la atención y nos esforzamos en ello, así que empezamos a ponernos todos esos atuendos nuevos y extraños que él creaba. Luego me volví más clásico y conservador, porque en realidad siempre me han gustado todas esas películas antiguas de Humphrey Bogart en las que lucía trajes elegantes. Tengo cientos, aunque en días como hoy, me pongo prendas muy normales para bajar al estudio [risas].—Pues en una entrevista reciente le describían como «una especie de figura mitológica, un hombre lleno de glamour, poesía y sensualidad»…—¡Uy, buen comienzo! [risas].—¿Pero le gusta esa imagen que proyecta en los medios de comunicación?—Los medios son los medios y escapan a mi control. Yo me veo más como un músico en activo. Es cierto que en los inicios de Roxy intentábamos captar la atención con esas vestimentas, pero realmente lo hacíamos para que se fijaran en nuestra música, que era siempre lo más importante. Aún así, fue divertido ponerse todos esos trajes y hacer esas portadas, aunque a medida que uno envejece, se vuelve más comedido. —Algo tendría que ver en que usted también estudió arte y hasta le dio clases Richard Hamilton, padre del arte pop británico y autor de portadas de los Beatles, en la Universidad de Newcastle. ¿Las recuerda?—¡Sí, claro, muy bien! Hamilton me dio clases los lunes de primer año de universidad. ¡Era genial! Aparecía fumándose un puro enorme y vestido con mucho estilo, con esa chaqueta Levi’s blanca tan característica suya. Las conversaciones sobre arte eran increíbles, pero en realidad me enseñó con el ejemplo. Siempre he intentado emular en mi trabajo como músico su espíritu inquieto y curioso en el arte. Algunos artistas perfeccionan un estilo particular de pintura durante toda su vida, pero él saltaba de un sitio a otro, como yo con mis discos. Además, Richard ya era famoso en esa época y fue mi vínculo con los grandes artistas pop de esos años, como Andy Warhol, Robert Rauschenberg, Jasper Johns y Roy Lichtenstein. Recuerdo que tenía una casa en Cadaqués, a donde fue invitado por Marcel Duchamp y donde conoció a Dalí. —Compartiendo todo este amor por el arte y la música, ¿tan importantes eran las diferencias creativas entre Brian Eno y usted como para provocar que él dejara Roxy Music?—Sí… Bueno… No sé. Tuvimos una gran relación durante los dos primeros álbumes, en los que hay sonidos maravillosos. La contribución de Brian fue genial, quizá más en ‘Unknown Pleasures’. Fue una época increíble, pero en ese momento los dos éramos muy jóvenes y queríamos… Quiero decir que Brian y yo no éramos músicos de estar en un grupo en los que tuviéramos que compartir las decisiones, éramos individualistas. La separación fue natural, porque cada uno quería hacer su música. Lo cierto es que él ha tenido una carrera fantástica publicando sus propios discos y produciendo a grandes artistas como David Byrne, U2, Talking Heads, John Cale, Devo, Coldplay, James Blake, Damon Albarn y mucha más gente. —¿Cuándo fue la última vez que lo vio?—No nos vemos a menudo, pero nos hemos encontrado alguna vez. La última, en Hyde Park. —¿Quedó con él?—Me lo encontré de casualidad [risas] mientras daba un paseo, pero fue agradable. Siempre que me lo encuentro por ahí me gusta, porque tenemos un humor parecido y nos reímos. Además, desde que Brian dejó Roxy Music, hemos trabajado juntos dos o tres veces, aunque no bajo el nombre de Roxy, sino en canciones de mis proyectos en solitario, como ‘I Thought’.—¿Cuál es la vez que más cerca han estado ambos de tocar juntos como Roxy Music? Es lo que esperan la mayoría de seguidores de la banda.—Quizás hace veinte años, cuando algunos de los últimos miembros de Roxy nos reunimos con él y el productor Chris Thomas, con el que habíamos trabajado a principios de los 70, en los estudios RAK de Londres. Trabajamos en nueva música, pero no salió nada interesante. Y si no pasó nada, es que realmente no tenía que pasar.

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