«Tengo que salir». La frase que resuena y machaca cada día en la cabeza de Lorena. Son las últimas palabras que le dijo David , su «niño». Era en la madrugada del 15 al 16 de abril de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia del Covid-19 . Se habían ido a la cama tras cantar el ‘Cumpleaños feliz’ a su hermana, pero por algún motivo que no han logrado averiguar ni la familia ni los investigadores, el joven se marchó y jamás volvió. No pudo. Tenía 18 años. Murió a apenas doscientos metros de su domicilio de forma violenta: lleno de golpes -uno en la cabeza- y varias puñaladas. Cinco años han pasado desde entonces y no hay día ni hora que esta madre a la que este lustro le ha caído como una losa no se pregunte «por qué» y «quién o quiénes» acabaron con la vida de su hijo, el primero de tres, el que «me enseñó todo de ser madre», a quien seguía uniendo un «vínculo muy especial» que de golpe se rompió.«Ni un hilo del que tirar» se ha logrado en este tiempo para intentar esclarecer el crimen del lago, el lugar junto al que ya por la mañana fue encontrado en Laguna de Duero, a pocos kilómetros de Valladolid capital, el cadáver de un joven sin documentación y que en un principio no se sabía quién era. Pero, «cuando vi la foto, dije: ‘Es David’». Lorena lo tuvo claro nada más recibir la imagen en su móvil. Ésa que por la mañana, entre noticias del coronavirus, se hizo un hueco y comenzó a circular. Así llegó al de su hija. Fue ella quien se la envió. Y de la angustia de horas buscando, pasó a un «dolor» que lleva grabado en cada gesto de su cara.Ni testigos, ni móvil del crimen, ni pruebas, ni restos «pese a que David se defendió», como recuerda su madre. «¡Medía 1,80!», subraya. El caso está archivado judicialmente de forma provisional desde diciembre de 2023, «pero la Guardia Civil no ha tirado la toalla», señala el subdelegado del Gobierno en Valladolid, Jacinto Canales . «Sigue siendo un caso abierto» , recalca, aunque a la vez reconoce «que es difícil porque se produce en unas circunstancias de pandemia, con restricciones, donde no hay gente en la calle, en un lugar oscuro y poco transitado». «Me echo mucho la bronca porque yo estuve al lado y no entré por aquí», se castiga Lorena desde otro lateral del polideportivo, a tan sólo unos metros de donde un hombre que paseaba a su perro -de las pocas cosas para las que se podía salir- encontraba sobre las 7.30 horas el cadáver de David. «Estuve en el paso de cebra de atrás, pero no pasé para allá porque estaba muy oscuro. Si hubiera pasado, igual las cosas hubieran sido de otra forma», pena.Noticia Relacionada estandar No La Justicia extremeña confirma la condena a prisión permanente revisable para el asesino de Manuela Chavero ABCHabía intentado que su hijo no saliera y bajó de casa tras él, pero «nada». «Ya no lo vi» en ese laberinto de calles que son los ‘torreones’. Lo buscó sin éxito por varios sitios, tampoco le contestaba al teléfono… «Se habrá ido a casa de algún amigo. Al final, bueno, tiene 18 años, están encerrados, lo están pasando mal…», recuerda que pensó para intentar justificar la ausencia y la falta de respuesta. Ya con las luces del alba, «lo volví a buscar por todas partes», pero seguía sin aparecer. En la familia se dieron unas horas para denunciar los hechos, mientras intentaban seguir con ese día a día de confinamiento en el que la celebración de los 16 años de Carolina iba a permitir una jornada diferente. De hecho, Lorena había ido a comprar la tarta «y vi coches de la Guardia Civil y dije ‘qué habrá pasado’». Al poco lo supo. Por más que le intentaban convencer de que no era su hijo, todo lo que veía en esa imagen conducía a David. Volvió corriendo a casa, sus otros hijos «estaban llorando», llamó a la Guardia Civil «para decir que era mi hijo» y « fui al cuartel con el DNI del niño , porque no llevaba nada, para corroborar que era él», describe de ese 16 de abril que por más que recuerda «todos los días» se le hace un nudo en la garganta y las lágrimas asoman a sus ojos al verbalizarlo.Ese día que para todos en la familia «ha cambiado la vida». Mucho para Álex, que ya en la adolescencia, sin padre ni el «referente» que para él era su hermano no quería estudiar «pues hay días que ni se plantea pensar en el futuro si te puedes morir en cualquier momento, como David», recuerda Lorena que le espetó. «No tengo respuesta» , reconoce. Y para Carolina, para quien cada 16 de abril es un «¡ufff!» de sentimientos. «Por una parte te alegras, porque tu hija cumple años, pero por otra no puedes evitar estar triste, porque es el día que falleció tu hijo. No sabes ni cómo llevarlo», confiesa. Al principio, sí organizó eventos para que el crimen de David no cayera en el olvido, pero ya lleva dos que no. «Era machacar a la niña completamente», dice, ella que no olvida. No puede ni quiere, porque cinco años después sigue sin saber, sin «una pista concluyente para poder acusar a alguien». «Es desesperante, frustrante. Llevas cinco años intentando que se haga justicia por un crimen y ves que los asesinos o el asesino siguen viviendo su vida tan tranquilamente y tu hijo está en el cementerio. Por lo menos, que se haga justicia. No me lo van a devolver, eso lo tengo clarísimo, pero por lo menos que cumplan», pide intentando contener el llanto en el que lleva más de un lustro sumergida y ya sabe que le acompañará «toda la vida».«¡Que salga la verdad! », clama, a la vez que quiere creer que a quienes acabaron con la vida de su hijo «se les fue de las manos. Que no iban a ello, que iban a hablar con él por lo que fuera y se calentaron demasiado». No logra entender «las formas, el ensañamiento, dejarlo tirado y no llamar a nadie». «Si te pasas, llama a una ambulancia, a lo mejor hubiéramos podido salvarlo…», se dice.Agentes de la Guardia Civil en el lugar del crimen en abril de 2020 ABCY continúa sin saber «ni por qué» salió «ni quién le llamó». Ese mínimo hilo del que tirar. Convencida, eso sí, de que «alguien le llamó», quizá al telefonillo mientras estaban con el jaleo del «cumpleaños feliz». «Pero en el teléfono no había nada». La investigación tampoco ha podido sacar pistas de un terminal muy básico. Esos días el suyo se había roto y usaba el de su hermano. Pero ni rastro de llamadas, mensajes… «Ni una pista» . Y hasta Lorena ha intentado encontrarlas. Al principio habló con amigos y con «mucha gente». Hasta quedó con alguien que insinuó saber algo. «Pero luego me dijeron: ‘Relájate, ten cuidado dónde te metes porque tienes más hijos’», recuerda. Y ahí «me frené un poco». «Dije ‘para, Lorena, porque destrozas a los otros dos’». A su hija en un primer momento le tuvieron que cerrar las redes sociales «porque no podía más. Todo el mundo escribiéndola por todas partes», pero sin lograr un mínimo indicio del que rascar.«El por qué me mata»«El por qué me mata», asegura esta madre que sigue buscando respuestas y «¡justicia!». «Nos destrozaron la vida a mí, a mis hijos y mi familia», señala Lorena, quien muestra una foto desgastada que lleva en la cartera. Una de las muchas que tiene en casa, donde «la habitación de David sigue siendo la habitación de David», aunque ya con menos cosas y pese a los cinco años transcurridos, «muchas veces es como si no hubiera pasado nada . Luego el batacazo, no le vas a volver a ver…». No puede evitar seguir echándose «la culpa». Hoy, los tres saben donde están en cada momento. Tienen activado un GPS en sus teléfonos que localiza su posición. A David se lo desactivó cuando alcanzó la mayoría de edad y se fustiga sólo de pensar si el final hubiera sido otro de no haberlo hecho.«Me dijeron, haberte ido de aquí, pero mis hijos tienen la vida aquí. Le he enterrado aquí y no me voy a ir», apunta. Siguen viviendo en la misma casa y pasan a diario cerca de donde ocurrió. Los mismos sitios por los que iba David y también con esa duda de «a lo mejor me los encuentro -a los causantes de la muerte- cada día, pasan a mi lado y me dicen ‘¡hola!’ tan tranquilamente». Y es que siendo en esos días de movilidad restringida en los que cualquier desplazamiento llamaba la atención, y más con la madrugada encima, en la familia siguen pensando que «al final tienen que ser de aquí o muy cerca porque no se podía salir». «Y alguien que conociera a David. Tienen que ser del círculo de David», que «no tenía carné, no tenía coche y no salía de Laguna», afianza Lorena. Aunque la investigación no ha logrado prueba alguna que incrimine a nadie, por más que se investigó y tomó declaración a decenas de personas. «Muchas veces miras a la gente como a ver si ha sido éste o el otro. No sabes ni cómo reaccionar», reconoce esta madre que sí ha notado qué gente conocida cambió su comportamiento y quién se marchó de Laguna de Duero.Sabe que «se han dicho muchas cosas» sobre el origen del crimen, que su hijo «fumaba porros», reconoce, pero no alcanza a entender que por mucho que tuviera una deuda -punto que tampoco se ha demostrado y en ese momento trabajaba y ganaba su dinero- se llegase a ese «extremo» de acabar con su vida.«No sé si podrán dormir todas las noches», se pregunta. «Espero que no, que lo estén pasando igual de mal», señala tajante, con la única confianza de que alguien ‘cante’. Que el círculo se rompa y haya un hilo del que tirar. Visto que hasta ahora nada, plantean que se habilite un teléfono «anónimo para ver si alguien que sepa algo, que seguro que hay alguien que sabe algo, se digne y llame y podamos tener algo de lo que tirar».También a que alguien se vaya de la lengua. «Como no sea que alguien cuente algo, en principio, no hay mucho más de lo que tirar», reconoce con pesar Jacinto Canales, quien recalca que para la Guardia Civil «es un caso importante». «Es un asesinato, un homicidio, con resultado de muerte por una violencia. No se ha dejado de lado», subraya el subdelegado del Gobierno. Entonces no estaba en el cargo, pero defiende que en esos tiempos en los que el mundo estaba volcado en la lucha contra el Covid-19, «se desplegaron los medios que se creyeron oportunos en aquel momento».Tras cinco años de angustia sin respuesta, la familia reclama que se implique la UCO (Unidad Central Operativa) , como lo ha hecho en otros casos también en la provincia de Valladolid. Por ejemplo, la desaparición y muerte en 2022 de la joven de Traspinedo Esther López . «La posibilidad existe, pero es que no hay mucho por dónde tirar», reconoce el subdelegado, pues «apenas hay pistas». Ni del dragado del lago -que se hizo diez meses después, lamenta la madre- ni de los cuchillos encontrados en el parque se ha logrado pista concluyente alguna. «Se han encontrado cosas que no tienen nada que ver o no hay indicios de que tengan que ver con el crimen», asevera Canales sobre este túnel en el que se encuentra la investigación: cinco años sin pruebas, sin motivos, sin indicios ni posibles culpables a los que incriminar la muerte de David Hernández Sánchez, que en una madrugada de confinamiento encontró la muerte a pocos metros de su casa. Lorena se niega a que el de su hijo sea un crimen de película sin resolver.

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