José Ángel Iríbar, el chopo de San Mamés

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José Ángel Iríbar, el chopo de San Mamés

Hay que ser muy de Bilbao, llevar la gabarra por las rías del corazón, para que te hagan una estatua en Bilbao junto al Nuevo San Mamés . Es un privilegio de dioses hechos de acero vasco. Es el privilegio que goza en vida José Ángel Iribar, el chopo. Un hombre de club que en Bilbao es querido como el perrito del Foster, como la excursión al monte.Iribar tiene una estatua en el corazón de Vizcaya siendo de Guipúzcoa, lo que se entiende al ver lo que le dio al Athletic. Los que no le conocimos sabemos que es nombre de guardameta completo. Reflejos , envergadura, y una forma de ser para echarse el equipo a la espalda.Así era Iribar, a quien sólo le hacía falta un saltito para tocar el poste, y esto no es un decir, sino una costumbre muy suya. Iríbar se ve en blanco y negro, y en su biografía está el hacerse con una portería, la del Athletic, que estaba custodiada por otro grande: Carmelo Cedrún.Noticia Relacionada CROMOS DE NIETO / RECUERDOS DE COPA opinion Si Schuster, la trilogía del ángel Jesús Nieto Jurado Tiene corazón español, y eso no lo se lo puede quitar nadie. Tiene acento alemán de la Baja Andalucía y ahí está el centrocampista en el álbum más florido de estos cromosPero el de Zarauz dio gloria a su equipo. Por una forma de ser que era todo corazón en el campo. Tenía también gran visión de juego, y con una brazada ya había mandado la pelota a la zona de riesgo contraria. Su historia hermana las dos provincias costeras vascas, y el ‘guipuchi’ llegó al CD Basconia, dicen, después de una asamblea familiar. Sea como fuere, se dio un paso definitivo para hacer realidad la leyenda del portero eficaz, de una eficacia que levanta todo un estadio. En 2023 se le inauguró la estatua, y allí estuvo, recibiendo el calor de los fieles aficionados del Athletic. Iribar, de la quinta del 43 se mantiene lozano. De alguna manera los mitos hacen un pacto con el diablo. Se le ve mucho con el Athletic, como un símbolo institucionalizado cuya sombra genera no pocas muestras de respeto por lo que fue un portero vasco. Con lo que da el frontón y la playa. A Iribar le deben mucho los porteros modernos. No sólo la visión de juego, sino la responsabilidad. Quizá, más que la estatua, el cántico de que es ‘cojonudo’ sea lo que más alegra las tardes a Iribar. Tan lozano, tan bilbaíno de Zarauz.

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