En 1977, el arqueólogo griego Manolis Andrónicos sacó a la luz en Vergina uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del siglo XX: el complejo de tumbas subterráneas conocido como Gran Túmulo , donde fueron enterrados varios de los miembros de la dinastía real de los argéades, a la que pertenecía Alejandro Magno .Bajo el túmulo se descubrieron cuatro tumbas, identificadas como I, II, III y IV, además de un ‘heroon’ o santuario dedicado a un héroe. Desde el primer momento, el hallazgo atrajo el interés académico y del público en general, y los arqueólogos trataron de identificar a los ocupantes de las tumbas. La Tumba II, una de las dos tumbas que no habían sido saqueadas, y en la que se entraron los restos de un individuo incinerado en el interior de un sarcófago de oro, fue identificada con el mausoleo de Filipo II , mientras que la tumba III o ‘del príncipe’, con la de Alejandro IV, hijo de Alejandro Magno y Roxana.Cuando los arqueólogos accedieron al interior de la Tumba I —también conocida como Tumba de Perséfone , por sus magníficos frescos que representan el rapto de la diosa por Hades—, esta ya había sido saqueada . En su interior solo quedaban algunos fragmentos óseos y restos cerámicos dispersos. Según las fuentes antiguas, en el año 274 a.C., los mercenarios celtas galos que ayudaron a Piro, rey de Epiro, en la invasión de Macedonia «desenterraron todas las tumbas reales, se apoderaron de los bienes valiosos y esparcieron los huesos por todos lados», según narra Diodoro Sículo en su ‘Biblioteca de Historia’.Noticia Relacionada estandar Si Investigadores griegos afirman haber descubierto la túnica sagrada de Alejandro Magno Marta CañeteGracias a la datación de las pinturas murales —atribuidas por los expertos al pincel de Nicómacos de Tebas— y al análisis de los escasos restos arqueológicos recuperados, se determinó que el mausoleo pertenecía a Amintas III, padre de Filipo II . Sin embargo, en 2015, el equipo de investigadores capitaneados por el griego Antonis Bartsiokas afirmó que en la tumba I estaban enterrados Filipo II, su esposa Cleopatra y el hijo recién nacido de ambos. Bartsiokas basó su identificación en el estudio microscópico de los restos óseos recuperados en la tumba y, en particular, los de un fragmento de cráneo y un fémur que presentaba signos de lesiones compatibles las heridas sufridas por Filipo II en el campo de batalla tres años antes de su fallecimiento.El ministerio de Cultura rechazó desde el primer momento la hipótesis de Bartsiokas, alegando que el fémur analizado por el experto no pertenecía a la tumba I. Hasta ahora, no se habían realizado dataciones científicas en los restos óseos recuperados; las conclusiones sobre la identidad de los enterrados se basaban en observaciones bajo el microscopio o en la interpretación de los ajuares funerarios hallados.Una reciente investigación publicada en la revista científica ‘Science Direct’, en la que se han empleado análisis de radiocarbono, de ADN antiguo, de estroncio e isótopos estables de carbono y nitrógeno, complementados con estudios osteológicos y odontológicos, ha logrado obtener datos concretos sobre la fecha del entierro, el sexo, el origen y la edad al fallecer de los ocupantes del mausoleo.El rompecabezas de los huesosCuando los arqueólogos comenzaron a excavar en 1977, descubrieron que la tumba había sido profanada . La acción de los saqueadores provocó que los arqueólogos encontrasen los restos óseos desperdigados y mezclados con sedimentos y huesos de época posterior. Este hecho hizo pensar a los arqueólogos que el medio centenar de huesos recuperados durante la primera fase de la excavación había sido introducido posteriormente al enterramiento original. Por esta razón, fueron descartados a la hora de identificar a los ocupantes del mausoleo.Los huesos recuperados en 1978 en estratos inferiores , —entre ellos varios fragmentos óseos de una pierna (fémures, tibias y peroné) y del pie, además de varios huesos pertenecientes a fetos y de un bebé—, se consideraron parte del enterramiento principal y fueron trasladados al Museo Arqueológico de Tesalónica y a la Universidad Demócrito de Tracia, donde en el año 2015 fueron examinados por Bartsiokas.En la nueva investigación, los expertos han analizado todos los huesos recolectados en la tumba, incluidos aquellos que no habían sido estudiados y el fémur examinado por Bartsiokas y que Cultura no reconoce como parte de los restos óseos recolectados en la tumba I.Identidad desconocidaLos resultados de las pruebas indican que parte de los restos óseos encontrados en la tumba pertenecen a un único individuo: un hombre de entre 25 y 35 años , con una estatura aproximada de 167 centímetros, que murió en la primera mitad del siglo IV a.C. , entre el 400 y el 367 a.C. o entre el 388 y el 356 a.C.Los otros cuatro fragmentos óseos corresponden a una mujer que tenía entre 18 y 25 años en el momento de su muerte. El análisis del isótopo de estroncio revela que el individuo masculino había vivido varios años fuera del área de Vergina, posiblemente en el noroeste de Grecia, en la Alta Macedonia o el Peloponeso.La datación por radiocarbono descarta que Filipo II , asesinado en el 336 a.C., sea el ocupante de esta tumba. Tampoco sería Amintas III , fallecido en el 370 a.C., ya que, aunque la fecha de su fallecimiento coincida con el rango de datación, la edad en la que se produjo la muerte de este rey, no concuerda con la edad biológica del enterrado en la ‘Tumba de Perséfone’.Respecto a los restos femeninos, los datos también descartan que la enterrada sea Cleopatra , esposa de Filipo II, quien fue asesinada poco después de su marido.La acción de los saqueadores explicaría la destrucción y dispersión de los huesos del hombre, especialmente en la parte superior del cuerpo, donde solían colocarse los objetos de valor como coronas de oro. La escasez de restos óseos femeninos, los científicos la vinculan a un patrón observado en otras tumbas saqueadas del mismo periodo en Vergina, donde también se hallaron muchos restos óseos masculinos y muy pocos femeninos. Esto suele atribuirse a que, en este tipo de enterramientos, los cuerpos femeninos estaban decorados con ricos ajuares que habrían sido objeto del saqueo.En cuanto al fémur fusionado analizado en 2015 por Bartsiokas —y del que no había registro en los diarios de excavación ni en las fotografías tomadas por los arqueólogos en el año 1978—, los investigadores encontraron una inscripción en el propio hueso que indicaba que pertenecía a otra excavación, lo que excluye su relación con los restos humanos de la tumba.Reutilización de la tumbaEl análisis de los huesos de fetos, recién nacidos y animales hallados en la tumba revela que datan del periodo romano , entre los años 150 a.C. y 150 d.C., por lo que no estarían relacionados con los enterramientos primarios del siglo IV a.C.Los restos humanos pertenecen al menos a seis fetos y recién nacidos . Según los investigadores, la tumba permanecía parcialmente visible y accesible durante la época romana, gracias a las aberturas realizadas por los saqueadores galos. La colocación de estos restos en el interior de la tumba responde a una práctica funeraria común en el mundo romano: enterrar a bebés en antiguas tumbas subterráneas.Un ejemplo cercano es una tumba próxima al Gran Túmulo, donde se encontraron más de 200 esqueletos de recién nacidos de época romana.Aunque los nuevos análisis científicos han descartado de forma concluyente la presencia de Filipo II en la Tumba de Perséfone, el enigma sobre la identidad de sus ocupantes sigue sin resolverse. Sin embargo, los nuevos datos sientan la base científica sólida para que los arqueólogos e historiadores pongan nombre a los ocupantes de la tumba de Perséfone.

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