‘Habemus Papam’: el cardenal Prevost ya se asoma al balcón de San Pedro para saludar a la cristiandad y dar su bendición ‘Urbi et Orbi’. Ha escogido llamarse León XIV y es el papa número 267 de la historia. Su elección ha puesto fin a la Sede Vacante, demostrando que aunque no figuraba en las quinielas de los ‘papables’, sí lo hacía en el corazón de los cardenales. Prevost destaca por su juventud, sólo tiene 69 años , y es el primer Papa estadounidense de la historia y un matemático de la orden de los Agustinos que pasó más de 20 años como misionero en Perú. Tiene ascendencia española por parte de madre. En los últimos días previos al cónclave, recibió elogios de todas las corrientes y ha permanecido ajeno a las polémicas. Era el p refecto del Dicasterio para los Obispos y su nombre real es Roberto Francisco, pues la familia de su madre era española y su padre tenía orígenes franceses. Nació en Chicago, pero tiene nacionalidad peruana. Prevost arregló las cuentas de su orden religiosa y afrontó varios casos de abuso, cuestiones que le serán útiles como nuevo Papa. Al ver que su candidatura cobraba fuerza, en los últimos días habían saltado a los medios denuncias contra sacerdotes que Prevost , dicen, no habría gestionado bien hace décadas. Sus colaboradores lo niegan, y lo cierto es que la situación actual sería completamente diferente.Para conocer la visión de la vida de Robert Prevost, bastaría escuchar cómo se despidió en 2023 de los católicos de Chiclayo (Perú) , después de casi ocho años y medio como obispo en esa ciudad. «Quisiera compartir a nivel más personal una frase de un fundador de un grupo de misioneros que vinieron de Estados Unidos hace muchos años, y que trabajaron en el Perú y en otros países», comenzó su discurso su despedida en la catedral. «Es una frase que me hace pensar mucho: ‘Un misionero va donde no es querido, pero sí lo necesitan; y se queda hasta que es querido, pero ya no tan necesitado». Es lo que dije cuando un periodista me preguntó cómo me sentía al ser nombrado por el Santo Padre a esta nueva misión de prefecto del Dicasterio para los Obispos’, justificó. «Soy un misionero, he venido enviado, he estado con ustedes con mucha alegría. Pero, ahora, el Espíritu Santo, a través de nuestro Papa Francisco, me dice una nueva misión. Y aunque puede ser difícil para muchos, hay que seguir adelante, hay que responder al Señor, hay que decir sí. Señor, si tú me has llamado voy a responder», continuó. Le costaba marcharse, pero obedeció. Un cardenal contrario a TrumpEstá preparado para los cambios. Su biografía comienza en Chicago , donde nació hace casi 70 años. Sus padres eran el italo-francés Louis Marius y Mildred Martínez, hija de españoles. Le bautizaron con el nombre de Roberto Francisco. Tiene dos hermanos, Louis Martín y John Joseph. De hecho, la historia de su familia es una historia de inmigración y, por ello, se le ha ubicado en las antípodas de Donald Trump. En Pensilvania estudió Matemáticas y Filosofía , y se graduó en 1977, meses antes de hacerse agustino. Es una orden religiosa con una espiritualidad “de acción y de contemplación”, que apuesta por la vida en comunidad. “Nuestra vida común se basa en la aceptación y el respeto mutuos, la bondad y la preocupación, así como en la voluntad de escuchar a los demás y abrirse a ellos”, explica la web de la Orden de San Agustín. «Cuando Agustín reunió a los miembros originales de su comunidad, para él lo esencial fue captar el espíritu de los primeros cristianos mencionados en los Hechos de los Apóstoles: una comunidad que se unió y compartió todas las cosas en común, al mismo tiempo que ayudaba al Pueblo de Dios», explica esta la web.Se ordenó sacerdote en la Ciudad Eterna en 1982 . Tenía entonces 26 años. Allí también hizo un doctorado en Derecho Canónico, que le ayudó a delinear su mentalidad jurídica. Entre 1985 y 1998 se marchó como misionero a Perú, con una pausa de dos años casi al principio, durante la que regresó a Chicago. Para entonces además de inglés y español, hablaba también italiano, francés y portugués.En su primera etapa en Perú vivió en Chulucanas. En la segunda, mucho más larga, en Trujillo, donde dirigió un seminario, fue prior de una comunidad de agustinos, fundó una parroquia y trabajó como juez del tribunal eclesiástico. Tuvo que regresar a Chicago en 1998 cuando lo eligieron provincial de los agustinos. De nuevo cambio de planes en 2001, cuando lo eligieron prior general de los agustinos a los 46 años, y se trasladó a Roma para un cargo que mantuvo hasta 2013. Desde allí, dando marcha atrás, volvió luego de nuevo a Chicago y una tercera vez a Perú. Y como un juego de la oca, desde Perú, de nuevo a Roma… La culpa la tuvo el Papa Francisco que en 2014 lo envió de a Chiclayo como administrador apostólico, con el delicado encargo de reconciliar a dos corrientes enfrentadas en la conferencia episcopal peruana. Fueron años felices y solicitó la nacionalidad peruana. Estuvo allí solo nueve años, pues en 2023 el Papa argentino lo trajo de regreso a Roma, esta vez poniendo en sus manos uno de los dicasterios más delicados, el que se ocupa de seleccionar a nuevos obispos en todo el mundo. Luego lo hizo cardenal. El gobierno de la orden de los agustinos y su cargo en la Santa Sede le permiten conocer bien la situación de la Iglesia en todos los continentes. De estilo discreto y carisma sencillo, tiene capacidad de gobierno y no se altera fácilmente. Quizá en la Capilla Sixtina pensó lo mismo que dijo en su última homilía en Perú. «Que seamos siempre fieles a este llamado del Señor» escucharon quienes le despidieron en Chiclayo. Los cardenales que se quedaron a las puertas del Papado Se suele de decir que, quien entra Papa, sale cardenal. Un aforismo que también en este cónclave se ha cumplido. Si han sonado dos nombres con fuerza para suceder a Francisco dentro y fuera del Vaticano, estos han sido los de los cardenales Pietro Parolin o Luis Antonio Tagle. Aunque tenían a un número no desdeñable de purpurados de su parte, la férrea ley del cónclave ha terminado por dejarles a las puertas del Papado. Cada uno, con su impronta y sensibilidad espiritual, habría cambiado la Iglesia católica de forma muy distinta. Pietro Parolin, el diplomático y hombre fuerte de FranciscoPara mediar en los conflictos mundiales, Pietro Parolin, el secretario de Estado de la Santa Sede, habría sido el candidato número uno. Un italiano volvía a ser obispo de Roma, además de un diplomático de raza, hombre de gobierno y gran negociador dotado de una memoria prodigiosa. Fue viceministro de Exteriores de la Santa Sede durante los últimos años de Juan Pablo II y los primeros de Benedicto XVI, y trabajó con éxito en nunciaturas complicadas como Nigeria, México y Venezuela. Parolin ha sido el cardenal que ha guiado el cónclave REUTERSA diferencia de sus dos predecesores al frente de la secretaría de Estado, Sodano y Bertone, ha trabajado con discreción sin caer en el hermetismo. Durante la invasión rusa de Ucrania logró que Serguéi Lavrov se plantease seriamente la carta vaticana para una eventual mediación. Intentó mediar entre Armenia y Azerbaiyán para la cuestión del Nagorno Karabaj e intervino para apoyar la solución de los dos Estados en el conflicto entre Israel y Palestina.Este véneto tendría el beneplácito de los italianos y es el cardenal más conocido por los demás purpurados, la opción natural para quienes lleguen sin un candidato preferido. Presidió el cónclave, lo que le pudo haber otorgado especial visibilidad. Su carisma nunca fue su punto fuerte y en los mentideros vaticanos se decía que en su homilía de la segunda misa de los novendiales había dejado a los cardenales un poco fríos. Su principal obstáculo siempre fue la falta de experiencia pastoral, pues nunca ha gobernado una diócesis. Se decía que Parolin iba a entrar en el cónclave con 45 votos, pero que ese iba a ser su techo. También dijeron que era un candidato ‘gatopardista’ «todo cambia para que nada cambie». Luis Antonio Tagle, el Francisco asiático El cardenal Ratzinger lo fichó para la Comisión Teológica Internacional y años más tarde, en 2011, lo nombró arzobispo de Manila, donde entusiasmó a católicos y no católicos. A finales de 2019, el Papa Francisco le dio visibilidad internacional y lo nombró prefecto de la entonces Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Pero el carismático Luis Antonio Tagle no pareció encontrarse cómodo en un cargo de gobierno en la curia vaticana. El cardenal filipino siempre da lo mejor de sí cuando está cerca de las personas, en contextos sociales difíciles, entre gente sencilla. Hubiese sido el favorito si los cardenales hubiesen buscado un pontífice misionero, que no quisiera enredarse con la burocracia romana. Luis Antonio Tagle, en una misa tras el fallecimiento de Francisco REUTERSTagle nació en Filipinas en 1957 y es hijo de un tagalo de ascendencia cántabra y de una mujer con raíces chinas. De hecho, el cardenal que se ha quedado a las puertas del Papado visitó la localidad de Tagle, que lleva su nombre, acompañado del también cardenal Carlos Osoro. Durante el precónclave, se hicieron virales varios vídeos de Tagle cantando la canción ‘Imagine’, de John Lennon. Ya había sido el favorito en cónclaves anteriores, lo que le granjeó el apelativo de «el cardenal de los medios». Quién sabe si también lo será la próxima vez que se cierren las puertas de la Sixtina para escoger al sucesor de Pedro.

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