El día que Arda Güler no reconoció a Raúl en Valdebebas: el turco se confiesa antes del clásico de la Liga

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El día que Arda Güler no reconoció a Raúl en Valdebebas: el turco se confiesa antes del clásico de la Liga

Antes de iniciar su carrera hacia la élite del fútbol el mayor sueño de Arda Güler era tener una Playstation para jugar al FIFA, por encima incluso de ir a ver los partidos de su amado Fenerbahçe. Su camino con la pelota en los pies estuvo jalonado de reveses, como el hecho de que su familia se arruinase tras quebrar una tienda que tenía su padre o lo mal que lo pasó lejos de su madre en la Academia del club de Estambul. Estas y otras anécdotas, como la llamada de un Ancelotti en camisa hawaiana para ficharle o el día que no reconoció a Raúl en Valdebebas, las ha plasmado el futbolista turco en un emotivo texto en ‘The Players Tribune’ .Noticia Relacionada Esbozos y Rasguños opinion Si Arda Güler, un velero varado Javier Aznar «En los momentos de espesor, escasez de ideas y la planicie de juego más absoluta, Güler seguía acumulando musgo y polvo en el banquillo»«Carta a los niños de mi país» , se titula el escrito del futbolista del Real Madrid, en el que se mezclan muchos momentos de su niñez, cuando empezó a jugar al fútbol, con diversas anécdotas y situaciones vividas ya en el seno del club español. Unas palabras que coinciden con el buen momento del futbolista sobre el terreno de juego, donde parece haberse ganando definitivamente la confianza de Carlo Ancelotti con su partido en la final de la Copa del Rey contra el Barça o frente al Celta en el Bernabéu .«A todos los niños. Es hora de contarles mi historia. La historia completa…» arranca la carta abierta. «Espero de verdad que mi experiencia sirva para inspirar a algunos de vosotros, y os deis cuenta de que todo es posible para los niños de Turquía».He aquí algunos extractos de la carta del jugador internacional por Turquía: Obsesión por la PlaystationEs gracioso… A los 12 años, mi obsesión era tener una PlayStation. No os podéis imaginar lo mucho que quería tener una. Cada día le suplicaba a mi padre que me comprase una. Mi único objetivo era jugar al FIFA 17.Pero en realidad, de niño nunca jugué demasiado a videojuegos, porque siempre estaba jugando al fútbol en la calle. Hasta que un día a un amigo le regalaron una PS4 con el FIFA 17, y ese fue el mejor día de nuestras vidas.Cuando vimos que había la posibilidad de jugar al ‘Modo Carrera’ con Alex Hunter, alucinamos. ¿Recordáis a Alex Hunter? Algunos de vosotros probablemente sois demasiado jóvenes. Pero el FIFA 17 tenía un modo de juego llamado ‘El Camino’, en el que tu personaje de juego era un chico llamado Alex. Al empezar no eras conocido, y se trataba de conseguir que un gran club te fichara. Si lo conseguías, aparecías saliendo del túnel al lado de estrellas como Cristiano Ronaldo.Para nosotros era más que un juego. Era como ver nuestro verdadero sueño en la pantalla del televisor. Estábamos totalmente ‘enganchados’. Cada vez que volvía de casa de mis amigos, le rogaba a mi padre que me comprase una PS4.«¡Me portaré muy bien!» «¡Estudiaré a tope!»Pero ya sabéis cómo son los padres turcos. Mi padre estuvo bastante tiempo dándome largas: «Espera un poco, tengo varias cosas que arreglar primero…»Yo no estaba seguro de qué quería decir mi padre, pero un día, al llegar del colegio me encontré un paquete encima de la mesa de la cocina. Era una caja con forma de PlayStation. Me volví loco. Miré a mi padre como diciendo: «¿Va en serio?«Mi padre dijo: «En serio.»Cuando encendí la Play ya tenía muchos juegos instalados. No hacía falta disco para jugar. Todo parecía demasiado bueno para ser verdad. Y entonces pensé: «¿Después de tener que pedirle por favor a papá que me comprase un juego, ahora me regala 20?» Le pregunté: «Pero papá… ¿Te ha tocado la lotería?»Dijo: «¡Pues en realidad he conseguido una buena oferta!» Le pregunté: «¿Quieres decir en la tienda?»Respondió: «No, no, en el mercado…»Luego descubrí que mi FIFA no tenía ‘Modo Carrera’, y no había ningún Alex Hunter. Algunos nombres eran un poco extraños… Si quería jugar como Cristiano Ronaldo, tenía que elegir un club llamado «MD Blanco». Entonces pregunté a mi padre: «¿Seguro que este es el FIFA correcto? Porque algo no va bien…»Papá dijo: «Sí, estoy seguro. ¿Has probado encender y apagarla?» «Papá ……………»«¿Sabes qué? Quizás sea algo de Internet».Jugué así durante semanas. Nunca había probado ningún otro juego de fútbol excepto el FIFA, así que pensé que el mío era una versión diferente. Pero un día vinieron mis amigos a jugar a casa, y dijeron: «Arda… ¿Qué es esto?».Dije: «¿Qué queréis decir? Es el FIFA».Dijeron: «Arda, este no es el FIFA. Es falso».Dije: «No, venga, chicos, este es el juego de fútbol».Dijeron: «¿Dónde está el Fenerbahçe? ¿Qué son estos nombres tan raros? A tu padre le han estafado». Todos se partían de risa. Intenté reírme con ellos, pero la verdad es que me sentía muy incómodo. Pero no me importaba tener un FIFA falso. De todos modos, me encantaba. No necesito un campo de verdad, ni una portería de verdad, ni una PlayStation nueva. Aunque mi portería sean dos piedras, soy feliz igualmente.Esa es la mentalidad turca. No necesito un campo de verdad, ni una portería de verdad, ni una PlayStation nueva. Aunque mi portería sean dos piedras, soy feliz igualmente.Orígenes humildes¿Entendéis lo que quiero decir? No crecí en una familia rica. No soy hijo de un futbolista. Crecí en el primer piso de un bloque de apartamentos en Ankara, con una madre ama de casa y un padre que tenía una tienda de barrio que acababa de quebrar.¿Por qué quebró? Pues… En Turquía, la respuesta es la misma para 99 de cada 100 preguntas: Fútbol.Ahora hablemos de mi padre… ¿Cuánto amaba el fútbol? Pues veréis… Cuando yo apenas caminaba, él me ponía globos en la pierna izquierda para que aprendiese a chutarlos. Quería que yo fuese zurdo. Mi padre no solamente es aficionado del Fenerbahçe, él vive al máximo para este club. Solía decir que ‘sangramos amarillo y azul’. Recuerdo que una vez, cuando marcamos en un derbi, saltó tan arriba desde el sofá que rompió la luz del techo. En 2010 cuando perdimos el título de liga en la última jornada dio una patada a una caja y se lesionó el pie, como un personaje de dibujos animados.Gracias a mi papá, fui del Fenerbahçe desde que nací. Casi literalmente. Uno de mis primeros deseos fue ver un partido en el estadio. Conseguir entradas en línea era casi imposible. Te sentabas con el dedo pegado al botón de ACTUALIZAR, y cuando el reloj marcaba la 1:00… ¡TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC, TOC! 1:01 ¡ENTRADAS AGOTADAS! Siempre pasaba lo mismo.Pero en 2014, cuando yo tenía nueve años, se impuso una sanción al Fenerbahçe y en lugar de cerrar las gradas, permitieron solamente la entrada a mujeres y niños. Sabíamos que esta era nuestra oportunidad, así que la noche antes de que salieran a la venta las entradas, mis padres, mi hermana y yo viajamos en coche durante cinco horas hasta Estambul, y cuando llegamos nos pusimos a esperar en frente de la taquillas. Eran las 5 de la madrugada y dormimos en el coche hasta que abrieron las oficinas. Éramos los terceros de la cola. ¡Una locura! La mañana siguiente, no nos podíamos creer que realmente tuviéramos esas entradas.Ir al estadio Şükrü Saracoğlu fue como entrar en un mundo secreto de fantasía por primera vez. Una vez dentro, subes las escaleras, y a cada paso que das, ves un poco más las gradas y el campo hasta que… Has llegado. El césped se abre ante ti y entonces oyes el ruido… Es increíble. No había hombres en la grada, pero estoy seguro de que si llenaran el estadio solo con niños y el ambiente sería igualmente uno de los mejores del mundo.Hubo un momento en que vi a Aziz Yildirim en el campo. Yo solo tenía 9 años, pero sabía quién era. Corrí para intentar llegar donde él estaba, pero con la emoción olvidé decirle a mamá adónde iba. De repente, ella miró hacia mi asiento y… «Un momento, ¿dónde está Arda?» Estuvo 20 minutos pensando que me había perdido. Se enfadó un poco… (¡Lo siento, mamá!)Cuando oyes el sonido ambiente y ves aquel césped, estás en el cielo. Niños, espero que todos podáis experimentar esta sensación.Resultaba cómico comparar aquel estadio con el lugar donde yo jugaba cerca de mi casa. Era una pista de baloncesto con los chicos mayores del barrio. También jugaba en la escuela. O en el aparcamiento, rompiendo ventanas de coches que luego papá tenía que pagar… Pero no fue ese el motivo que nos dejó arruinados… Yo tenía un profesor de educación física llamado Mahmut. Un día, cuando yo tenía nueve años, le dijo a mi papá que me apuntase a la academia Gençlerbirliği. Primero mi papá se negó porque la academia estaba a más de una hora de distancia, pero Mahmut vio algo en mí y le convenció. Entonces mi papá empezó a llevarme en coche, y mientras él no estaba era su socio quién se encargaba de la tienda. No sé lo que pasó, pero un día papá me dijo: «Hijo… Tenemos que cerrar la tienda».ArruinadosLa tienda era nuestra única fuente de ingresos. En aquella época recuerdo que mis amigos solían ir a comer gofres, y yo no podía decir: «Lo siento, pero no puedo pagarlos». Así que, siempre estaba ‘demasiado cansado’ o ‘no podía ir’.Por suerte, siempre tuvimos comida en la mesa. Sé que hay muchos niños que ni siquiera tienen un techo bajo el que dormir. En el fondo, sabía que éramos afortunados. Al cabo de un tiempo, mis padres abrieron una tienda nueva. Eso nos ayudó, pero unos años después, cuando el Fenerbahçe me quiso fichar, no puedo decir que solo pensáramos en el fútbol. Necesitábamos dinero.Tardamos tres meses en decidirnos, porque una decisión así te cambia la vida por completo. Entonces yo tenía 13 años y mis padres no querían que me fuera de casa. Mi sueño era jugar en el Fenerbahçe, pero también sabíamos que era una decisión muy importante y arriesgada. Nadie podía asegurar que algún día yo llegaría a ser futbolista profesional.Finalmente, mi padre me dijo: «Si vas a hacer algo, hazlo a lo grande». Eso significaba Estambul. «Si te va bien después de seis meses, lo venderemos todo y vendremos contigo».El día que salimos de Ankara, papá reunió a todos nuestros seres queridos, unas 30 personas. También era mi cumpleaños, así que lo celebramos con un gran pastel, pero mamá lloraba sin parar. Nunca había visto un cumpleaños con tantas lágrimas. Le prometí que la haría sentir orgullosa y que pronto estaríamos juntos en Estambul, pero la conversación que más recuerdo fue con mi hermana, que es ocho años mayor que yo.Justo antes de subir al coche para irnos, me miró a los ojos y me dijo: «Arda, tienes que llenar la nevera». «Llenar la nevera». Esas fueron sus palabras exactas. «Arda, tienes que conseguirlo». Cuando tienes 13 años, es difícil saber cómo sentirte en una situación así. Juegas al fútbol por diversión, y de repente el futuro de tu familia depende de ti. Solo recuerdo que, de camino a Estambul, saqué un regalo de cumpleaños que me había dado mi padre. Era una libreta, y había un gran título en la portada.La abrí y escribí mis sueños. Número uno: Jugar en el primer equipo del Fenerbahçe. Entonces papá vio la libreta y me dijo que hiciera una lista de las personas que me habían ayudado, quizá unas 20. Como mi profesor de educación física, Mahmut, que nunca llegó a verme jugar profesionalmente. Mahmut, que en paz descanses.Cuando llegamos a la academia del Fenerbahçe, miré la hora. 19:07 El año en que se fundó nuestro club. Quizás estaba destinado a serlo. Pero la vida real no es como el ‘Modo Carrera’ del FIFA. Unos meses después, echaba tanto de menos mi hogar que quería volver a Ankara. Honestamente, tenía ganas de renunciar a mis sueños.Tenéis que saber que Ankara y Estambul son ciudades muy distintas. Ankara es la capital, pero el dinero y las oportunidades están en Estambul. Un día, en la escuela, nos dieron permiso para vestir libremente. Nada de uniformes. Pues los chicos de allí aparecieron con ropa de marca.Yo llevé mi uniforme.Dijeron: «Arda, ¿qué haces?».Entonces dije: «Ohhhhh noooo. ¡Se me olvidó! ¡Vaya!» Pero no lo olvidé. Simplemente no tenía otra ropa que ponerme.En el equipo me sentí aún más aislado, porque ascendí a la categoría de chicos un año mayores que yo, junto con seis o siete chicos locales que llevaban mucho tiempo en el club. Pero yo era el único que tuve oportunidad de jugar. Su mentalidad era de pensar: «Pero ¿cómo es posible que juegue este chico de Ankara?». Y no me integraron en el grupo. Me dejaron fuera.Cuatro meses después de mi llegada, el entrenador dijo: «Arda, serás nuestro capitán». Esto sentó muy mal a los chicos locales. Y se volvieron locos.Como saben, el 10 es sagrado en Turquía. Incluso en la categoría sub-14. Porque el 10 no solo se considera «el jugador creativo». Es también el salvador del equipo. Es Álex, el verdadero Álex. (Buscadle en YouTube, no os arrepentiréis). Me sentí honrado, pero también asustado. Me pidieron que liderase el calentamiento… «¡Rodillas arriba! ¡Sprint!« No me gustó. Soy demasiado tímido para eso. Echaba de menos a mi familia. Un día, simplemente me fui. Ya no podía más. No me atreví a decírselo a mi padre. Yo era demasiado orgulloso. Le dolería demasiado. Pero sabía que mi familia estaba pensando en mudarse, así que le dije a mi compañero de piso: «Envíale un mensaje a mi padre diciendo que las cosas no me van bien.»Me dijo: «¿En serio?».Le dije: «Sí, solo dile que necesito ayuda».Funcionó. Después de ese mensaje, se mudaron a Estambul para vivir conmigo. Vendieron la casa. Cerraron la tienda. Dejaron a sus amigos. Apostaron su futuro en su hijo pequeño. Si yo fracasaba, estábamos acabados. Por suerte, mi padre encontró un trabajo, y pude concentrarme solo en el fútbol. Fuimos a Zagreb para jugar un torneo sub-17, y en la academia había una foto de Modrić. Uno de los entrenadores me agarró del brazo y me dijo: «Algún día serás como él». ¡Caramba! Siendo niño, ¿cómo se reacciona ante algo así?El primer equipo del FenerbahçeUn día, el Fenerbahçe me convocó para un partido amistoso con el primer equipo. Yo tenía 15 años. Ni siquiera había entrenado con el primer equipo. Recuerdo lo fuertes que eran los sénior como Luiz Gustavo… 80 kilos de músculo. ¿Yo? Nada. Piel y huesos.Creo que fue en agosto de 2021 cuando el Sr. Vítor Pereira me convocó para mi primer partido oficial, en casa contra el HJK Helsinki. Teníamos muchos lesionados, y cuando uno de nuestros jugadores tuvo que retirarse en la segunda parte, el Sr. Pereira miró al banquillo y vio que quedaban tres jugadores. Uno era portero. El segundo también era portero. El tercero era un chico de 15 años que parecía un recogepelotas. «¡Arda, prepárate!»Mi corazón latía a mil por hora. En la PlayStation solo tiembla el mando. ¡En la vida real, te tiembla todo el cuerpo! De alguna manera, me sentí más tranquilo una vez sobre el campo, y entonces recordé el segundo sueño que tenía en mi cuaderno: Marcar un tiro de falta para el Fenerbahçe. Llevaba marcándolos toda mi vida. Mirad: Pronto hubo una falta fuera del área, pero sabía que era para José Sosa, el maestro argentino. Con Sosa nadie discutía a menos que estuviera loco, y tal vez yo lo estuviera. Me puse a su lado, listo para chutar.Creo que se quedó un poco sorprendido. Él no hablaba turco y yo no hablaba español, así que le dije en inglés: «¿Puedo lanzar yo?»Sosa no dijo nada.Dije: «¿Yo? ¿O tú?»Sosa: «…………..»«¿YO? ¿TÚ?»De repente, la afición gritó ¡Uuuuuuuuuuu! La cámara del estadio me había enfocado la cara. Podían leer en mis labios que quería tirar, y creo que les gustó mi valentía. ¿Pero Sosa Abi? Seguía siendo ‘el hombre’. Lanzó la falta. Falló. Pero siempre recordaré ese momento y la reacción de la afición.Después del partido, me encontré con mis padres fuera del estadio. Mamá estaba llorando. «¡Arda, lo lograste!»Papá no dijo nada. Tenía una mirada intensa, como si le saliera humo por las orejas. Le dije: «Papá, ¿no estás contento?»Dijo: «Sosa… ¿Por qué no te dejó lanzar?»«Pero papá…».«¡Habrías marcado! ¡Lo sé!»La cámara del estadio me había enfocado la cara. Podían leer en mis labios que quería tirar, y creo que les gustó mi valentía.El fútbol en TurquíaYa saben, dicen que la afición turca es apasionada. Pero esa definición no es suficiente. Dejadme contaros una anécdota.Una vez, un amigo mío, aficionado del Fenerbahçe, fue a ver el derbi contra el Galatasaray. Mi amigo tenía que tomar medicación a diario, y cuando el árbitro nos anuló un penalti, él buscó algo para tirar. Una botella de agua, una chocolatina… cualquier cosa, pero no encontró nada, y entonces cogió el frasco de la medicina que llevaba en el bolsillo.Lo miró fijamente. Sabía que necesitaba la medicación, porque tenía un problema de salud crónico. Pero su odio por el Galatasaray era tan grande que al final, no pudo evitarlo. Tiró el frasco de la medicina al campo. Esa noche, tuvo que pasar horas caminando por Estambul para encontrar una farmacia. Creo que solo un turco puede entender una historia así.No hay Fenerbahçe sin Galatasaray: es una rivalidad eterna y una amistad para siempre. Pero si eres aficionado del Fenerbahçe, estás en contra de todo lo relacionado con el Galatasaray. Así son las cosas.En esa época, lo importante para mí era saber mantener la calma. Todos mis amigos me advirtieron que tuviera cuidado, porque en este deporte, todo puede cambiar muy rápido y el primer error que cometiera, podría acabar con todo. Mi padre leía todos los comentarios en los periódicos, por si acaso se decía algo negativo de mí.Mi madre decía: «¿Cosas negativas? ¿Cómo podría alguien no quererte?»Cuando la gente se le acercaba en la grada en nuestros partidos en casa y le daba las gracias, ella siempre lloraba. Claro que se alegraba cuando yo marcaba, pero si alguien la felicitaba por haber criado un buen hijo, eso significaba más para ella que 100 goles con el Fenerbahçe.La operación de su madreRecuerden esto, niños: solo hay dos cosas más importantes que el fútbol. Dios y la familia. ¡Especialmente las mamás! :-)Nunca olvidaré la llamada que recibí en agosto de 2022. «Arda… Tu madre tiene un problema en el corazón. La acaban de operar de urgencia». Cuando oyes eso, el fútbol desaparece de tu mente. Tu mundo empieza a dar vueltas. Sientes un nudo en el estómago. Los doctores tuvieron que sustituirle una válvula del corazón. Mientras se preparaba para la operación, desde la cama me vio marcar dos goles contra el Kasimpaşa. Alguien de la familia me envió un video de ella viéndome celebrar los goles y llorando. Abrí el video al volver al vestuario y estaba asustado. Era el tipo de llanto que te sale cuando cualquier momento podría ser el último. Yo también lloré. De verdad pensé que iba a morirse.El día siguiente, dije al club que no iba a jugar el siguiente partido. Por primera vez en mi vida, no quise ni tocar un balón. Por suerte, el Fenerbahçe se portó increíble conmigo. Me dieron fiesta, y el presidente Ali Koç se aseguró de que tuviéramos los mejores médicos. La cirugía salió bien y mamá se recuperó.No importa lo que hagas, la familia siempre es lo más importante.Poco más de dos meses después de la operación de mi madre, marqué de volea contra el Dinamo de Kiev y me levanté la camiseta para mostrar un mensaje: ANNECIM SENI ÇOK SEVIYORUM «¡Mamá, te quiero mucho!» (Siempre lo haré).Para entonces, había hecho realidad mi tercer sueño: llevar el dorsal 10 del Fenerbahçe. Nunca pensé que algo así sucedería, porque la camiseta había sido de Mesut Özil. Es el jugador del que más he aprendido, pero durante tres meses no me atreví a hablarle. Yo era demasiado tímido. Me pasaba por el pasillo y me decía: «Que vaya bien el entrenamiento».Yo miraba hacia adelante y le decía: «Vale».Me preguntaba: «Arda, ¿estás bien?»Yo le respondía: «Sí. Bien».Las personas que no conocen a Mesut Özil piensan que es un tipo algo frío, pero fue él quien inició nuestra amistad, porque yo no podía. Una vez me invitó a su habitación en el campo de entrenamiento, y había una PlayStation que no usaba. Debió de verme mirándola con unos ojos como platos, porque me dijo: «Arda, puedes llevártela».Le dije: «No, no puedo».Demasiado tímido.«Arda, vamos, llévatela»Fue muy amable.Cuando Özil dejó Fenerbahçe en 2022, pensé que su dorsal sería para uno de los nuevos fichajes. Yo entonces tenía 17 años, y no se puede pedir el 10, del mismo modo que un rey no puede pedir la corona. Pero los directivos del club me dijeron: «Arda, la camiseta es tuya… Pero solo si tienes la confianza para ponertela».Necesité exactamente un segundo para pensarlo. «Me la llevo».Cuando me puse esa camiseta por primera vez… No sé cómo describirlo. No solo seguía los pasos de Álex. Asumía la responsabilidad creativa de todo el equipo y de millones de aficionados. Fue un privilegio. Un honor. Un sueño. Arda Güler, el número 10 del Fenerbahçe. Fue casi como ganar un trofeo. Cuando me puse esa camiseta, me sentí invencible. Turquía, Cristiano Ronaldo y el Real MadridEsa responsabilidad extra hacía que cada gol fuera importante. Dos semanas después del partido contra el Dinamo de Kiev, estaba navegando por Instagram y vi un titular: «ARDA GÜLER EN LA CONVOCATORIA DE TURQUÍA». Ni siquiera me lo habían dicho. Nos tocaba jugar primero contra Escocia en Diyarbakir, y mientras estaba en el banquillo, la afición cantaba mi nombre para que saliera al campo. Ese apoyo significó muchísimo para mí. A veces, estando en el banquillo del Fenerbahçe, incluso la afición del equipo rival cantaba mi nombre para que el entrenador me dejara jugar. Nunca había visto algo así. ¿Qué podía decir? Simplemente gracias.Después de eso, todo fue rapidísimo. En marzo, me volvieron a convocar para la selección. Los meses siguientes, no paraban de llegar ofertas de traspaso de otros clubes. Pero yo no quería saber nada a menos que me motivasen de verdad. Y más tarde, en junio, mi padre me dijo que necesitaba llamarme para hablarme de una nueva oferta.Le dije: «Te lo dije, no quiero saber a menos que…»Me dijo: «Arda…»«¿Sí?»«Es el Real Madrid».Real Madrid… Mi cuarto sueño. Me parecía irreal que esto pudiera suceder tan rápido. Ese verano, mi padre y yo tuvimos muchas conversaciones largas sobre si era demasiado pronto para irme. La verdad es que fue muy complicado, porque teníamos muchísimas ofertas, y me costó decidir qué hacer. Pero entonces tuve una videollamada con el Sr. Carlo Ancelotti.Nunca olvidaré cuando apareció su número en mi pantalla y el video se estaba cargando… «Hola, Arda. ¿Cómo estás?»Él también estaba de vacaciones. El momento fue tan surrealista que me cuesta recordar los detalles, pero creo que llevaba una de esas camisas hawaianas, gafas de sol y creo que incluso tenía un puro. Me dijo: «Arda, tendrás un gran futuro aquí. Tal vez no el primer año, pero tendrás oportunidades. Cuando Modrić y Kroos sean demasiado veteranos, podríamos ponerte en el mediocampo».Solo oír tu nombre junto a Modrić y Kroos es surrealista. Me quedé sin palabras. Entonces dijo: «Arda, prométeme que vendrás al Madrid. Promételo, promételo, promételo».Le dije: «Claro, señor».Me dijo: «Hablamos pronto. Ahora sí que tengo que ir con mi mujer».Jajaja. Creo que Ancelotti ya estaba en la prórroga. Al colgar, miré a mi papá y acordamos que…«Si vas a hacer algo…»«¡Hazlo a lo grande!»Cuando te presentan como jugador del Real Madrid, es como una ceremonia de boda. Tu contrato es para seis años, pero la idea es quedarte para siempre. Estaba sentado junto a mis padres, y cuando mamá empezó a llorar, le sequé las lágrimas y la besé en la mejilla. Habíamos renunciado a tanto para estar aquí, y ahora nuestro sueño se había hecho realidad.Yo era demasiado pobre para jugar como Alex Hunter en la PlayStation. Así que tuve que convertirme en él, pero de verdad.Desde el principio, Ancelotti se convirtió en una especie de padre para mí. Pero era gracioso porque bromeaba conmigo sobre todo, y yo todavía era un chico con los ojos muy abiertos, que intentaba asimilar el estar en el club más grande del mundo. Nunca sabía cuándo Ancelotti hablaba en serio, ¿sabes?Un día Ancelotti dice: «Raúl es el entrenador del Castilla. Si le ves, salúdale. Conoces a Raúl, ¿verdad?». Claro que conozco a Raúl. Era el capitán, el máximo goleador. Es una leyenda viviente. Al día siguiente, después del entrenamiento, se nos acerca un tipo. Ancelotti dice: «Arda, este es Raúl». Pero la cuestión es que la primera vez que ves a una de estas leyendas en persona, simplemente no parece real. Parece falso. Soy demasiado joven para haber visto a Raúl jugar en el Real Madrid. Solo le había visto en YouTube.Ancelotti sonríe, y yo pienso: «No, me está tomando el pelo otra vez».Le digo: «Vamos, míster. Lo siento, pero este no es Raúl».Esperaba que Ancelotti se riera y dijera: «Bien hecho» o algo así, pero me mira con cara seria y me pregunta: «¿Cómo que no es Raúl?».Entonces Raúl se gira hacia mí y me dice: «Soy Raúl González. Encantado de conocerte».Le digo: «No, no lo eres. ¡Vamos!»No pueden creer lo que están oyendo. Sigue así unos minutos, y entonces Ancelotti llama a Toni Kroos.«Toni, ¿este es Raúl?»«¿Qué? ¡Claro!»Sigo sin creérmelo. Es una broma pesada. No me la voy a tragar.¡Entonces llama a Modrić!«Luka, ¿es Raúl?»«Claro que es Raúl».Ahora sí que me estoy asustando. Hasta Raúl me mira como diciendo: «Claro que soy Raúl».Empiezan a buscar fotos de Raúl en sus móviles. Al final me doy por vencido y digo: «Vale, lo siento. De verdad que eres Raúl. Encantado de conocerte, señor».Todos se reían del chico de Turquía. Incluso el señor Ancelotti. Cuando llegué a casa y le conté a mi familia lo que había pasado, me miraron y dijeron: «Arda… Eres un estúpido».Así fue mi primera semana en el Real Madrid. Buen comienzo, Arda.Cuando llegué, me enteré de que David Alaba y Toni Rüdiger hablaban algo de turco. Crecieron con inmigrantes turcos en Berlín y Viena, y Alaba es un gran aficionado del Galatasaray. Courtois jugó con Arda Turan, así que también sabe algunas palabras… Bueno, palabrotas.Pero fue raro porque, como saben, en Turquía nos dirigimos a los mayores con respeto. Decimos ‘Abi’, que literalmente significa ‘hermano mayor’. Está establecido así en nuestra cultura. No podía llamar a Modrić simplemente «Luka». Podría ser mi padre, ¿sabes?Así que dije: «Hola Luka Abi».Entonces… Alaba y Rüdiger pensaron que ‘Abi’ se usaba para todos. Incluso para mí. Empezaron a saludarme con un «buenos días, Abi». El nombre se les quedó grabado, y ahora es demasiado tarde para cambiar. Así que ahora soy oficialmente ‘Arda Abi’, el hermano mayor más pequeño del vestuario.Primeros pasos en el MadridNormalmente, sientes que ‘has llegado’ a un club cuando marcas un golazo o das un pase decisivo. Para mí, ese momento llegó precisamente cuando hubo una falta a nuestro favor, desde fuera del área y yo estaba en el banquillo. Modrić se giró hacia mí y me dijo: «Arda, esto te vendría perfecto». Estos pequeños detalles significan mucho.Hace poco, en otro partido, en el descanso íbamos perdiendo, y Modrić me dijo: «Prepárate, tienes que entrar». Hablamos de una leyenda. Uno de los mejores centrocampistas de todos los tiempos, que ahora confiaba en mí para dar la vuelta al partido. Me conmovió muchísimo.Conozco gente en Turquía que me quieren ver jugar todos los partidos del Real Madrid. Yo también, pero sé que tengo que ser paciente. Cuando Ancelotti dice que puedo convertirme en uno de los mejores centrocampistas del mundo, eso significa que el club tiene un plan para mí.Pero estar en el banquillo no es una situación fácil. Cuando ganamos la Champions League, no me apetecía levantar el trofeo, porque no había aportado demasiado en el campo. Por eso me dio tanta vergüenza cuando Ancelotti me dio el micrófono en la Cibeles. No tenía en absoluto pensado subir al techo del autobús, porque estaba muy cansado, y recuerdo que dos amigos me escribieron un mensaje: «¿Dónde estás? No te vemos».Estaba abajo hablando con Kroos y Modrić, y Modrić me preguntaba si Mourinho iba a entrenar al Fenerbahçe. Mis amigos me decían: «¿Estás loco? ¡Acabas de ganar la Champions League! ¡Sube a celebrarlo!»Pero yo soy así. No me basta con ganar un título. Tengo que sentir que me lo he ganado. Por eso la Eurocopa fue diferente. Cuando marqué contra Georgia, mi teléfono explotó. Me gustas. Seguidores. Mensajes. Felicitaciones. Una locura.Antes de nuestro partido contra Portugal, estaba un poco nervioso. Esperaba que Ronaldo hablara conmigo después del partido, porque le respeto mucho. El día del partido, Marca publicó esta portada: «ARDA GÜLER DESAFÍA A CRISTIANO». ¡No!La verdad es que fue un honor compartir el campo con Cristiano. ¿Has visto ‘The Last Dance’? Cristiano es como Michael Jordan. Un titular de prensa como ese le motiva al máximo. Portugal ganó 3-0 y, después del partido, Cristiano no habló con nadie.Unos días después entendí cómo se sintió, porque en el autobús camino al estadio vi un vídeo de un grupo de aficionados austríacos.Decían: «¿Quién demonios es Arda Güler?»Me quedé impactado. ¿Por qué alguien diría eso de mí?Pero entonces recordé cuando el Sr. Jorge Jesús me dejó fuera del equipo durante semanas en el Fenerbahçe. Un día, formó dos equipos para practicar lanzamientos de falta, y yo no estaba en ninguno. Entrené yo solo sacando córneres. Llovía a cántaros y, al llegar a casa, lloré mucho. Me prometí a mí mismo que nunca volvería a sentirme así.La gente me ve como un jugador creativo, pero también soy un guerrero.¿Me dejas en el banquillo? Trabajaré más duro.¿Hablas mal de mí? Te voy a machacar.Cuando vi el vídeo de Austria, fui yo el que me puse en modo Michael Jordan. No paraban de cantar sobre mí en el partido. Me tiraban vasos de cerveza. Perfecto. Cuando di la asistencia del segundo gol, me volví hacia la afición austriaca. Gracias. Supongo que me lo tomé como algo personal.Cuando perdimos en los cuartos de final, me preguntaba si la afición de vuelta a casa nos criticaría, pero habían visto lo mucho que habíamos luchado por nuestro país. En Turquía, el carácter lo es todo. Rüdiger me dijo que había notado mi pasión y mi rabia. Pero cuando habla de rabia, lo dice en el buen sentido. Siempre les he dado instrucciones a mis compañeros, incluso de adolescente en el Fenerbahçe. No puedo evitarlo. Si no lo hago, jugaré mal. Quiero ser un líder, quiero sacar los córneres y lanzar las faltas siempre. Pregúntale al Sr. Sosa.Jugar en el Madrid es fácil en realidad. Sabes que Modrić verá tu desmarque. Vinícius hará que hasta un mal pase parezca bueno. Lo difícil es aprender español, adaptarse a la cultura y mantener los pies en el suelo. Así que es bueno que mi familia me visite una vez al mes, y que mamá todavía me diga que ordene mi habitación. Siempre dice que, si yo no fuera futbolista, tendríamos problemas. Por suerte, la nevera está llena.Los pies en el sueloDesde que me marché de Ankara, he seguido apuntando los nombres de las personas que me han ayudado a llegar hasta aquí. Son muchos más de 20. Mamá, papá, mi hermana, mis amigos, mis entrenadores, mis presidentes, el profesor de educación física Mahmut, los médicos que salvaron la vida de mi madre… No importa quién seas, no puedes hacerlo tú solo.A principios de este año cumplí 20 años. Todavía hay muchos más sueños en mi libreta. Quiero convertirme en un jugador importante para el Real Madrid. Quiero ganar esa Champions League. También me encantaría llevar el dorsal 10 de este club. Pero por encima de todo, quiero abrir camino para una nueva generación de jugadores turcos. Sé que soy la gran esperanza del fútbol turco, pero no quiero ser el único. Quiero abrir la puerta a todos los demás. Me refiero a vosotros, los que estéis leyendo esta carta. Cuando vuelvo a casa y veo lo feliz que estáis de verme, me emociono. Las canciones todavía resuenan en mis oídos. Siento vuestro cariño desde Madrid.Hay un vídeo del terremoto de 2023 que me pone los pelos de punta. Lo grabaron cuando yo no tenía demasiados minutos con el Fenerbahçe. Quizás lo hayáis visto. Dos chicos de los equipos de rescate están con un niño pequeño que acaban de sacar de entre los escombros. El niño está tumbado, con el cuerpo cubierto y asoma la cabeza. Se oyen las sirenas. El niño pasó casi cinco días sepultado por el cemento, pensando que iba a morir, y tuvo un mensaje para mí. ¡Para mí! ¡En ese momento! Nunca olvidaré estas palabras: «Arda Güler Abi. Te quiero mucho. Sigue salvando al Fenerbahçe. Abi, por favor, dile al entrenador que te deje jugar».Entonces uno de los dos héroes dice: «Él no se rindió, y tú tampoco deberías». Cuando escucho esas palabras, ¿cómo puedo…?Así que, a todos los niños de Turquía con una PlayStation y un sueño: Coge un balón y sal a jugar fuera. Te sentirás como el amo del mundo. Atentamente, Arda.

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