Un agustino en el Vaticano

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Un agustino en el Vaticano

La última vez que estuve en Roma fue en 2015. Visité el Vaticano con mi familia y, mientras ellos admiraban la basílica, me arrodillé y lloré ante la tumba de Juan XXIII , embalsamado tras una urna de cristal. Fue un llanto inesperado e incontenible. Me vino a la cabeza el día de su muerte en 1963, cuando hice sonar las campanas junto al párroco de San Nicolás de Bari en Miranda.Yo tenía ocho años y todavía la misa se oficiaba en latín. Acabo de cumplir 70, uno más que León XIV, el nuevo Papa. A lo largo de mi vida, he conocido a siete pontífices. Robert Prevost, el primer estadounidense, es el octavo. Tiene una dimensión pastoral por su larga experiencia misional y también un perfil intelectual, ya que estudió Matemáticas y Filosofía.Pero lo más relevante es que se trata de un sacerdote agustino, lo que explica sus apelaciones a la fe y la unidad de la Iglesia en sus primeras palabras. San Agustín, nacido en el año 354, fue el gran pensador del cristianismo hasta santo Tomás de Aquino.Lo que defiende san Agustín está en la esencia del cristianismo: la existencia terrenal es un estado de transición hacia el otro mundo, donde nos será dado unirnos a la comunidad celestial que goza de la visión de Dios. Por ello, la fe es la principal cualidad del creyente y el motor que le lleva a la salvación. La fe, antes que el amor o la entrega al prójimo.San Agustín me conmueve cuando describe su descubrimiento de Dios, la intensa emoción de su presencia que evoca el misticismo de Pascal. Pero ello le lleva a repudiar los quehaceres y los afanes humanos, catalogados como pura ilusión, mera ‘cupiditas’ que genera vacío y amargura.La elección del nombre da también pistas sobre Prevost. Leon XIII fue el autor de ‘Rerum Novarum’, un intento de dotar al cristianismo de una visión social para frenar el comunismo, y un teólogo con una visión ortodoxa de la Iglesia.Aunque colaboró lealmente con Francisco, mi primera impresión es que no será un Papa continuista. A pesar de que hay muchas coincidencias con su predecesor y ambos comparten la misma visión sinodal, Prevost será más conservador en cuestiones doctrinales y frenará algunas de las iniciativas más polémicas de Bergoglio. Es claramente un Papa que representa un equilibrio entre las dos almas del colegio cardenalicio.La historia de Roma, su apabullante monumentalidad y el aparato vaticano podrían distraer al Papa de su misión de pastor de las almas. Su reto será despojarse de todo eso y conectar con un mundo doliente y desgarrado , con las dudas y las inseguridades que todos compartimos y, de forma fundamental, con la palabra de Cristo. Su resurrección es el gran misterio. El más allá, la gran pregunta. Nos queda su indeleble mensaje: «Amaos los unos a los otros». Veremos si el Espíritu Santo ilumina a Prevost.

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