Psicosis en la zona noble de Chamberí por la banda de los robos ‘fantasma’

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Psicosis en la zona noble de Chamberí por la banda de los robos ‘fantasma’

El pasado viernes 25 de abril, Brenda salió de su casa a las 2 de la tarde por motivos de trabajo. Aunque esta mexicana, residente en un quinto piso del Paseo del general Martínez Campos, 26, no volvería hasta la medianoche, su pareja sí que llegó a eso de las 6. «Yo vivo sola, pero mi novio estaba de visita y tiene llaves», relata la inquilina, dos semanas después, consciente de que ese periodo de cuatro horas en el que su casa estuvo vacía fue aprovechado por los ladrones para llevarse sus joyas más valiosas. La entrada fue tan sigilosa que ni siquiera los ladridos del perro de la afectada, un pomerania de apenas un año de vida, pudo alertar a los vecinos. Desde entonces, esta tranquila comunidad del distrito de Chamberí vive su particular calvario, con tres casas allanadas y dos intentonas fallidas.En todos los casos, el objetivo de estos amigos de lo ajeno han sido las piezas de muy alto valor económico. Y para lograrlo, un ‘modus operandi’ claro: acceder a domicilios sin la llave echada y revolver el interior lo menos posible. Tanto, que en el primer desfalco, el propio novio de Brenda no se dio cuenta de lo acontecido. «Me mandó un mensaje y me dijo ‘ya estoy acá, te has has dejado la puerta del cuarto abierto y el perro se está comiendo tus collares’», rememora la joven, que habita desde hace un año este piso de 40 metros cuadrados y una sola habitación a cambio de 1.350 euros mensuales. «Yo no le entendí y tan solo le respondí que sí que había cerrado la puerta», añade.No fue hasta su regreso cuando se percató de un extraño detalle. Pese a que su pareja había recogido lo encontrado en el suelo al pensar que era cosa del perro, Brenda observó la caja de un reloj entreabierta encima del tocador. La pieza, un Cartier valorado en 14.000 euros, no estaba, al igual que otra pulsera de la misma marca y el dinero en efectivo que guardaba en la mesilla. Con lo puesto, acudió de inmediato a la comisaría de la Policía Nacional del distrito, donde lo primero que le advirtieron es que podía ser alguien que la conocía, «ya que fueron a lo que fueron». Pero a decir verdad aún faltaban el resto de las piezas del puzle.Noticia Relacionada estandar Si La mafia del contador de agua abre el grifo en Madrid: oleadas de robos disfrazados de operarios Aitor Santos MoyaMarina, que vive dos plantas más arriba, pasó por exactamente lo mismo, sin saber siquiera el día que accedieron a su estudio. «Fui una mañana a ponerme un anillo y me percaté de que no estaba», recuerda, dándose cuenta entonces de que las joyas de piedras preciosas, valoradas en miles de euros, habían desaparecido. Su puerta tampoco había sido forzada y todo, a excepción de lo sustraído, había permanecido en su sitio. «Como no sé en qué momento fue, no sabría decirte si tenía la llave echada», confiesa la víctima, una acción que ahora realiza hasta para bajar un momento al portal.Esta circunstancia, la de no forzar la cerradura, cambió diametralmente en el último de los sucesos registrados. Fátima y su madre, afincadas en uno de los octavos, salieron el viernes 2 de mayo a las 5 de la tarde y, al igual que en el caso de Brenda, no volvieron hasta cerca de la medianoche. Al meter la llave, comprobaron que el bombín estaba bloqueado, por lo que tuvieron que llamar a un cerrajero de urgencia, quien, al ser festivo y de madrugada, les cobró 900 euros. Al entrar, la sorpresa fue mayúscula: los ladrones habían cogido una maleta que tenía en el domicilio para meter pendientes, cadenas, anillos… Ya saben, todas sus objetos de valor. Dadas las circunstancias, la propia Policía Nacional acudió al inmueble y comprobó que habían utilizado una llave maestra con un trozo de aluminio moldeable que había quedado atrapado en el bombín, la llamada técnica del ‘impresioning’.Llegados a este punto, la psicosis en el bloque era ya una realidad, más aún al conocer un tétrico intento en otro de los apartamentos. «A una vecina le abrieron la puerta y al ver que estaba en la casa durmiendo se fueron sin robar nada, pero no volvieron a cerrar la puerta del todo para no hacer ruido», revela Doris, la portera del edificio. Precisamente, la damnificada se cercioró de lo ocurrido a la mañana siguiente al escuchar ruido en el pasillo, donde los mismos agentes estaban revisando los marcos tras la acumulación de denuncias. Por si fuera poco, otra mujer cayó esta semana en que ese mismo viernes le habían tratado de hacer palanca. «La llave estaba echada, pero le costó abrir y en ese momento no pensó que pudiera ser por eso», remarca la trabajadora, asentada en su puesto desde el año 2006.Un vecino pasa por delante del portal más afectado TANIA SIEIRA«Desde que ocurrió el primer robo, comencé a devolver las llaves que tenía, porque para mí es una responsabilidad, imagínate que me las roban» prosigue Doris, muy compungida por algo que jamás había vivido en sus casi dos décadas de labores. «Otros conserjes me han dicho que también han robado en dos portales de Zurbano», concluye. Ahora, a cada persona desconocida que entra al edificio le pregunta el piso o el nombre del vecino al que va a visitar; su preocupación es exponencial al temor de los vecinos, a los que la propia Policía ya ha dado una serie de consejos: cualquier paquete es conveniente que se recoja en el portal y, cómo no, echar la llave.«Es sorprendente la cantidad de personas que todavía hoy cierran sin más», coinciden los expertos policiales en esta materia. Así, no es de extrañar que el resbalón, un método que permite abrir la puerta sin forzar la cerradura y sin apenas hacer ruido , siga siendo el más empleado, con cifras que fácilmente pueden superar el 50 por ciento del total de las entradas.Conviene también vigilar los cebos que utilizan este tipo de grupos, entre los más recurrentes, la colocación de finas láminas de plástico o hilos de pegamento entre la puerta y el marco (para saber si alguien ha entrado o salido de la casa desde entonces), o la extraña aparición de monedas de un céntimo o garbanzos en el felpudo (para comprobar después si los residentes los han recogido o no). Y ello, sin olvidar que las puertas y cerraduras antiguas son el principal blanco de los delincuentes, por lo que instalar cerraduras ‘antibumping’ y antitaladro, entre otras opciones, puede servir de elemento disuasorio.

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