Piedad Bonnett: «La desmesura de la poesía de América Latina hace de España un país más dentro de la lengua»

Home People Piedad Bonnett: «La desmesura de la poesía de América Latina hace de España un país más dentro de la lengua»
Piedad Bonnett: «La desmesura de la poesía de América Latina hace de España un país más dentro de la lengua»

Desde muy pequeña recitó a Quevedo, incluso sin entenderlo del todo. En su adolescencia abrazó la poesía y con el paso de los años se dedicó a llevar la experiencia del lenguaje hasta sus límites. Esta semana, frente al escritorio donde Federico García Lorca escribió ‘Yerma’ y ‘La casa de Bernarda Alba’, la colombiana Piedad Bonnett reflexiona sobre la palabra escrita en el Festival Internacional de Poesía de Granada. En este encuentro celebrado esta semana y por el que han pasado autores como los premios Nobel J. M. Coetzee, Dereck Walcott y Mario Vargas Llosa, la poeta, escritora, dramaturga, premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y colaboradora de esta casa aborda la fuerza del lenguaje y la sustancia de la poesía como elementos vertebradores de una sólida obra literaria. — ¿Qué le dice a usted este festival que se celebra en la tierra de Lorca?—Da mucho que pensar, desde el punto de vista del lenguaje. Durante mucho tiempo los nexos entre España y América Latina estuvieron rotos. Salvo figuras importantísimas, había un prejuicio y desinterés. Sin embargo, en los últimos 20 años ha cambiado. —¿Por qué?—Se debe, en buena parte, a Luis García Montero, que ha propiciado el interés y el intercambio literario. Y también gracias a la estructura de festivales: el de Granada, el de Córdoba… Ahora podemos ver más claramente nuestras filiaciones. —¿Qué tanta porosidad existe entre la literatura de ambas orillas? —Nosotros estuvimos más abiertos a España o nos permearon más desde la escuela. Tuve una formación muy importante, desde las jarchas de ‘Mio Cid’, ‘La Celestina’, Quevedo, Góngora, Garcilaso, y luego pues entrábamos a la poesía ya del modernismo. La generación del 27 fue importante. Toda la vanguardia latinoamericana bebe de ahí.—¿Y al revés? —La poesía española sigue siendo muy tradicional. Los ritmos le deben mucho a su propia tradición. Sabiendo yo que hoy en día hay escritores muy innovadores y todo eso, pero yo creo que ellos siguen siendo así, tienen unas musicalidades. Yo he tenido mucha influencia de las vanguardias latinoamericanas. Sin embargo, en mí pesa mucho ese paso por la literatura española. —¿Cuánta mezcla puede existir en una lengua compartida?—América Latina es tan grande y tan difícil. No es una unidad. Hay voces muy, muy, muy, muy diversas. Precisamente por la desmesura de la poesía latinoamericana, España queda como un país más dentro de la lengua, con su propia tradición. Y nosotros pues hemos tenido poetas tan sumamente innovadores como César Vallejo, que rompió las estructuras. Claro que en España hubo una vanguardia. Se me ocurre, por ejemplo, ‘Poeta en Nueva York’, de Lorca, pero allá las vanguardias fueron como hasta el fondo.—¿Dónde está la sustancia de su literatura?—En la poesía. Ese es el núcleo, ese es el corazón de mi literatura. Cuando escribo novela, escribo una novela atravesada por lenguaje poético. La poesía es una manera de mirar y de asociar. El narrador está en pos de los hechos, del análisis de la sociedad a través de los hechos. Aunque el poeta haga esas mismas cosas, lo hace desde un ángulo muy diferente, porque lo hace llevando el lenguaje hasta sus límites. —La enfermedad ha estado siempre en su obra. —A mí me interesó siempre el tema de la enfermedad, porque la enfermedad me persiguió. Está presente esa cosa del tormento. Mi adolescencia fue muy atormentada, y mi juventud también, como muestra ‘La mujer incierta’, porque yo estaba perseguida por la ansiedad y por la creencia de que yo podía terminar en locura. Cuando yo escribo sobre el cuerpo, por ejemplo, ‘Todos los amantes son guerreros’, aunque yo esté hablando de la exaltación del amor, también hay un cuerpo mortificado por la enfermedad. Me intereso en la experiencia límite del sufrimiento corporal y mental. Y ‘La mujer incierta’ llega en un momento en que yo hago un balance y necesito mirarme retrospectivamente. —¿Cuál es la jaula del poeta?—Podría decir que mi país ha sido mi cárcel, en un momento especialmente violento. Desde que tenía cinco años, recuerdo cómo traían los muertos del monte. Tengo muy presente el clima de los años 80, que salíamos a la calle y no sabíamos si volvíamos. Y por supuesto, el asesinato ya no sólo de los líderes, sino también las masacres de ciudadanos.Noticia Relacionada estandar No Arranca el XXI Festival Internacional de Poesía de Granada, que recibe a 74 autores de 14 países Guillermo Ortega Rafael Courtoisie, Piedad Bonnett y Manuel Rivas centran la atención en la primera de cinco jornadas llenas de actividades en la capital y otros catorce municipios—¿Es usted la última de su tiempo o la primitiva del que viene?—Me considero de los últimos y ajena a lo que viene. La inteligencia artificial me interesa como problema. Me interesan los grandes dilemas morales, los grandes dilemas éticos: la banalización y estupidización no solo de la humanidad, sino sobre todo de las clases dirigentes. Cuando tenemos un tipo como Donald Trump, un tipo como Javier Milei, un tipo como Nayib Bukele, y multitudes enteras que piensan que eso es una salida… Creo que en la modernidad no habíamos sufrido una cosa así. Y de fondo está la desvalorización total de la cultura.—¿Le preocupa la censura y la cancelación?—No recuerdo que haya habido una cosa similar a lo políticamente correcto… Es una tiranía, sin duda. Es decir, con exclusión y todo. Con castigo. Eso es una forma de autoritarismo y es una forma de censura.—Mire lo que ha ocurrido con Luisgé Martín…—Él se podrá haber equivocado, digamos, pero nadie tiene derecho a sacar de las librerías el libro de ese señor. Sería el comienzo de algo terrible.

Leave a Reply

Your email address will not be published.